Imagen en detalle de una de las mordeduras que presentaba el atún, y que dan la medida del depredador que lo atacó. | Pedro Llinàs - Instagram

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Pedro Llinàs, el patrón del Artic, ha zanjado la temporada de pesca de altura del atún en Mallorca con un hecho insólito. Jamás, en sus largos años como pescador, había visto nada parecido. En dos jornadas de pesca su tripulación logró marcar y liberar dos atunes. «A veces, a pesar de trabajar con todo el cuidado del que se es capaz, los peces sufren una muerte accidental», cuenta. Sin embargo, lo que ocurrió ese día no fue un accidente. Ese día los pescadores deportivos en aguas del norte de la Isla asistieron en directo a una demostración de cómo opera la naturaleza, y comprobaron en primera persona los efectos del ataque de un tiburón, gracias a sus dentelladas de casi treinta centímetros.

«Debían ser las doce del mediodía del último día de la temporada. Habíamos capturado un atún, y como hacemos siempre lo marcamos y lo soltamos. Después le ‘pegó’ otro, y nada más picar supe que era muy grande, porque el carrete se terminó enseguida».

Ahí empezó el tira y afloja en el cual el animal sale disparado hacia el fondo, tratando de liberarse. Según el patrón, «cuando se cansa y se vence el atún deja de estirar y es remolcado en vertical, tratando de oponer la máxima resistencia. De repente paró. Mi compañero me dijo 'Pedro, estoy reventado'».

No era para menos pues la lucha había sido colosal. En ese momento Llinàs cogió el testigo y se puso a los mandos de la caña, y nada más agarrarla tuvo una idea de qué estaba sucediendo. «Enseguida dije 'este se ha muerto en el fondo'. Estamos subiendo un pescado muerto. Cuando lo tuvimos aquí y le dimos la vuelta vimos que no le había dado ningún infarto». Los indicios eran más que evidentes, pues estaba lleno de mordeduras.

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Según la estricta normativa que atañe a la pesca deportiva, cuando se pesca un ejemplar de este calibre y llega muerto a bordo se pone en marcha un protocolo, entre el cual debemos informar a las autoridades y llevarlo de una pieza al puerto.

En el transcurso de la comunicación, a la cual contribuyó personal de tierra de su puerto base, el Alcudiamar, y la asociación balear del ramo al patrón del Artic le pusieron en contacto con un especialista, un biólogo para quien recabó muestras que están siendo examinadas. El objetivo es aclarar el origen del ataque y poner nombre al escualo que acabó con la vida de este gran atún.

Mientras tanto las gentes del mar elucubran en base a sus conocimientos y sus experiencias. Algunos dicen que debe ser una cañabota (tiburón cañabota gris, Hexanchus griseus), ya que por la mordedura sin desgarro no es un gran tiburón blanco (Carcharodon carcharias) ni un marrajo (Isurus oxyrinchus). Según los especialistas, las cañabotas se aproximan a los cinco metros y pesan una tonelada. Con toda seguridad pronto saldremos de dudas.

Cabe decir que, de confirmarse, sería el segundo encuentro con un tiburón que el patrón del Artic ha experimentado en 25 años de pesca de altura. «Una vez vi un tiburón zorro», rememora.