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Como ocurre con el resto de vacunaciones en España, la vacunación frente al COVID-19 no es obligatoria. Mientras, Von der Leyen ha abierto el debate europeo sobre la obligatoriedad de las vacunas para todos. Y decía hace unos meses Pablo Linde en el país que la vacunación obligatoria es un melón que cualquier Gobierno democrático preferiría no abrir.

Pero, la situación ha cambiado mucho en estos meses de vacunación. Francia y Grecia obligan ya a los sanitarios a que se inmunicen, EEUU decretó la vacunación obligatoria de los empleados públicos e Italia exige el pasaporte sanitario a los trabajadores de empresas públicas y privadas. Una serie de países como Australia, Francia, Inglaterra y Gales, han tomado medidas para la vacunación obligatoria para los trabajadores sanitarios, incluyendo a aquellos que trabajan en residencias de mayores.

Está claro que los repuntes en la incidencia del COVID-19 pese al avance de la vacunación, unido al deseo de recuperar la vida que teníamos antes de marzo de 2020, ha llevado a muchos países a imponer medidas que afectan a los más reacios a inocularse el fármaco que puede ayudar a frenar la pandemia. Algunos han optado por incentivos a los que se vacunen, mientras que la gran mayoría ha puesto la diana en los más escépticos, obligándoles a recibir la vacuna.

Y lo que está claro es que en España, la negativa a la vacunación no puede ser motivo de despido con el actual marco normativo. Mientras tanto, Galicia, en febrero (accedió a retirar el artículo en cuestión después de que el Gobierno lo impugnara ante el Tribunal Constitucional), y Canarias, más recientemente (la norma que obliga a disponer de vacunación o tests negativos en las actividades económicas que decida el Gobierno regional en función de los datos epidémicos, no se ha aplicado), aprobaron leyes tendentes a forzar la vacunación obligatoria para realizar actividades laborales. Otras autonomías, como Euskadi o Cantabria, han explorado este territorio. Y la patronal, a favor de ello. La cuestión se centra en si vacunar o pedir certificado COVID obligatoriamente para trabajar, si es posible legalmente en España. Y los juristas aseguran, no todos, que existen cauces legales para forzar a la vacunación si se justificara como proporcional y necesario, y se contara con el aval de los tribunales. Mucho pedir.

Desde mi punto de vista, me parece innecesario, incluso contraproducente y pienso que es más efectivo persuadir a la gente de los beneficios de la vacunación que obligarla. Y además, la evidencia muestra que la vacunación obligatoria probablemente aumentará el rechazo a la vacuna. Todo ello no quita que se podría plantear la vacunación obligatoria de profesionales sanitarios, sociosanitarios y de residencias, junto a las personas cuidadoras de personas mayores. E incluso diría que en estos momentos, cuando la adherencia a la vacunación es tan elevada, más vale no mover lo que hasta ahora ha funcionado. Dicho esto, también hay que decir que en esta pandemia tampoco se puede desechar casi nada. Es importante añadir que tenemos una ley de medidas especiales de Salud Pública que permite un amplio margen de actuación, lo cual es positivo para poder interpretarla según el contexto.

Por tanto, persuadir antes que obligar. Y en la persuasión, la forma de presentar la información afecta muchísimo a la interpretación que se haga. Y es importante recordar que las personas tendemos a focalizarnos en aquella información que más se enfatiza. Y además, la comunicación de riesgos necesita tener más en cuenta las dificultades de la población para entender datos probabilísticos y adaptar su comportamiento en consecuencia. Y lo que si sabemos es que hay una cultura ciudadana con una confianza sumamente importante en los profesionales y el sistema sanitario. Eso hace que tengamos ese volumen de vacunación voluntaria tan enorme. El problema es que no lo sabemos todo y no podemos prever el futuro. Mientras debatimos, vacunémonos, de las dos dosis, con la tercera y a niños/as de 5 a 12 años. Todos gáñanos. Y quién más, la persona vacunada. Más concienciación y menos obligación. Trabajándolo claro.