Un pequeño grupo de gatos abandonados en el centro de Palma. | Jaume Morey

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Este mismo sábado se llevó a cabo una manifestación a favor de la colonia de gatos del bosque del Castell de Bellver, donde quedan menos de un centenar. Un enclave que los animalistas defienden como hogar felino mientras que está en entredicho tanto por el Ajuntament como científicos de la UIB, que advierten que suponen un problema para aves, pequeños reptiles e insectos. «Han extinguido alguna especie», llegan a decir científicos de laUIB. Desde el Ajuntament recuerdan que «actualmente lo que se quiere es acordar con las personas que alimentan estos gatos del bosque es su desplazamiento a la zona urbana donde la colonia se pueda legalizar y no suponga un problema para la biodiversidad». Eso sí, el Consistorio recuerda que en el bosque de Bellver no hay colonias autorizadas de gatos, de acuerdo con las recomendaciones de la Conselleria de Medi Ambient para la protección de la biodiversidad.

Para Pedro Morell, veterinario y director del Centre de Benestar Animal de Son Reus, este felino supone un problema para la biodiversidad en el bosque: «El gato es un depredador de la fauna del entorno en el que vive y entra en competencia con otros depredadores. Es una amenaza especialmente para las pequeñas aves, las salamanquesas, incluso insectos». El veterinario valora el trabajo de los voluntarios, «imprescindible para el desarrollo    del Programa de Colonias Urbanas de gatos del Ajuntament. Sin ellos deberíamos replantear el programa. No se podría llevar a cabo con la metodología y objetivos previstos. Estas personas hacen posible las tareas de alimentación de los gatos de las colonias autorizadas, con la vigilancia de su salud, así como la captura para la esterilización y su reintroducción».

A un lado del ring, los voluntarios de las colonias felinas de Palma defienden su labor. Patricia Bianquetti es presidenta de la plataforma de colonias Gestión Felina Palma. «Dicen que están retirando gatos por la biodiversidad pero es algo absurdo. Los gatos llevan ahí toda la vida y lo único que se ha hecho es castrarlos en Son Reus. Saben que es la única forma de controlar la población y van a estar allí siempre porque el bosque está rodeado de viviendas donde hay gatos que crían en el bosque».

Punto caliente

Bianquetti denuncia que «el bosque de Bellver es uno de los puntos más calientes de abandono de felinos. Ocurre así en todas las colonias» y señaló que «nos encontramos con gatos sociables, que se han acostumbrado a que les demos de comer».   Bianquetti, que dirige la colonia felin del Hospital Psiquiátrico, dice que «la única solución para controlar la población es castrarlos». Y advirtió que «en cinco meses volverán a Bellver». La polémica está servida. Miguel Ángel Miranda, profesor de Biología e investigador principal del Grupo de Investigación de Zoología Aplicada de la Conservación de la UIB, advirtió que «a nivel científico, está clarísimo que mantener colonias de gatos en zonas    no domésticas es una aberración    ecológica. Está demostrado que los gatos eliminan millones de mamíferos, aves y reptiles. En EE UUy Canadá cada año mueren 2.500 millones de aves y 12.000 millones de mamíferos a manos de los gatos».

Colonia de gatos ubicada en el campus de la UIB. Foto:M.A.M.
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Miranda reconoció el desencuentro entre los argumentos científicos «y el corazón de la gente. Ahora mismo el gato es la principal causa de muerte de animales silvestres salvajes, que no tienen culpa de nada, por encima de atropellos, envenenamientos y colisiones con cables eléctricos. Los gatos son domésticos y deberían estar en casa». Miranda insistió en que «la ciencia dice que el impacto de los gatos en la vida silvestre es increíble». El profesor advirtió que «en tiempos de emergencia climática y crisis ambiental, parece un poco caprichoso que mantengamos una especie doméstica en ambientes que no son domésticos».

Además, señaló que «las colonias urbanas no solo tienen impacto sobre la fauna silvestre. También está el tema de la transmisión de enfermedades que pueden tener implicación en la salud pública. Son reservorios de diferentes patógenos que pueden afectar a las personas». Y Miranda lanza una carta sobre la mesa: «La permisividad con las colonias de gatos no solucionan el tema. Para que realmente redujesen la población, la esterilización de la colonia debería alcanzar entre el 70 y el 90 por ciento de la población. Pero como mucho se llega al 4 por ciento. Este sistema no es efectivo».

Una voluntaria del bosque de Bellver prepara un trampa para atrapar gatos que luego son esterilizados. Foto: GESTIÓN FELINA

El profesor de la UIB advirtió que «las colonias urbanas son menos dañinas que las silvestres. Tenemos los indicadores científicos que nos dicen una cosa, pero luego está la demanda de la sociedad y la gestión política». Por su parte, Giacomo Tavecchia, científico del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, advirtió que «el problema de los gatos es bastante complejo. No hay una solución única y se necesita la cooperación de toda la sociedad». «Hay distintos tipos de gatos, están los callejeros, que giran en torno a la ciudad y no tienen amo. Luego están los gatos domésticos que salen muy poco a La calle. Y por último están los gatos realmente asilvestrados, que buscan comida en el bosque». Para Tavecchia, «es una cuestión complicada. Por ejemplo, no sabes la cantidad de gatos de cada uno de estos tipo. Su gestión debería ser distinta».

El científico advierte que «el desconocimiento es muy grande. No sabemos cuántos hay asilvestrados o callejeros, ni cómo se mueven, pero sí podemos controlar a los domésticos, que tienen chip». Tavecchia entiende el punto de vista animalista, pero desde el prisma de la conservación «el gato es un depredador y las islas son ecosistemas delicados». Advirtió que «no sé si los gatos de Bellver son un problema, pero habría que averiguar qué impacto tienen en las especies del parque.    No hay que demonizar una especie y sí cuestionar algunos comportamientos. Echar comida en la calle atrae a ratas, gaviotas y mapaches y es fuente de enfermedades para los gatos».

El apunte

Miles de gatos callejeros en Palma

El veterinario municipal Pedro Morell señaló que resulta difícil calcular el número de gatos callejeros de Palma «pero unos datos permiten intuir la gran cantidad  existente. Este mes en Palma había identificados con microchip 88.000 perros y 11.000 gatos. De los 1.711 gatos controlados por Son Reus en 2021, solo 13 llevaban chip, es decir el 0,7 por ciento. Se calcula que un gato en la calle vive entre 7 y 10 años. ¿Podría haber 100.000 gatos? Es muy difícil de estimar». A día de hoy en Son Reus hay 55 felinos, «la mayoría domésticos que van saliendo en adopción».