El historiador Àngel Casals estuvo este jueves en Palma y participó en un ciclo sobre Germanies.  | Pilar Pellicer

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Àngels Casals (Barcelona, 1963) es especialista en bandolerismo, historia militar y formas de violencia social. Apuesta por analizar desde múltiples factores las causas que hace 500 años originaron la revuelta de los ‘agermanats’.

Usted sitúa el origen de las Germanies en una situación común que no sólo se daba en Mallorca sino en toda la corona catalanoaragonesa. ¿Cuál era?
— No se trata de una causa única pero sí que abonó el alzamiento. Fue el vacío de poder que existió durante los últimos años del reinado de Fernando el Católico. Un vacío de poder que duró hasta que se proclamó como nuevo sucesor de la Corona de Aragón al emperador Carlos III.

¿Cuántos años duró el vacío de poder y cómo afectó a Mallorca?
— Empezó más o menos en 1510 y duró hasta la llegada del Carlos III a Catalunya y Aragón, porque el nuevo rey no llegó a pisar ni Valencia ni Mallorca. En Catalunya el nuevo rey tuvo que negociar su proclamación con las cortes de Barcelona porque el rey Fernando había designado como heredera de la corona aragonesa a Juana la loca. Pero el nuevo rey ni siquiera pisó Mallorca. Con Carlos III llegaron nuevos gobernadores extranjeros y por desconocimiento autorizaron el armamento de los agermanats de Valencia, que lo pidieron con la excusa de poder repeler ataques moriscos. En Mallorca los agermanats entendieron que también podían hacerlo. Así empezó todo.

¿Y más allá? ¿Qué pasaba en la Península o en Europa?
— Hay que ampliar el foco, las Germanies son parte de un fenómeno europeo más amplio. Hay que pensar en los comuneros de Castilla, las revueltas de agricultores en Hungría, en Eslovenia, en Alemania o en la Corona de Aragón. Cada una de esas revueltas tienen sus especificidades pero también rasgos comunes, como la idea que actuaban legalmente. Es decir, son alzamientos en armas    para reivindicar el funcionamiento correcto de las instituciones. Los agermanats de Mallorca, los de Valencia y sus análogos de Europa querían acabar con las injusticias.

¿Qué reivindicaciones compartieron esos ‘agermanats’ de toda Europa?
— Ninguno de esos movimientos cuestionó el poder del rey, sólo el de las autoridades intermedias. Denunciaban que la ley se aplicaba de forma fraudulenta con el objetivo de aumentar los    impuestos a la nobleza y que no se respetaban los derechos.

¿Triunfó alguna de esas revueltas?
— No, igual que pasó con las Germanies todas terminaron sofocadas. Aunque en algunas de ellas participaron sectores de clases dirigentes, siempre lo hicieron intentando instrumentalizar la revuelta para acabar con sectores de poder contrarios.   

Si volvemos a las Germanies... ¿Por qué no se aplicó en Mallorca la reforma que Fernando el Católico adoptó en Catalunya?
— Hay que tener en cuenta que esa reforma que adoptaba medidas proteccionistas y eliminaba impuestos se aplicó después de la Guerra Civil catalana y de la revuelta de los Remences en el campo, cuando Catalunya quedó en la ruina. La nobleza y las clases privilegiadas habían visto las orejas al lobo y se aliaron con la monarquía para garantizar la paz y recuperar la economía.

¿Ignoró entonces la nobleza mallorquina las reformas que proponía el rey?
— Cuando el rey Fernando el Católico se hizo mayor todo empezó a hacer aguas y la nobleza dejó de apoyar las peticiones reales. Y eso supuso que el rey perdiera el control sobre sus reinos. En ese ambiente se originó la revuelta. Fue entonces que la nobleza mallorquina recurrió al nuevo emperador Carlos III, quién contribuyó a sofocar la Germanía. Así empezó el proceso que recentralizó el poder en la monarquía.