Palma pruebas pcr test de antigenos en el centro de salut de son rullan - tambien fotos de recurso - los pacientes que salen han dado su autorizacion - coronavirus covid foto Miquel A Cañellas Canellas

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La lectura y el análisis de los datos recogidos a diario durante este casi año y medio de pandemia permiten a los expertos sacar conclusiones, entender el comportamiento del virus, su capacidad de infección en cada grupo población y, entre múltiples cuestiones más, sacar algunas predicciones de cómo determinadas variables pueden variar el impacto del Sars CoV-2 en los individuos. En la actual ola, algunos analistas han observado una cierta desaceleración inédita de los contagios, un descenso más rápido que en otras olas (especialmente si se compara con las de 2020). En algunas comunidades lo han reseñado así y también otros países como Reino Unido. En Baleares, también se ha podido observar ese comportamiento, y así lo confirma el profesor de Matemáticas de la UIB, Daniel Ruiz, quien explica que hay algunas variables, algunas que no se habían dado en olas anteriores, que favorecen que la incidencia alcanzada este verano, la más alta registrada en toda la pandemia, haya retrocedido aún ritmo muy positivo. La más importante, la vacunación.

«Hay algunas cuestiones que dificultan que las diferentes olas puedan compararse, partiendo, por ejemplo, de que la recogida de datos actual no es la misma que hace un año o en los primeros meses de la crisis sanitaria, o la detección de casos, que se ha ido mejorando con la tiempo», señala Ruiz. Si comparamos la situación actual con la ola del pasado verano es cuando se puede ver que el descenso de la actual ha sido especialmente rápido. Sin embargo, el doctor en Matemáticas apunta a que lo más correcto sería hacer comparativas con la ola más cercana en el tiempo, es decir, la registrada entre enero y febrero de 2021. Y en esa confrontación de datos es donde se puede observar quizá lo que hace a esta ola diferente de todas: la clave de la vacunación. Daniel Ruiz subraya que el porcentaje de población vacunada, «aunque sea con una primera dosis», ha permitido «que, pese a que el número de infecciones haya sido mayor ahora que a principios de año y las restricciones no tan fuertes como entonces, eso no se haya traducido en una mayor hospitalización». En enero y febrero, «con menores incidencias registradas que ahora, la hospitalización se desbordó, con UCIs al límite, al borde del colapso».

En el siguiente gráfico, elaborado por Daniel Ruiz, pueden observarse los dos picos de incidencia de este 2021: enero y febrero, y julio y agosto:

Pese a que la incidencia se ha disparado este verano alcanzando los 1.000 casos por cada 100.000 habitantes cada 14 días, la siguiente gráfica, del mismo autor, muestra cómo eso no ha tenido una respuesta proporcionada en la hospitalización. Con más infectados, ahora menos hospitalizados en planta:

El profesor de la UIB explica que hay otras cuestiones que han favorecido la actual situación, más allá de la vacuna. Una de ellas es «la autoprotección». «La población ya tiene una experiencia y cuando ve que a su alrededor comienzan a detectarse casos ya toma la decisión personal de tomar más protección o de quedarse en casa ante la posibilidad de ser positivo», apunta.

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Otras variables serían «la alarma social ante la propagación en la comunidad», pero también «las restricciones y medidas» para la población que determinan las autoridades sanitarias o «la capacidad de infección del virus». Sobre éste último punto aclara que la desaceleración se puede producir porque en este momento «el virus no encuentra espacio para propagarse, o bien porque la población está vacunada o porque ya se ha infectado».

Todo ello explicaría porqué la COVID-19 «ha ido infectando a nichos que hasta ahora no atacaba, como es la población más joven», que además se sobreexpuso al virus al relajar las medidas de prevención en el inicio del verano. En esas franjas más desprotegidas, en las últimas dos o tres semanas, el virus campó a sus anchas, afectando al 2% de la población de entre 15 y 25 años. «Su velocidad de infección fue rápida», pero «se le fueron cerrando puertas».

Desde hace ya algunas semanas, la incidencia ha encaminado un retroceso. Los detección de nuevos casos se ha ido reduciendo y la tasa de positividad empieza a indicar que la ola comienza otra nueva fase, la de control. Atención Primaria atiende en estos momentos más de 8.000 casos activos, sólo hace unas semanas se alcanzan los 14.000.

Lo que sigue el patrón de todas las olas es que la UCI es la última en notar las mejorías. Caen los casos, mejora la hospitalización en planta, más tarde en las UCI. No obstante, como señalaba Ruiz, los hospitales de Baleares no han sufrido los niveles de colapso de principios de año. Las unidades de críticos han alcanzado los 90 pacientes COVID y en planta casi se han rozado los 400. Ruiz señala que hay que tener en cuenta que la buena situación también ha permitido hospitalizar preventivamente a algunos enfermos, especialmente personas mayores y algunos colectivos preocupantes y que no habían sido inmunizados, como las embarazadas.

Todavía en fase de desescalada, esta última ola lanza al tiempo muchas incógnitas a las que quizá pueda darse respuesta con la perspectiva del tiempo, como ¿es realmente necesario reforzar la vacunación?, ¿es responsable únicamente la variante Delta de esta ola del verano 2021? o ¿la inmunidad de rebaño basta para controlar a la COVID-19?