En desuso. Muchas de las cabinas apenas son usadas debido a la imposición de la telefonía móvil e Internet, ya de uso mayoritatrio entre la ciudadanía. | Pere Bota

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En 1972, José Luis López Vázquez se quedó encerrado en una cabina telefónica y fue inmortalizado en el premiado cortometraje La cabina.

Era un antiguo modelo con puertas, el modelo Garza, que ha quedado desterrado de todo el panorama urbano (y rural) del país. Ya no queda ni un rastro de esta reliquia. Fuentes de Telefónica señalaron que se sustituyeron por las cabinas actuales para facilita la accesibilidad de las personas con movilidad reducida.

Prórroga

El 31 de diciembre se sabrá si continuarán el resto de cabinas en Mallorca. El Gobierno central ha ido prorrogando año a año la presencia de teléfonos públicos y habrá que esperar a final de año para saber si seguirán presentes.

Mientras tanto, en Baleares quedan 363 cabinas de teléfono, repartidas de la siguiente manera: 288 en Mallorca (de las que más de un centenar están en Palma), 39 en Eivissa, 22 en Menorca y tres en Formentera.

Fuentes de Telefónica indicaron que las cabinas de Baleares recibieron una media de 0,5 llamadas al día, es decir, una llamada cada dos días. Más de la mitad de ellas no registraron ni una sola llamada al año.

En las Islas, por otro lado, y según datos de 2018, la más usada fue la de Santanyí, y la menos usada, en Sant Antoni (Eivissa). Desde la compañía advirtieron que «aquellas que están en puntos turísticos tienden a ser más usadas que otras».

A petición de la administración local correspondiente, algunas cabinas se han retirado. El servicio de teléfono público está asegurado hasta el 31 de diciembre de este año, a la espera de nuevas decisiones.

Entre las causas de la desaparición de las cabinas está la irrupción de la telefonía móvil. En 2006 ya se registraron más líneas de teléfono móvil que habitantes. La imposición de las tarifas planas provocó el desplome de los teléfonos públicos. Según datos de la Comisión Nacional de Mercados y la Competencia (CNMC), el 88 por ciento de la población actual reconoce no haber usado nunca una cabina. De hecho, en países vecinos ya han desaparecido hace años.

Alternativa

En cuanto a usos alternativos, se han llevado a cabo proyectos piloto en Andalucía para convertirlos en punto de recarga o de información turística, pero aún se desconoce si se impondrá esta nueva modalidad que permita mantener las cabinas.