Gabriel Alomar, visto por el artista Ramon Casas. | R.D.

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Hace 80 años que murió exiliado en El Cairo después de ser diputado y diplomático durante la II República española. Pero hoy en día su legado sigue vivo en los partidos de la izquierda balear y catalana. Hay que tener en cuenta que sin haber militado nunca en el PSOE, los socialistas de Balears pusieron el nombre de Gabriel Alomar a su fundación. Y Més per Mallorca también lo reivindica como su padre político. La Fundació Darder Mascaró, vinculada a los ecosoberanistas, le dedica íntegramente el último número de su revista L’altra mirada. Ambas instituciones, junto al Institut Sobiranies, han organizado las jornadas ‘El moment Alomar’, que empezaron en Barcelona y a partir del próximo lunes continúan en Palma. El Arxiu del Regne de Mallorca acogerá durante tres días diferentes mesas redondas en las que expertos sobre la figura de Alomar analizarán su ideario político, su legado y su influencia en los territorios de habla catalana.

Ideario vigente

«En Mallorca no militó en ningún partido, siempre declaró que no se atrevía pero sí que dio muchos consejos a los socialistas mallorquines; aunque su ideología era más cercana a la de los republicanos catalanes, con los de Balears su relación fue más bien fría», explica el historiador e investigador Antoni Vidal. «En Mallorca era una rara avis, era una tierra muy dominada por los conservadores y sus ideas recibieron una mejor acogida entre los socialistas y los republicanos de Catalunya pero por su trayectoria intelectual, por la influencia de sus ideas en su tiempo y también en la actualidad podemos decir que es la figura política de la izquierda mallorquina más importante del siglo XX», defiende el senador socialista y presidente de la Fundació Gabriel Alomar, Cosme Bonet.

«Su modernidad radica en que siempre vinculó el progresismo social a la reivindicación del autogobierno y de la cultura catalana», explica el historiador y periodista Antoni Trobat. «En su ideario político figuran la apuesta por el laicismo, el pacifismo, la exigencia de una educación de calidad y las mejoras en las condiciones de vida de la clase obrera», añade Trobat. Su figura despierta un nuevo interés entre los jóvenes investigadores después de que se reivindicara en la Transición. Y es que la dictadura franquista intentó silenciar la aportación filosófica, política y literaria de Gabriel Alomar.