Un joven recibe la vacuna contra la COVID-19. | Ana Escobar

TW
45

La vacuna contra la COVID-19 está suscitando mucha polémica y las teorías de los antivacunas cada vez cobran más fuerza. Circulan toda serie de teorías, desde que disminuye el pene hasta que provocan infertilidad. El especialista en Salud Pública y Medicina Preventiva, Joan Carles March, intentará desmontar en el siguiente artículo las tesis de los negacionistas.

1. Tienen grafeno o metales magnéticos o arsénico. «Las vacunas no contienen metales pesados, capaces de atraer a los imanes. En diversos vídeos se ve a personas colocándose un imán en el brazo. Según aseguran, estos objetos se quedan pegados a la piel por la atracción de los supuestos metales pesados de las vacunas». March sostiene que «vacunarse contra el COVID-19 no magnetiza. Además, la dosis habitual de una vacuna contra la COVID-19 es de menos de un mililitro, por lo que no es suficiente para atraer imanes a la zona en que recibió la vacuna incluso si tuviera un metal magnético. Tampoco hay evidencias científicas que indiquen que las vacunas lleven uranio o arsénico. Otros elementos, como las sales de aluminio, sí se emplean en la fabricación de algunas vacunas, pero son inocuas».

2. Son un medio para que Microsoft nos introduzca un microchip. «Estos mensajes, virales desde el inicio de la pandemia, tergiversan declaraciones del propio Bill Gates o sacaron de contexto publicaciones satíricas. Las vacunas no contienen microchips».

3. Se han desarrollado con el uso de supuestos fetos abortados. «La realidad es que los fabricantes de vacunas no toman fetos recién abortados para elaborar vacunas. Lo que sí se usan son líneas celulares derivadas de fetos muy concretos de hace décadas de abortos legales realizados por razones médicas».

4. Se han saltado los controles y no son seguras. «La vacuna contra la COVID se ha conseguido tan rápido porque se han saltado fases, protocolos y no ha pasado todos los controles. La velocidad a la que se han diseñado, fabricado y administrado las primeras vacunas contra la COVID-19 ha sido un hito sin precedentes en la historia de la ciencia pero eso no significa que se haya hecho mal. La realidad es que se han cumplido todos los protocolos y fases habituales en estos procedimientos. Estos documentos son públicos. Para empezar, las vacunas se han desarrollado tan rápido porque la familia de los coronavirus no es nueva para el hombre. No partíamos de cero, las vacunas de ARN mensajero o las basadas en adenovirus llevan estudiándose décadas. La única diferencia entre el desarrollo del fármaco contra la COVID y otras vacunas es que algunas fases clínicas —que normalmente son secuenciales— se han solapado, para ganar tiempo. La vacuna contra la COVID ha tenido una inversión económica sin precedentes, tanto de instituciones públicas como privadas y ha sido muy fácil encontrar voluntarios para las distintas fases clínicas. Las vacunas que no han cumplido con los estándares de viabilidad, no han superado las fases y no han llegado al público».

5. La vacuna continúa en fase experimental: nos usan como cobayas. «Las vacunas autorizadas en Europa (Pfizer, Moderna, AstraZeneca y Janssen) se encuentran en fase 4, lo que se conoce como fase de fármaco vigilancia, que es la fase normal que tiene lugar después de la comercialización de cualquier vacuna o medicamento y que sirve para monitorizar los posibles efectos secundarios o adversos de la vacuna, sobre todo los más raros. Cuando una vacuna está en fase 4 ya está aprobada para su comercialización y no es experimental. Tanto es así que muchísimos medicamentos de los que consumimos, en nuestro día a día, siguen en fase 4 o de farmacovigilancia. Se notifican efectos secundarios durante años a las agencias del Medicamento para un mayor control sobre nuestra seguridad, como se ha hecho siempre».

