El científico Damià Gomis este viernes en su intervención en el Parlament. | Twitter Parlament

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Los científicos Joan Grimalt y Damià Pons han alertado en sendas ponencias sobre de los efectos del cambio climático para Baleares, en el marco de la Jornada de Ciencia y Tecnología que se celebra este viernes en el Parlament.

Durante sus intervenciones en la cámara autonómica, los dos expertos han coincidido en la importancia del papel de los órganos institucionales y legisladores para impulsar políticas que frenen el cambio climático y reduzcan los efectos negativos tanto a nivel global como en las islas.

El doctor Grimalt, que es profesor de investigación en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, se ha referido a los estudios respecto a la concentración de dióxido de carbono (CO2) en el aire en los últimos 800.000 años: «Estamos haciendo un experimento con el planeta. Hemos puesto el CO2 en una concentración nunca vista».

De acuerdo con la información detallada por la Agencia de Océanos y Atmósfera de Estados Unidos, Grimalt ha señalado que 2020 fue el segundo año más caliente de los últimos seis a nivel global, y por ello ha advertido de que una de sus consecuencias es el incremento del nivel del mar.

Si bien considera que esta subida resulta «suave», ha insistido en que hay que tener en cuenta que «un pequeño incremento hace que la capacidad de erosión del mar sea mayor cada vez que hay una tormenta y eso, a medio plazo, afectará a las playas españolas: «Esto nos puede complicar la vida».

Ha destacado un estudio que relaciona la exposición a compuestos organoclorados de una embarazada y los problemas que derivan en el desarrollo del bebé durante la gestación, como sobrepeso, síndrome hiperactivo o retraso en el desarrollo cognitivo del recién nacido, algo que también tiene relación con la incidencia de cáncer de páncreas, ha precisado.

Grimalt ha asegurado que la interacción entre los contaminantes ambientales y la salud humana requiere estudiar los casos de enfermedades o disfunciones metabólicas e investigar cómo llegan estos contaminantes a las personas, pero también, al medio ambiente, lo que implica conocer los mecanismos de transporte de los contaminantes, la transformación que pueden tener y sus procesos de degradación.

«Estamos haciendo experimentos con el planeta y nosotros estamos dentro», ha incidido el científico mallorquín, que ha alertado de los efectos del cambio climático: «No tengo conocimientos para decir qué pasará, pero está pasando».

Por su parte, el doctor Damià Pons, catedrático de Física de la Tierra y director del laboratorio sobre Cambio Climático de la UIB, ha destacado el papel de la ciencia y la tecnología para abordar el problema «más importante» para la humanidad, pese a las voces que lo cuestionan.

Durante su intervención, el experto ha indicado que en 2.000 años no ha variado «mucho» la temperatura del agua ya que «se mantiene prácticamente constante», aunque los cambios que se observan en la actualidad son «demasiado rápidos» debido a un aumento «sin precedentes» de las concentraciones de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso, con unos niveles que ha calificado de «preocupantes».

Pons, que se ha centrado en el futuro escenario climático, ha rechazado la idea de que la temperatura global bajará si se reducen las emisiones a la mitad, porque lo que importa son las concentraciones de gases en la atmósfera.

Además, ha alertado de que el Mediterráneo es una zona preocupante porque el calentamiento es ligeramente superior a la media, lo que hará que disminuyan las lluvias y provocará problemas de fertilidad del suelo, al contrario de lo que se prevé que suceda en países nórdicos.

Pons también ha advertido de los efectos del cambio climático sobre la posidonia en Baleares. Ha detallado que no preocupa la temperatura media del agua, sino la temperatura de más de 28 grados durante una serie de días consecutivos.

Ha añadido que parte de la posidonia morirá cada verano y no tendrá tiempo de recuperarse de un verano a otro y ha planteado que el problema será que, a la larga, llegue a unos niveles mínimos y que su función, que es «fundamental» en el Mediterráneo, ya no sea como la de hoy en día.