En los restaurantes se forman largas colas para comprobar la documentación y el pasaporte COVID. | P. PELLICER / T. AYUGA / J. MOREY

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La aplicación del pase COVID en bares, restaurantes, gimnasios y cines fue acogida ayer con satisfacción por empresarios y clientes, aunque también generó ciertos conflictos con personas que se negaban a llevarlo, además de cierta confusión y olvidos. Incluso en un cine de Palma tuvieron que llamar a la Policía Nacional ante la rebeldía de algún que otro cliente. Aún así, con el repunte descabellado de casos positivos, muchos coincidían en que el uso del pase otorgaba cierta tranquilidad en los interiores.

En el caso de los cines se han encontrado conflictos en la taquilla. Según Sebastià Salom, socio gerente del grupo de salas de Aficine, explicó: «Hemos tenido incidentes de clientes sin mascarilla ni pasaporte y tuvimos que llamar a la Policía Nacional». No es un incidente aislado ya que «también hemos tenido en Ocimax un grupo de personas que decidió paralizar la entrada al cine protestando mientras decían que no teníamos derecho a pedir la documentación, por lo que tuvimos que volver a llamar a la policía». Son casos aislados, es cierto, y lo normal es que el cliente asuma con naturalidad la obligación, aunque este miércoles en la sala Rívoli se produjeron olvidos de la documentación en papel y más de uno tuvo que volver a casa.

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Las personas mayores optan por llevar impreso el pasaporte COVID.

Gimnasios

El sector deportivo se mostró preocupado por cómo puede afectar esta decisión en las inscripciones de los gimnasios. De hecho, desde la Asociación de Empresarios de Instalaciones Deportivas de Balears (AEIEB) señalaron pérdidas de hasta un 10 % con la obligatoriedad del pasaporte COVID para acceder a las instalaciones. El vicepresidente de esta entidad, Xavier Fuster, destacó cierta «resignación» y «molestia» por parte de los inscritos, pero recordó que «no nos queda otra que acatar la ley. El problema que vemos es que llevamos dos años donde cada mes la norma cambia».

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El campus deportivo de la UIB asume algunas bajas. Foto: M. À. CAÑELLAS
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Gabriel, del bar UMI, y la clienta Pilar Bertué.
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Los asiduos al gimnasio calificaron esta medida de «estúpida» y «absurda», como refirió Fernando Jaúderes. El propietario de VitalFit, Roberto González, manifestó por su parte que «la gente solo viene aquí a hacer deporte, y el deporte es salud. Esta medida no es sanitaria, sino para imponer la vacunación». Confesó que ha tenido que devolver hasta 19 cuotas, lo que representa un 15 % menos de clientes. Desde Anytime Fitness, Javier Lerma subrayó que «las personas que hacen deporte tienen menos problemas de salud y, en consecuencia, serán los que menos representen muertes e ingresos en las UCI». Los hosteleros de los bares y cafetería criticaron que desde este miércoles tengan que «hacer de policías». Se sienten «desbordados» por el doble trabajo que asumirán ahora, que no solo consiste en servir a los comensales o preparar el desayuno, sino que «tenemos que explicar que esto es obligatorio y muchos se quejan», reconoció Mourad El Kechebour, propietario del bar La Tapita.

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Alberto Rodríguez y Julia Abad.

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Mourad, propietario de La Tapita, escanea el pasaporte del cliente Isa.

Desde principio de semana han notado numerosas cancelaciones en las reservas y ayer, cuando el pasaporte se ha convertido en la llave de acceso a todos los servicios, algunos clientes tuvieron que salir del bar porque no estaban vacunados o no tenían en ese momento el certificado. Lo vivieron, en menor medida, en el Bar Madrid’s. La propietaria, Julia Abad, describió una jornada un poco caótica y que algunos clientes o no pudieron entrar o se quedaron en la terraza. «A mí me parece bien esta medida, pero estamos cansados. Y no sé si esto va a servir para mejorar la situación». Los constantes errores en la aplicación que lee estos QR fue otra de las trabas que señaló el sector. «La app no va muy bien, hemos tenido muchos problemas desde la mañana», aseveró Gabriel de la Cruz, copropietario del bar UMI. A su vez, apuntó que esta normativa es «extremadamente abusiva». Los clientes se mostraron de acuerdo con la nueva realidad. Margalida Aguiló y Pilar Bertué opinaron que «esto está sirviendo para que la gente que no se ha vacunado, lo haga. Me parece muy bien que lo pidan. Nosotras ya tenemos la tercera dosis puesta». Isa, un joven de Palma, también consideró oportuno que se presenten los pasaportes, «así evitamos más contagios».

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Ana Esteban, propietaria de Can Pedro.

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Marcela Merlo, de Casa Jacinto.

En los restaurantes los clientes, en general, ya llevaban preparada toda la documentación. «Es un rollo, aunque nos salva la terraza», dijo Marcela Moreno, encargada de La Bottega deMichele. El exterior es el refugio de aquellos que no se han vacunado o no llevan la pauta completa. Advirtió que la aplicación resulta útil y el pase COVID «es un incentivo para que la gente se vacune», señaló Moreno. En Can Pedro, los clientes aparecían con el pasaporte en el móvil. Nele Gerda Kuhlmey llevaba su pase impreso y plastificado: «Antes que estar en la UCI, prefiero vacunarme y disfrutar». La propietaria del restaurante, Ana Esteban, señaló que «el 95 por ciento de los clientes vienen con el pasaporte y aquellos que no están vacunados presentan una prueba PCR de laboratorio hecha en las últimas 72 horas». Reconoció que hay una minoría que «nos dicen que no es justo y que vulneramos el derecho a la protección de datos». Marcela Merlo, dueña de Casa Jacinto, advirtió que «aunque algunos no lo entienden, la mayoría lo agradece». Advirtió que «tuvimos el caso de una señora que se enfadó mucho porque le pedíamos la documentación». El proceso es tan farragoso que una sola persona se dedica a comprobar la documentación.