Las pruebas PCR permiten detectar los contagios de COVID-19. | Gemma Andreu

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Estamos regular en subida de número de contagios de COVID-19. Y en realidad, en dos o tres semanas, en dos o tres meses o en dos o tres años todos nos vamos a infectar de COVID, seguro. La elección es o me acabo infectando antes o después, algo inescapable, o me vacuno. La cuestión es que quien esté vacunado sufrirá una COVID leve y quien no lo esté tendrá una COVID igual de peligrosa que la que pudo tener el año 2020.

Y es necesario recordar que el año pasado, entre el verano y el otoño, tuvimos un valle. Y por otra parte, en otoño es normal un repunte porque cambiamos nuestros hábitos y pasamos más tiempo en interiores sin ventilar. Debemos tener cuidado con los eventos que pueden dar pie a contagios masivos, como pasó en julio de 2020 con la subida ligada a la llegada de temporeros a Aragón y Lérida y en junio de 2021 que tuvimos los viajes de fin de curso con una macrobrote y una gran subida de contagios.

Es evidente que gracias a las vacunas todo se ve mejor. Y España en ese sentido ha hecho muy bien los deberes. Las vacunas siguen protegiendo bien. Es bueno recordar que las vacunas tienen una eficacia muy alta, lo que quiere decir que una parte de los vacunados se puede contagiar. No hay indicios de que haya bajado la efectividad ni en personas mayores ni en quien vive en residencias ni en personas con enfermedades crónicas. Y es verdad que la EMA ha aprobado la tercera dosis, pero no la ha recomendado. No existe ninguna evidencia en ese sentido, aunque acabemos casa vez vacunando a más gente. La realidad es que en estos momentos hay más gente vacunada en los países ricos de tercera dosis que una primera dosis en los países pobres. El avance de los programas de refuerzo en los países de mayores recursos refleja una nueva arista de las disparidades mundiales en vacunación anti-COVID. En las zonas de renta alta, con más habitantes, se han puesto 6,8 dosis extra por cada 100 personas, muy cerca de las 7,2 vacunas de todas las dosis administradas en las de renta baja.

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Es importante decir que la protección vacunal con pauta completa es tan buena contra la variante Alfa que contra Delta. Tampoco hay evidencia de que haya que vacunarse todos los años. Cuando se ha completado la pauta, las vacunas nos han creado una memoria inmunitaria que nos dura mucho tiempo, que es muy buena, sólida y completa. Solo con el virus de la gripe, que es diez veces más variable que el SARS-CoV-2, pese a lo que oímos de las variantes, hay que vacunarse todos los años. No hay ninguna razón para vacunarse todos los años ni, probablemente, en muchos años.

Está bien que se apruebe la vacunación para niños de menos de 12 años porque habrá niños con inmunodeficiencias que probablemente deban recibir la vacuna, pero eso no obliga a nadie. Es verdad que en estos momentos el grupo de menores de 12 años es el que tiene mayor número de contagios. Pero en los niños apenas hay infecciones graves y pasados los primeros meses de vida, sus sistemas inmunes son muy sólidos. Para ellos, el beneficio de la vacuna es marginal. Además, en el futuro, personas en todo el mundo podrán recibir la nueva generación de vacunas que no solo evitarán una enfermedad grave, sino también la infección, y esas personas no contagiarán.

Con las vacunas actuales, lo mejor es donar las dosis que sobren a países con menos recursos. Al final, cada uno de nosotros acabará autorregulando el uso de la mascarilla. Con los test de antígenos en fechas como la Navidad, antes de reunirnos con la familia, nos haremos un test de antígenos y quien tenga la enfermedad, se unirá a la cena desde la pantalla. El metro y el autobús son lugares que cada vez están mejor ventilados, existen más problemas en el interior de los coches, donde resulta más fácil contagiarse. Ahora tenemos que ir a una cultura del aire limpio. La higiene, los antibióticos y las vacunas son las herramientas para luchar contra las enfermedades infecciosas.