El hotelero Gabriel Escarrer en una imagen reciente.

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Gabriel Escarrer Juliá (Porreres, 1935) presenta este martes en Palma su libro Mi vida. Escarrer inició su andadura profesional a los 21 años, con la gestión del hotel Altair.

¿Cómo valora su trayectoria?
— Lo cierto es que me siento muy orgulloso y satisfecho de mi vida. Teniendo en cuenta que mis orígenes fueron humildes y que tuve que empezar sin apenas recursos, creo que he tenido una vida intensa y productiva.

¿La pandemia ha sido el factor más negativo en su carrera?
— Sin duda alguna; lo cierto es que en 65 años hemos vivido situaciones muy difíciles y comprometidas, pero nunca pudimos imaginar que una pandemia global nos obligaría a cerrar casi todos nuestros hoteles en el mundo, y que nuestros ingresos se desplomarían completamente durante más de 15 meses. Esta difícil prueba nos ha hecho mejores y más resilientes.

¿Ha sido un éxito su apuesta por la internacionalización?
— Por supuesto, y estoy convencido de que fue la mejor decisión que hemos tomado nunca, puesto que amplió nuestros horizontes y nos permitió exportar nuestro know how y nuestras marcas a los mejores destinos turísticos y más interesantes del planeta.

¿Cómo han sido sus relaciones con los políticos?
— Mi filosofía ha sido siempre mantener buenas relaciones con los políticos, y así ha sido casi siempre, aunque en ocasiones no he podido lograrlo debido a alguna circunstancia. Siempre nos ha extrañado que en un país como España, segundo destino turístico del mundo, no haya un ministerio exclusivamente dedicado al turismo, pero ante todo, siempre he mantenido las bondades de la colaboración eficaz y leal con todos los gobiernos para conseguir un modelo y un desarrollo turístico mejor y más sostenible.

¿Por qué tienen mala imagen los hoteleros en Baleares?
— Creo que la turismofobia es un fenómeno basado en la desinformación, ya que no es coherente odiar a una industria que ha puesto a Baleares en el mapa internacional, y que proporciona cerca del 40 % del PIB balear. Creo que entre todos, Administración y empresas, tenemos que trabajar juntos para erradicar ese prejuicio y dar a conocer la verdadera dimensión económica y social del sector, su compromiso con la sostenibilidad, y para ello tenemos ejemplos como la reconversión de Magaluf, donde nuestra empresa invirtió más de 20 millones para renovarla y hacerla competitiva.

¿Qué camino debe seguir la industria turística?
— Yo tengo muy claro que el camino a seguir es el de la calidad, es decir, un crecimiento cualitativo y no cuantitativo, para tener un turismo de mayor calidad y más rentable, con menor consumo de recursos, que siga generando empleo y riqueza. En cuanto a la sostenibilidad, es evidente que es un camino sin retorno, y el turismo del futuro será sostenible o no será.

¿Qué opina de los fondos Next Generation de la UE?
— Una inversión tan importante como la que podría llegar al sector turístico nos permitiría abordar las grandes prioridades de transformación del sector, que tiene que ser mucho más digital y eficiente, más sostenible, y de una mayor calidad. De manera especial, la reconversión de los destinos pioneros establece cómo transformar el modelo turístico de esos destinos en clave digital, sostenible y de calidad.

¿Qué hitos considera más importantes en su trayectoria?
— Echando la vista atrás, ha sido una vida plena y diría que ‘bien vivida’ y entre sus principales hitos podría destacar la firma de mi primer hotel en 1956 y la de los hoteles que, gota a gota, fui incorporando desde entonces, la extraordinaria adquisición de Hotasa, operación audaz donde las haya, la compra de Meliá, y la apertura de nuestro primer hotel en el extranjero, en Bali.

¿Cómo vio la salida a Bolsa de Meliá en 1996?
— Sin duda fue la decisión correcta, pues no se puede nadar contra corriente y con la salida a Bolsa nos dotamos de la capacidad financiera para acometer la expansión que queríamos.

¿Cómo ve el futuro del turismo?
— Creo que la pandemia ha hecho evidente que el turismo es una industria tremendamente resiliente y por lo tanto, con unos fundamentales muy poderosos, como se ha demostrado con el repunte de las reservas desde que se controló la pandemia. Creo que a pesar del impacto devastador que supuso la COVID y de los problemas resultantes, el turismo tiene por delante unos años de fuerte recuperación y llegar en 2023 a los niveles de 2019.

¿Ha trasladado a las siguientes generaciones su espíritu de trabajo como emprendedor?
— Absolutamente, tanto mi hijo Gabriel como su equipo directivo pertenecen a una generación diferente, con una gran formación académica y otras formas de trabajar y estilos de liderazgo, pero le aseguro que todos los que lo integran comparten los valores sobre los que se funda nuestra compañía.

¿Ha dejado algo en el tintero a la hora de elaborar el libro?
— Con este libro he tratado de reflejar mi legado. He querido reflejar de manera honesta mi trayectoria y mis vivencias, pero evidentemente todos los momentos y las historias de más de 65 años vividos muy intensamente, no caben en estas páginas.

El apunte

«La sintonía con Castro fue absoluta»

Gabriel Escarrer hace especial hincapié en su apuesta por la internacionlización. Tras el Meliá Bali, inaugurado en 1985, Escarrer puso su punto de mira en Cuba, donde ahora es la principal cadena hotelera internacional. Afirma que desde el primer momento, finales de los 90, «la sintonía con Fidel Castro fue absoluta porque entendía el turismo como un camino hacia la paz, de ahí la apuesta de la empresa por este destino caribeño». Esta decisión empresarial le provocó quebraderos de cabeza con Washington con la ley Helms-Burton.