6. Son peligrosas y por eso las mantienen en secreto. «Las distintas compañías que las fabrican, e incluso la FDA, han hecho públicos y en varios idiomas todos los componentes de las distintas vacunas. Los procedimientos de regulación, ensayos y acreditación de componentes de las vacunas están altamente regulado por todas y cada una de las agencias correspondientes: la FDA, la EMA y la AEMPS. Todas ellas establecen una normativa estricta y de obligado cumplimiento con respecto a la comunicación de los componentes de las vacunas, ya sean activos o simplemente soporte. Es imposible que una vacuna reciba la aprobación de una de estas agencias sin declarar públicamente todos sus componentes y demostrar que no son nocivos para la salud pública».

7. Contienen luciferasa. «No está en la lista de componentes de las vacunas. La luciferasa es una enzima, que sirve para visualizar mejor las reacciones cuando se realizan experimentos en el laboratorio porque son muy fáciles de detectar. No aporta ninguna función más allá de la bioluminiscencia».

8. Contienen talidomida. «Es absolutamente falso que contengan talidomida, que es un fármaco que se comercializó en los años 50-60 como sedante y para calmar las náuseas en embarazadas. Fue retirado del mercado porque provocó malformaciones congénitas en niños. De hecho, cambió y endureció mucho los protocolos por los que las distintas agencias aprueban los medicamentos, incluidos las vacunas. En la actualidad, la talidomida sólo puede administrarse como fármaco contra la lepra, su uso fuera de este concepto está prohibido y es fraudulento».

9. Los sueros de ARN mensajero (Pfizer y Moderna) modifican el genoma. «No hay evidencias de que las vacunas de ARN mensajero puedan modificar nuestro genoma. El ARN mensajero de las vacunas permanece muy poco tiempo en nuestras células porque es muy frágil y se degrada fácilmente. Para poder modificar nuestro genoma, el ARN tendría que encontrarse con nuestro ADN y eso no ocurre porque están en compartimentos diferentes de la célula. El ARN permanece en el citosol y el ADN está en el núcleo. En el hipotético caso de que el ARN mensajero y nuestro ADN se encontraran en el mismo compartimento, el ARN mensajero no podría integrarse en nuestro genoma porque primero debería convertirse en ADN, y para eso requiere de proteínas y secuencias especiales y muy específicas. Si las secuencias de los coronavirus pudieran modificar nuestro ADN, se habrían encontrado ya restos del genoma de estos virus en nuestro ADN. Y eso no ha ocurrido. En definitiva, la base de las vacunas de ARNm es introducir esta molécula, mediante transportadores inocuos, en la célula. De manera que, una vez ha realizado su función, se elimina. En conclusión, el ARNm no entra en ningún momento en el núcleo de la célula, que está protegido por una doble pared de membrana a la que solo se entra con invitación (transportadores específicos). Por este motivo, no pueden unirse, ni producirse modificación alguna en nuestro genoma».

10. Las vacunas de ARN mensajero pueden inducir la enfermedad. «Las vacunas de ARN mensajero contienen las instrucciones para que nuestras células produzcan la proteína S del virus pero no contienen al virus completo, por lo que no podrían producir la enfermedad. Al no llevar el virus completo, no es posible que se forme ni se ensamble. Por ello, no puede producir la enfermedad ni ser viable que se multiplique en nuestras células como en la patología normal».

11. Las vacunas generan que aparezcan nuevas variantes del coronavirus. «La vacuna contra la COVID no es el causante de las nuevas variantes del Sars-Cov-2. Lo que estamos viendo es que, además de evitar que la gente enferme gravemente y muera, ya hay evidencias importantes de que las vacunas también limitan de forma considerable la infección y la transmisión del virus. Cuanto más circule el virus, más personas infecte y más replique, más probable es que aparezcan nuevas variantes. La vacunación global es el mejor arma que tenemos para evitar que esto ocurra. Es cierto que si permitimos que el virus siga circulando libremente a la vez que vacunamos poco o mal, esto podría favorecer la aparición de nuevas variantes que pudieran evadir, al menos parcialmente, la respuesta inmune. La mejor forma de evitar la aparición de nuevas variantes es vacunando de forma global al mismo tiempo que se implementan medidas de restricción para intentar frenar las infecciones».

