Turistas en el aeropuerto de Palma. | M. À. Cañellas

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La temporada turística de 2021 ha ido recuperando poco a poco algunos de los niveles de 2019, aunque no volverán a normalizarse hasta 2022 o 2023. No es lo mismo, pero en junio nadie podía vaticinar que a principios de agosto los dos principales mercados emisores a las Islas, alemán y británico, estuvieran operativos gracias a los planes de vacunación en ambos países. Julio fue un mes bueno y agosto se desarrolla del mismo modo, aunque hay una fecha tope, día 20, en el que las reservas están paradas, como constata la patronal hotelera de Mallorca FEHM y la del transporte balear FEBT. El dato positivo es que los indicadores de ocupación laboral e incremento de la actividad económica van por buen camino. El reto es alargar la temporada más allá de septiembre.

Semáforos sanitarios. Las actualizaciones de los semáforos sanitarios en el Reino Unido y Alemania han tenido en vilo a toda la industria turística balear en las últimas semanas. Los niveles de contagios en las Islas están disparados, aunque la tendencia es que bajen de forma progresiva de aquí a final de mes. Estos índices son los que hicieron que Londres nos situara en ámbar, que obliga a los turistas a tener la pauta completa de vacunación para no pasar cuarentena a su regreso. Berlín hizo lo propio con la anuencia del Instituto Robert Koch, ya nos puso en el nivel de riesgo alto y casi se carga el turismo familiar al fijar la edad mínima en los 6 años para evitar cumplir restricciones. Al final, por la presión mediática y el lobby turístico y empresarial británico, la elevó hasta los 12 años. Durante una semana, el sector hotelero padeció cancelaciones masivas de reservas.

Rentabilidad. La llegada del turismo británico a partir del 19 de julio, al decretar el premier británico Boris Johnson la eliminación de las restricciones para viajar al extranjero, provocó un cambio sustancial en los indicadores turísticos. Los tres aeropuertos de las Islas notaron de inmediato un aumento de la programación de vuelos y llegada de pasajeros internacionales. Esta tendencia casi se trunca de raíz esta semana, pero el Gobierno británico optó, quizás con buen criterio, mantener en ámbar a las Islas hasta septiembre. Esto da un respiro a hoteleros y resto de sectores turísticos de las Islas. Hay muchos vaivenes y no extraña que las patronales coincidan en señalar en que lo que urge es que imperen las certidumbres. Lo contrario es negativo para toda la cadena de valor turística.

Contratación laboral. Los datos de la EPA y el paro de julio han sido como la prueba del algodón. La situación económica sigue una línea ascendente en la creación de empleo, caída del número de trabajadores en ERTE y evolución al alza de los indicadores productivos y económicos. Julio ha sido bueno y agosto, salvo imponderables de último momento, sigue la misma tendencia.

Ocupación hotelera. Hay un cierto empecinamiento hotelero en tener encima de la mesa los niveles de ocupación de 2019. La COVID-19 ha provocado que la estadística de 2019 sea pura historia y que los mimbres y criterios comerciales a utilizar en 2021 sean diferentes en todos los sentidos. Los datos de la patronal FEHM apuntan que la ocupación media hasta mediados de agosto será del 65 %, pero el porcentaje baja a partir del día 20. Todo indica que la previsión irá a más, pero ahora la incertidumbre hotelera es máxima y cual mancha de aceite se extiende al resto de sectores. La previsión se hace casi de un día para otro y semana a semana. Las reservas, de momento, superan a las anulaciones y es el camino a seguir a corto y medio plazo.

Alargar la temporada. Tener temporada turística ya es un hecho, pero el objetivo de las instituciones, entre ellas Govern y Consell, y las patronales es alargar al máximo la temporada turística y llegar hasta noviembre con actividad. Touroperadores, aerolíneas y hoteleros están en la misma línea de trabajo. La COVID tendrá la última palabra.