Imagen de archivo del vertedero antes de ser cerrado en 2008. | Pere Bota

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El vertedero de Son Reus, el mayor de Mallorca con 4,7 millones de toneladas de residuos, contamina el acuífero sobre el que se asienta con once metales pesados, según un informe del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) en posesión del Ayuntamiento de Palma desde 2019.

Análisis realizados durante cinco años (2015-2019) en 36 pozos perforados en distintos puntos de los 55 kilómetros cuadrados bajo los que se ubica el acuífero han detectado concentraciones por encima del nivel legal de aluminio, arsénico, cadmio, bario, cobre, hierro, mercurio, manganeso, níquel, plomo y zinc. En algunos casos, la presencia de estos metales es puntual, pero en otros es constante, y en general varía en función de la cercanía del vertedero.

6.000 millones de litros

El informe del IGME, de 604 páginas, fechado el 13 de noviembre de 2019 y realizado por encargo de la Empresa Municipal de Aguas y Alcantarillado (Emaya) de Palma, atribuye la contaminación a la filtración hasta el depósito natural subterráneo de aguas de lluvia que arrastran componentes contaminantes de los residuos acumulados durante más de tres décadas en el viejo vertedero.

El vertedero comenzó a recoger basuras y todo tipo de desechos en 1975 y cuando se cerró en 2008 se estimó el material acumulado en unos 4,3 millones de toneladas, a lo que se suman 450.000 toneladas de cenizas cimentadas procedentes de la incineración de residuos.

Todo ello se cubrió de tierra para levantar una montaña artificial en forma de L de 50 metros de altura con un perímetro de 2,6 kilómetros y que ocupa una superficie de 31 hectáreas.

Bajo esa masa de residuos, situada en el área de recarga del acuífero, se acumulan de media anual en torno a 6 hectómetros cúbicos de agua (6.000 millones de litros) declarada apta para abastecimiento humano, de los que se extraen unos 2 hectómetros cúbicos y alrededor de otro 3 hectómetros cúbicos acaban en el acuífero del Pont d'Inca, uno de los más explotados de Mallorca.

Una quincena de científicos y técnicos, coordinados por el jefe del IGME en Baleares, Pedro Robledo, elaboraron el informe, fruto de un convenio de 2014 entre la institución estatal, dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación, y el Ajuntament de Palma.

Según se afirma en el documento, los lixiviados (fluidos generados por los residuos) que arrastran los metales pesados al acuífero proceden del vertedero y causan «una pluma de contaminación que se extiende con altas concentraciones en la dirección del flujo de agua subterránea».

Este flujo, que circula del noroeste del acuífero al sureste y de mayor a menor profundidad, presenta «una pluma de contaminación espacial y vertical de gran extensión y volumen», que se acentúa tras los periodos de lluvias.

Así, en las campañas de mediciones llevadas a cabo se han detectado concentraciones más altas de metales pesados y una presencia más extendida durante el otoño-invierno de 2016 y de marzo a mayo de 2017, cuando hubo más precipitaciones.

Los análisis permitieron establecer tres zonas en función de su grado de contaminación. El área de máxima contaminación es la situada justo bajo el vertedero y se corresponde con su superficie, unos 0,31 kilómetros cuadrados.

Al sur de esa zona, ocupando 6,7 kilómetros cuadrados de la mitad norte del acuífero, está un área de alta contaminación, y de ahí hacia la parte oriental de la masa de agua, donde confluye con la del Pont d'Inca, hay 12 kilómetros cuadrados considerados como de «contaminación media».

La contaminación por hierro es la de mayor amplitud e intensidad, puesto que se ha encontrado en todos los pozos por encima de los niveles establecidos en el decreto estatal de 2003 sobre calidad del agua de consumo humano.

«El plomo, níquel, aluminio y manganeso ocupan durante 2016 y 2017 una extensión que supera la mitad del acuífero», señala el IGME en su informe.

Particular atención presta el estudio al arsénico y al mercurio, «elementos muy tóxicos para la salud» cuyas concentraciones son «altamente preocupantes» en dos pozos anexos al vertedero donde han sido localizados a distintas profundidades, por lo que considera probado que son los lixiviados que arrastran estos metales la causa de la contaminación.

La delegación de la Agencia EFE en Baleares publicará en los próximos días los resultados de una investigación basada en el estudio del IGME, iniciada por el periodista Aitor F.Vallespiry desarrollada con el equipo de la agencia.