12. La variante británica surge porque Reino Unido fue de los primeros países en empezar a vacunar. «La variante británica apareció antes de que empezase el proceso de vacunación en Reino Unido. Se identificó por primera vez el 20 de septiembre de 2020. A mediados de noviembre, ya estaba presente en el 26 % de los casos y en la semana del 9 de diciembre alcanzó el 60 % de las muestras de pacientes en Londres. Sin embargo, la campaña de vacunación en Reino Unido no comenzó hasta el 8 de diciembre».

13. Las vacunas contra la COVID-19 afectan a la fertilidad. «No hay evidencia de que las vacunas contra la COVID-19 causen problemas de fertilidad en mujeres o hombres».

14. Inoculan el virus. «AstraZeneca utiliza un vector viral de chimpancé no replicativo basado en una versión debilitada de un virus del resfriado común (adenovirus) que causa infecciones en los chimpancés y contiene el material genético de la proteína de la espícula del virus SARS-CoV-2. Después de la vacunación, se produce la proteína superficial de la espícula, lo que prepara al sistema inmunitario para atacar al virus SARS-CoV-2 si posteriormente infecta al organismo. Si ponemos el foco en el suero de Janssen es una vacuna de vector vírico que vehiculiza dentro de un virus inofensivo diferente al coronavirus la información genética necesaria para que el cuerpo humano produzca anticuerpos/respuesta inmune frente a la proteína S del SARS-CoV-2. En ninguno de los dos casos los vectores virales empleados cuentan con capacidad para replicarse ni para causar infección».

Noticias relacionadas

15. El 80% de los adolescentes vacunados con Pfizer tienen efectos que pueden provocar un trauma severo. «La afirmación no es cierta. Se basa en unos datos descontextualizados de un documento de Pfizer. Los efectos más frecuentes entre jóvenes son de carácter leve. La vacunación es segura».

16. No hay pruebas de que en Gibraltar hayan muerto 53 personas tras recibir la vacuna contra la COVID-19. «No hay evidencias de que ninguna de las 11.073 personas vacunadas en Gibraltar haya muerto a consecuencia de ninguna reacción a la vacuna».

17. Van a enfermar al 80% de las personas que las reciben. «Las vacunas pueden causar algunas reacciones adversas, casi siempre leves. Sin embargo, los datos recopilados hasta ahora señalan que estas vacunas son seguras y contradicen la afirmación de que van a enfermar al 80% de la población».

18. Una voluntaria del ensayo clínico de la vacuna de Pfizer ha sufrido una erupción en la planta de los pies. «Esta erupción no es un efecto secundario derivado de la vacuna contra la COVID-19. Pfizer afirma que la voluntaria sí participó en uno de los ensayos clínicos de la vacuna contra la COVID-19. No obstante, indica que su condición médica no está relacionada con su participación en el ensayo clínico. La propia voluntaria asegura que los fabricantes de la vacuna le han comunicado que ella se encontraba en el grupo placebo del ensayo».

19. Los vacunados no pueden donar sangre. «Varios mensajes engañosos apuntan que los vacunados de coronavirus no pueden donar sangre. Esto es falso. En la mayoría de los casos sí pueden donar sangre después de la vacuna. Además, donar sangre después de la vacunación no reduce la protección frente al coronavirus.

20. Los sueros de Pfizer y Moderna causen convulsiones. «Los trastornos neuromusculares no se han identificado, hasta la fecha, como un efecto adverso de la vacuna. La situación es similar con la vacuna de Moderna. En ningún artículo científico se describen las convulsiones como un efecto adverso registrado en los ensayos clínicos.

