El doctor Oriol Bonnín. | Pere Bota

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La Reial Acadèmia de Medicina de les Illes Balears acogerá este miércoles el acto de la recepción como nuevo académico de honor, el doctor Oriol Bonnín (Barcelona, 1946), cardiólogo y cirujano cardíaco, que llegó a Mallorca en el año 1992. Participó en el primer trasplante de corazón de España y todavía ejerce en la sanidad privada de la Isla.

¿Qué representa este nuevo nombramiento para usted?
— Es un reconocimiento inesperado, ya que el resto de académicos de honor son profesionales de gran impacto. La verdad es que no me lo esperaba y para mí es un honor. En cualquier caso, no es un reconocimiento solo personal, sino a todo el equipo que me ha acompañado. Me siento como un representante de todos ellos.

Usted todavía está en activo...
— Así es. En la actualidad ejerzo solo en la sanidad privada, aunque mi actividad ya es limitada. La verdad es que todavía me siento capacitado, pero soy consciente de que hay que saber decir hasta cuándo.

¿A cuántos pacientes ha operado?
— Tras pasar los 12.000 dejé de contar, aunque algún día quizá retome el recuento. Diría que a día de hoy estoy cerca de los 15.000. En una época realizaba una media de tres operaciones al día, algo que hoy es impensable.

Desde que usted empezó a operar, la cirugía cardíaca ha evolucionado mucho. ¿Qué destacaría?
— La cirugía cardíaca tiene una historia corta, de unos 50 años, pero hay que reconocer que tiene un impacto muy potente. La cirugía coronaria que más se llevaba a cabo en el mundo desarrollado ha evolucionado hacia técnicas menos agresivas para el ser humano. Por ejemplo, ya no se tiene que practicar siempre una apertura del esternón. Y esto, hay que aceptarlo. Esta evolución busca menos agresividad para el paciente. De todos modos, debe quedar claro que se debe llevar a cabo la técnica más eficaz y segura para el paciente. Siempre se debe primar el beneficio del paciente.

También ha cambiado la edad de los pacientes. ¿Es así?
— Se realizan muchas intervenciones a pacientes mayores de 70 años, algo que en los años ochenta no ocurría. La edad ya no es un factor limitante y cada vez se opera a personas más mayores y también a casos más graves.

¿Qué impacto ha tenido la pandemia en los pacientes de cardiología?
— En primer lugar, al tener bloqueadas las camas de UCI para pacientes graves de COVID-19, difícilmente se puede tratar otras patologías igualmente graves. En muchos casos, estos pacientes con problemas cardíacos han tenido que esperar a ser intervenidos por lo que han llegado más graves de lo que estaban. Entre los primeros que operamos que tras la paralización de la actividad, los había con un nivel de riesgo muy elevado. Por otra parte, el miedo colectivo que se instauró provocó reticencias a acudir a un hospital por temor a contagiarse. Este hecho también propició que pacientes que necesitaban tratamiento no vinieran al hospital o lo hicieran con retraso. Hemos realizado intervenciones más duras.

¿Recomienda a todo el mundo hacerse revisiones periódicas del corazón?
— Más que revisiones periódicas, lo más importante es tener una mentalidad de cuidados preventivos. La prevención es muy importante y debería formar parte de la formación en las escuelas. Hay que mentalizar a la sociedad, sobre todo a los jóvenes. El tabaco y el alcohol son dos peligros para el futuro y parece no tenerse en consideración.