Jaume Bernat Adrover.

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En el marco de las conferencias Artistes d’adopció, organizadas por el Consell, el historiador del arte Jaume Bernat Adrover hablará este miércoles sobre La Serra de Tramuntana descrita per la paraula i la imatge. Del cardenal Despuig a l’Arxiduc Lluís Salvador. Será a las 18.00 horas en La Misericòrdia.

Adrover explica que «en la conferencia ofrezco un análisis de la imagen de Tramuntana desde el famoso mapa del cardenal Despuig –1785– hasta Die Balearen, del Arxiduc. Estos dos referentes han sido el criterio para acotar el estudio, pues podía convertirse en inabarcable. Es importante destacar que estas descripciones e imágenes de Tramuntana llegaron más allá de nuestras fronteras gracias a eruditos y viajeros, sobre todo con el Romanticismo del siglo XIX».

El Salt de la Bella Dona, a mediados del siglo XIX, en el libro de Antoni Furió.

El historiador señala que «el mapa de Despuig es, según los expertos, el mejor de Mallorca en el siglo XVIII. Pocos años antes, Bernat Espinalt, en su Atlante español. Reyno de Mallorca (1779), se refiere a Valldemossa como un pueblo de habitantes pobres, socorridos por las limosnas de los monjes de la Cartoixa, y destaca que los vinos de Esporles y Banyalbufar –malvasía– están entre los mejores de Europa».

José Vargas Ponce, en sus Descripciones de las islas Pithiusas y Baleares (1787), reseña las poblaciones y su actividad agraria e industrial, así como las personas relevantes de cada núcleo. Adrover destaca que «Vargas se refiere a Tramuntana como una áspera cordillera de montes, define Alfàbia como una hermosísima casa de campo que fue habitada por los reyes moros y de Sóller destaca sus naranjos y que es una villa hermosísima. De Valldemossa dice que es un jardín».

Jean Joseph Bonaventure Laurens, autor de Souvenirs d’un voyage d’Art a l’île de Majorque (1840), «viene en busca del pasado islámico de la Isla. Esperaba encontrar mezquitas, castillos y construcciones moriscas, pero sólo encontró los Banys Àrabs. El Museu de Raixa no le pareció interesante y lamentó que en Alfàbia apenas quedara nada de su esplendor árabe. Laurens ensalzó la calidad de la fruta en Sóller y dio el dato poco creíble de un naranjo con 2.500 naranjas», indica Adrover.

‘Posadas asquerosas’

El conferenciante apunta que Joan Cortada, autor de Viaje a la Isla de Mallorca en el estilo de 1845, «critica el mal estado de los caminos y habla de posadas asquerosas y camas incómodas. Cortada añade que, con suerte, en las posadas había una silla y que el viajero podía olvidarse de mesas y espejos para afeitarse. La comida era mala y una posadera tenía los pies sucios».

Adrover también se refiere a la inevitable George Sand, que en su Un hiver à Majorque critica a la población y se maravilla por el paisaje, y al Panorama óptico-histórico-artístico de las Islas Baleares (1840-1844), de Antoni Furió, hasta llegar a Charles William Wood, con su Letters from Majorca (1888), que aprecia el buen clima y el exotismo de palmeras en una isla por entonces despoblada. El historiador indica que «Wood conoció al Arxiduc, de quien destacó su amabilidad y simpatía. Finalmente, el propio Arxiduc es el gigante enciclopédico. Hacía sus dibujos in situ y los enviaba a Viena para que los grabaran. El Arxiduc combinó la tradición romántica de la época con la visión científica y enciclopédica».
Sin embargo, no podemos olvidar que, posteriormente, Màrius Verdaguer comentó del Arxiduc que «compró fincas desde Deià hasta Valldemossa y sus propiedades estrangulaban a este último pueblo. En su fanatismo por la naturaleza, no dejaba cortar ni una rama de árbol ni coger una hierba. Sus predios no se cultivaban y el pueblo estaba en la indigencia», subraya Adrover.

Como curiosidad, el historiador comenta que, en las obras analizadas, Sóller y Valldemossa son los pueblos líderes en imágenes y que Valldemossa aparece en todas las rutas descritas.