Salord (i) considera que, en ocasiones, el compromiso de las instituciones se diluye en errores muy elementales. | Antoni Agüera

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Carlos Salord acumula una larga experiencia de lucha a favor de un medio marino respetado y saludable desde Menorca, Isla privilegiada en todo aquello que hace referencia al mundo del mar y Reserva de la Biosfera. Preside Per la mar Viva, y aunque ve un cierto oportunismo en la lucha contra los microplásticos reconoce que toda ayuda en su labor es bienvenida.

Es una suerte de moda. Algunos recogen colillas en grandes botes y corren a compartir la fotografía en las redes sociales. Otros se pasan un día cribando la arena en busca de vistosas escamas de plástico. Todos tienen una buena razón: no son materiales inocuos, pueden causar la muerte de nuestro preciado mar.

Pese a que haya quien vea en estas prácticas una cierta impostura, no cabe duda que faltan manos para atajar una labor inconmensurable. Y para Salord es necesario algo más que las buenas palabras. «Actuar depende de la voluntad», reafirma con respecto al compromiso que según su parecer han mostrado las administraciones.

Playas de Menorca

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«A todos nos gusta disfrutar del mar en buenas condiciones. Las buenas palabras y las buenas intenciones están bien, pero no son decisivas. Desde Menorca vemos sensibilidad en las instituciones pero también un problema de falta de definición: quién hace qué, y quién se compromete de verdad para solventar las cuestiones».

A veces se producen situaciones rocambolescas, como la que pasa a relatar. «En Menorca, Isla conocida por su fuerte viento, los contenedores amarillos no tienen ningún mecanismo que cierre la boca de entrada. Ello ocasiona que, cuando coinciden los contenedores de envases llenos y los días ventosos, que son bastantes en el calendario, el viento entra por una boca y el plástico sale por la otra».

Podría parecer un tema baladí pero no lo es. «El plástico vuela y si nadie lo recoge, va a parar al mar. Fotem plástico al mar directamente desde el contenedor, y mientras tanto el Consell de Menorca teoriza, reúne expertos, organiza charlas de altura pero sigue fallando en lo básico y elemental».