21. La vacunas hacen que seas positivo por VIH. «Se ha demostrado que los casos fueron falsos positivos. Se detectaron en Australia entre un grupo de voluntarios que se estaban testando una vacuna en la que introdujo un pequeño fragmento de una proteína del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Como consecuencia, el sistema inmunitario de estas personas que participaron en el ensayo clínico también generó anticuerpos contra el VIH, lo que produjo un falso positivo en las pruebas de detección de esta enfermedad».

22. No tengo que vacunarme porque ya he pasado la enfermedad. «Como por el momento se desconoce cuánto dura la inmunidad tras haber pasado la enfermedad, es necesario vacunarse.

23. Las vacunas no sirven porque el virus está mutando. «Es muy habitual que los virus muten. Seguirán apareciendo variantes del SARS-CoV-2, lo que no equivaldrá a que las vacunas dejen de ser eficaces. Hasta ahora no se han identificado mutaciones que den lugar a la aparición de un serotipo nuevo. De hecho, Moderna y Pfizer-BioNTech han declarado que sus vacunas cubren las variantes del coronavirus identificadas en Reino Unido y Sudáfrica».

24. No puedo vacunarme si tengo alergia. «La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica considera no se debe generalizar y excluir de la vacunación a todas aquellas personas que han tenido reacciones graves con medicamentos o alimentos.

25. Disminuye el pene. «Eso es imposible. La pérdida de longitud de pene se debe a otros motivos, principalmente por la edad, el aumento de peso, la cirugía por cáncer de próstata, o enfermedades como la enfermedad de La Peyronie o curvatura de pene».

26. La vacuna hace eyacular más. «No tiene respaldo científico. En el estudio, en los parámetros espermáticos antes y después de dos dosis de una vacuna de ARNm, no hubo disminuciones significativas. Además, aunque el análisis del semen es la base de la evaluación de la fertilidad masculina, es un predictor imperfecto del potencial de fertilidad. Para causar esterilidad, debería afectar directamente a la producción de los espermatozoides que se produce en los testículos o afectar a la producción de las hormonas reguladoras de la misma a nivel hipofisario. No hay nada con suficiente evidencia científica al respecto».

27. Una enfermera se desmayó justo después de vacunarse. «En distintas redes sociales se ha hecho viral un vídeo donde una enfermera llamada Tiffany Dover se desmayó durante una rueda de prensa minutos después de recibir la vacuna de Pfizer/BioNTech en un hospital de Estados Unidos. Incluso hay fuentes que aseguran que la enfermera falleció poco después de vacunarse. Es cierto que la enfermera se desmayó durante la rueda de prensa. Sin embargo, ella misma matizó en una entrevista posterior que padece lo que se conoce como el síncope vasovagal por el cual puede desmayarse en respuesta a un factor desencadenante como puede ser ver sangre, ciertos dolores, ya sea un golpe en el pie, el pinchazo de una vacuna o un elevado estrés emocional».

28. Los científicos usan mucho la frase no hay evidencia científica porque no tienen ni idea. «Falso. En ciencia se utiliza la frase 'no hay evidencias', 'los resultados sugieren', 'es posible que', 'parece ser que' porque los científicos hablan sobre lo que se conoce y no se basan en opiniones o creencias.

29. Es mejor esperar a ver qué pasa. «El beneficio de la vacuna supera con creces el riesgo de tener algún efecto adverso. La probabilidad de infección contagiando a otros desarrollando síntomas graves de la COVID-19, llegando incluso a fallecer, es mayor que los posibles efectos secundarios que pueda tener la vacuna».

30. Los africanos van a ser usados como conejillos de indias. «Es un bulo que surgió al inicio de la pandemia y que tiene su raíz en el legado colonial que tienen muchos de los países africanos, lo que también provoca la desconfianza entre la gente del continente africano en la medicina occidental».