Pfizer ya tiene lista una vacuna para los menores de 12 años. | DADO RUVIC

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Las agencias reguladoras de medicamentos tienen pendiente la próxima aprobación de la vacuna de Pfizer para los menores de 12 años. En este punto, ya se ha suscitado el debate de si es conveniente inocularlos.

El especialista en Salud Pública y Medicina Preventiva, Joan Carles March, sostiene que la vacuna contra la COVID-19 para niños de 5-12 años tiene sus aspectos positivos y también negativos. «Para mi, la decisión de vacunar o no a los niños sanos es compleja, y depende de factores científicos y también éticos, sin duda».

En este sentido, precisa que «el beneficio directo de la vacunación no es central, más diría, es marginal en el niño sano comparado con el adulto, el adolescente o el niño con factores de riesgo asociados».

Además, añade que «si los niños no se vacunan, dejaríamos sin inocular al 25 % de la población mundial y generaríamos un reservorio especifico para el SARS-cov-2».

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A su modo de ver, «existe un debate por encima ligado a si debemos priorizar la inmunidad colectiva con la vacunación infantil en los países más ricos y avanzados en la vacunación, o apelar a la equidad, y evitar la muerte y sufrimiento mediante la vacunación de los grupos más prioritarios y vulnerables en aquellos países que todavía ni han comenzado la vacunación o que tienen un porcentaje inferior al 5 %».

En este punto, destaca que «los menores de 12 años tienen bajo riesgo de infectarse con el SARS-CoV-2 y desarrollar una enfermedad grave. Los datos que tenemos en España, es que menos del 0,02 % de los fallecimientos por COVID-19 han sido menores de 12 años. Además, la inmensa mayoría de los casos en niños pequeños son asintomáticos».

Efectos adversos de las vacunas

Por otra parte, añade «los efectos adversos de las vacunas son extremadamente infrecuentes, pero no son cero. Seguramente el beneficio directo para esos niños menores de 12 años sea escaso y la exigencia de seguridad de las vacunas tiene que ser mayor al que es en estos momentos».

March sostiene que «tampoco tenemos evidencia de que los niños hayan sido grandes transmisores del virus. Peor también hay que decir que el virus se mueve, principalmente en los no vacunados. Es necesario vigilar cómo evoluciona la incidencia de las nuevas variantes en la población menor de 12 años. Por tanto, vigilancia y seguimiento de las variantes en los niños más que vacunación».