Vista del aeropuerto de Son San Joan, en Palma. La mayoría de personas en situación irregular en nuestro país han llegado con un billete de avión y un visado en la mano. | Efe

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La llegada de cuarenta pasajeros con pasaporte libanés al aeropuerto de Barcelona, negándose a proseguir su viaje y solicitando asilo en España, es el último acontecimiento que muestra cómo, pese a todas las barreras y prevenciones que imponen la legalidad internacional y las leyes de extranjería, el ansia de hallar una vida mejor huyendo de la miseria, la guerra y la violencia se abre camino. ¿Está cambiando el tablero de la migración frente a nuestros ojos, sin casi apercibirlo?

La última situación llamativa ha acontecido en El Prat (Barcelona), donde un grupo de pasajeros de origen palestino y con nacionalidad de Líbano que viajaban en un vuelo chárter procedente de El Cairo (Egipto) y con destino a Bogotá y Quito (Colombia), aterrizó en la Ciudad Condal el pasado lunes para realizar una escala técnica. La circunstancia fue aprovechada por estas decenas de personas, que se negaron a proseguir la ruta y pidieron que las autoridades españolas les amparen en base a la legislación sobre asilo. ¿Se trata esta de una nueva 'moda' para trasladar el lugar de residencia?

Los expertos en migración y en política internacional apuestan porque las cosas no son tan diferentes, por ejemplo, con respecto a los tiempos previos a la pandemia de coronavirus. Tanto en esos momentos como en la actualidad la mayoría de las personas que se encuentran de forma irregular en los países occidentales han llegado a los mismos a través de un aeropuerto, con un billete y el correspondiente visado de turista, que una vez entre nosotros no se ocupan de prorrogar ni nadie controla. En muchas ocasiones ello no impide que caigan en las garras de criminales y mafias organizadas.

Police officers patrol at Josep Tarradellas Barcelona-El Prat Airport, in Barcelona
Presencia policial en el aeropuerto de Barcelona. Foto: Reuters.
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Aparentemente no estamos ante un fenómeno nuevo ni siquiera en el caso de la petición de asilo. Siempre ha ocurrido que personas a título individual o en connivencia con otros en situación similar traten de obtener un salvoconducto que les permita apelar al amparo internacional. Se trata de un procedimiento conocido, con cauces y canales bien establecidos. De hecho El Prat y otros aeropuertos internacionales cuentan con un espacio que alberga a personas que tramitan una solicitud de asilo en los controles fronterizos, y está pensado para permanecer el tiempo necesario mientras se dirime la cuestión.

Palma, la gran novedad

Sin embargo, hace pocas semanas vivimos en nuestra propia piel un fenómeno singular, que a diferencia de esta petición de asilo en grupo jamás se había dado, hasta el momento. Las autoridades españolas aun trabajan para dar con las personas huidas de la pista de aterrizaje de Son Sant Joan, después de que un avión que cubría un trayecto entre Marruecos y Turquía se desviara de su ruta por un supuesto problema de salud a bordo y acabara por capricho del azar en el aeropuerto de Palma.

La historia ya la conocen bien ustedes. Aparentemente no había problema de salud alguno: todo se trataba de una treta para conseguir pisar suelo europeo y una veintena de personas de origen magrebí lo consiguieron. Mientras tanto se cerraron las instalaciones aeroportuarias, con el consiguiente perjuicio. Hubo quien trató de acuñar un término de nueva factura: «avión patera». Ahora la mayoría de ellos están en la cárcel por orden judicial, y se enfrentan a penas que acarrean un buen número de años de condena. Los que todavía no han podido ser localizados permanecen en búsqueda y captura.

Hace relativamente poco hallaron a varios de estos individuos deambulando por las plazas y calles de sa Pobla. Como los demás, fueron llevados ante la autoridad judicial, que decretó su ingreso en un centro penitenciario. En este caso la prisión preventiva es la mejor forma de condensar una respuesta ejemplar y ejemplarizante de las autoridades españolas para tratar de cortar de raíz el posible efecto imitación de estos 'pioneros' de la migración irregular, un mundo en constante alerta, siempre a expensas de innovar en sus modus operandi para vadear la ley.