Marga Prohens junto a Isabel Díaz Ayuso. | P. Pellicer

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Marga Prohens es la presidenta del PP con el 99,72 por ciento de los votos, un resultado nunca visto en la formación y que devolvería a los ‘populares’ a la situación en la que estaban con Gabriel Cañellas o Jaume Matas, si no fuera por una salvedad: se acabaron las mayorías absolutas. El objetivo del PP es claro: tomar el Consolat dentro de dos años. El problema del PP también es claro: necesitará a Vox para ello.

Los antecedentes de Prohens

No hay fisuras en torno a Marga Prohens, y eso es algo que no podían decir ni Rosa Estaràs, ni José Ramón Bauzá ni Gabriel Company, sus inmediatos antecesores. Ni Estaràs ni Company lograron ser presidente del Govern. Bauzá consiguió la mayoría más amplia en las urnas cuando nadie le conocía y la derrota más apabullante cuando todo el mundo le conocía. Ganó el congreso a Carlos Delgado gracias al apoyo de la línea mayoritaria moderada del partido y, una vez en la cabina de mando, saltó de bando e hizo la política de quienes lo habían perdido. El resultado de aquella decisión es de sobra conocido.

La alianza incómoda

La irrupción inesperada de Bauzá en el siguiente congreso para competir con Company dejó de piedra al sector crítico con el exconseller, que entre lo malo y lo peor, eligió lo malo para ellos. Jaime Martínez tenía que haber sido el rival de Company, pero la aparición de Bauzá le obligó a sumarse al enemigo para derrotar al expresidente. Fue una alianza incómoda, forzada y que duró muy poco. Company nunca contó con el respaldo de este sector. Esa evidente falta de unidad, que se ha mantenido en el tiempo, es la que ha forzado la salida del expresidente ‘popular’. Company tenía también el inconveniente de no haber sido un hombre de partido.

La unidad, clave

Prohens, lo contrario. Es del PP desde que tiene edad para serlo. Entró en Nuevas Generaciones, todo el partido la conoce, es una mujer valorada y apreciada, sabe ganarse a la gente y esa ha sido la clave de su apabullante victoria. También ha sabido generar ilusión. Este elemento es fundamental para entender qué ha pasado. Para el PP, una tercera derrota electoral sería el hundimiento. Saben que con Company había menos opciones de victoria que con Prohens. Han apostado a caballo ganador y se han arremolinado ante una líder que puede que gane.

Fernández, la reparación

La nueva presidenta ha empezado a jugar sus cartas y el primer movimiento ha sido una muestra más de que busca la unidad como antesala de la victoria electoral. La elección de Sandra Fernández, como secretaria general, otra pata negra del PP, tiene mucho de recuperar a quienes se fueron decepcionados con el partido y mucho de reparación personal a un sector, el rodriguista, clave en las victorias del PP. Fernández fue secretaria general de José María Rodríguez en Palma cuando el PP arrasaba. Todo queda dicho.

El mejor momento

La renovación de la dirección del PP no puede llegar en mejor momento para ellos, con el PI en plena crisis de identidad y Cs con un pie fuera de las instituciones: Si Prohens se hace con votos de ambas formaciones, volverá a resultados cercanos a los de otras épocas.

Problema 1: el enemigo

La nueva presidenta lo tiene todo a favor entre los suyos, pero tiene elementos que le complicarán la victoria. La izquierda recurrirá a su pasado como portavoz adjunta con Bauzá, pero en el PP eso es algo que ya está más que superado. El problema le puede venir del otro lado porque, si Prohens ha demostrado que activa a los suyos, también ha quedado claro que también activa al enemigo. Tablas.

Problema 2: la ausencia

Prohens tendrá que hacer oposición desde el Congreso de los Diputados. Eso le aleja del foco periodístico del Parlament, donde Francina Armengol domina claramente a sus oponentes. Tendrá más dificultades para entrar en debate con la presidenta, que logra dominar el ‘relato’ al que se refiere Prohens. Será difícil aguantar el ritmo de tensión política durante todo este tiempo.

Problema 3: los pactos

Si Prohens quiere ser presidenta, necesitará pactar con Vox. Es aquí donde el PP balear se mira en Ayuso: no quiere ser como la presidenta madrileña, pero sí quieren un resultado que les permita no formar gobierno con Vox. Quedan menos de dos años para ver qué pasa.