Mohammad, Khalil y Zhafiq, en una plaza de Palma tras salir de sus clases de español. | Teresa Ayuga

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Fue la última decisión que tomó Shafiq Zahedi, de 37 años, porque, en el fondo, él nunca quiso dejar Kabul (Afganistán). El 26 de agosto de 2021, once días después de que la capital cayera en manos del régimen talibán, en cuestión de horas, él y 15 miembros de su familia consiguieron salir del país en un avión militar enviado por España para evacuar ese día a 120 personas. El periplo duró horas hasta llegar, primero, a Dubái (Emiratos Árabes Unidos) y luego a Torrejón de Ardoz (Madrid), pero las imágenes que vieron desde el 15 de agosto siguen muy presentes. En una cafetería de Palma, Farida (23), Jamila (27), Khalil (31), Mohammad (38) y Shafiq se sientan para contar cómo fue la evacuación titánica. «Nuestro primo Amid nos salvó a todos», confiesan. A día de hoy, todos conviven en un centro de acogida que gestiona la Cruz Roja.

En mitad de una vorágine de acontecimientos, donde solo oían disparos y veían muertos, Shafiq, originario de la ciudad de Gazni, llevaba ocho años en un departamento educativo que formaba parte del gobierno de Ashraf Ghani. Su padre, de 66 años, que también consiguió huir, había sido miembro del Senado. El gran miedo de toda esta familia, compuesta también por niños pequeños, era que los talibanes encontrasen su guarida. Su vida ha estado en peligro por su relación con la política o con las fuerzas militares internacionales. De hecho, tener una relación gubernamental ha sido para muchos ciudadanos un salvoconducto para escapar del país. Su primo Amid había participado en la reconstrucción provincial en Badghis en 2005. En el momento en que los talibanes entraron en la capital, trabajaba con las tropas españolas como traductor.

La huida

«Intentamos pedir el rescate porque también somos chiítas, una comunidad religiosa muy perseguida por los talibanes.Teníamos miedo que entraran en nuestras casas y nos mataran. Así que hablamos con el embajador de España en Kabul». Cuenta Shafiq que la familia fue llamada para acudir de inmediato al aeropuerto. «Nos pidieron que llevásemos un distintivo amarillo para diferenciarnos de las miles de personas que ese 26 de agosto rodeaban el aeródromo». Fueron unos días muy delicados para Amid, su vida corría peligro, a pesar de que el aeropuerto era la única zona que en aquel momento estaba libre del control talibán. «Mi primo pudo salir al final en el último avión que envió España a Kabul», asegura Shafiq.

Llegar hasta allí fue una misión a contrarreloj. Esquivaron algunos puntos de control de talibanes. Una vez en las afueras del aeropuerto, cruzaron un canal hasta llegar a un muro controlado por las fuerzas internacionales. «Había miles de personas. Teníamos que escalar el muro para acceder dentro de la zona aérea». Los 16 familiares tuvieron que mostrar sus distintivos una vez llegaron a lo alto de la pared. Ya dentro, los militares identificaron sus nombres apuntados en una lista y les tomaron una foto.

Todas esas imágenes que llegaron a Occidente sobre afganos cogidos a las ruedas de un avión a ellos no les sorprendieron porque lo vieron. «En cien días, casi seis millones de personas han huido, ilegalmente, de Afganistán a otros territorios», explica Mohammad, que en su país había estudiado Derecho, y cree que «uno de los motivos de la caída del Gobierno afgano ha sido la corrupción». Khalil era un oficial del Servicios de Inteligencia del país y dice que «los talibanes ponen bombas en los parques, en colegios. Donde sea. La guerra nunca ha terminado». Hablan de esos años con las tropas americanas como una de las mejores etapas para    la estabilidad de Afganistán. Pero tienen claro que esto iba a pasar otra vez. «Pensar ahora en un futuro para mi país es difícil, la gente está viviendo sin dinero, no hay    recursos ni trabajo. Y los ciudadanos están escondidos por miedo. Solo pensamos en traer al resto de nuestras familias a España y comenzar de cero».

El apunte

La misión de escapar del régimen

Shafiq explica que muchos ciudadanos que tenían relación con el Gobierno afgano o las tropas norteamericanas han huido a lugares remotos o fuera del territorio a fin de que los talibanes no les localizasen. Asimismo, considera que vecinos o incluso compañeros cooperan con los terroristas para chivarles las ubicaciones de este colectivo. Cree además que el Gobierno afgano, tras la entrada de los talibanes, se ha preocupado más por cómo sacar el dinero del país que por las personas. Los terroristas, considera Shafiq, no son diferentes a los de finales de los noventa.