El doctor Josep Tomàs Montserrat. | M. À. Cañellas

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Josep Tomàs Montserrat (Llucmajor, 1934) presenta mañana Bernat Riera Alemany (1864-1926). Médico Militar, una «biografía intelectual» sobre el personaje que da nombre a una de las principales calles de Palma, la del General Riera.

Explíquenos quién era el general Riera.

—Nació en Andratx en 1864. Al acabar los estudios se hizo médico militar, probablemente porque tenía unos intereses intelectuales que no se veían compensados por los cirujanos que había aquí y que podía satisfacer ingresando en el Ejército. A los tres años ya era capitán. Le enviaron a Cuba [entonces en guerra para independizarse de España], donde además de médico hizo de cirujano. Quiero decir que allí se ocupó de los heridos. En Cuba aprendió mucho y vio que las prácticas médicas que se hacían en Mallorca se podían mejorar.

Y divulgó sus conocimientos.

—Así es. Al llegar aquí ofreció conferencias sobre cirugía; sobre asepsia y antisepsia y sobre heridas por arma de guerra o por asta de toro. Decía que lo primero que había que hacer era abrir las heridas, mirar bien y, si fuese necesario, extirpar un trozo de intestino. Esto es prácticamente lo contrario de lo que tradicionalmente se hacía. Pero por encima de todo, defendía Riera, había que limpiar bien las heridas, no dejar suciedad para evitar infecciones. Piense que eran otros tiempos. A los enfermos de cáncer, que los médicos no sabían cómo tratar y a los que daban un poco de morfina y a dormir, decía que al contrario, que había que intentar recuperarlos. En fin, Riera era un adelantado.

Ya.

—Pero además de modernizar la cirugía promovió el higienismo, una mejora de las condiciones del suministro y distribución del agua. Hizo un estudio de cómo la fiebre tifoidea, que es una enfermedad producida por una bacteria que se coge a través del agua contaminada y que entonces mataba a mucha gente, afectaba a Palma. Estudió una por una las calles de la ciudad. Y se dio cuenta de que la incidencia era mucho más alta en las calles sin suministro de agua, sin alcantarillado o donde las cisternas estaban junto a las letrinas. Es decir, señaló que se podía disminuir la afectación de esa enfermedad solo con tomar medidas higiénicas que hoy consideramos básicas. Y Riera dio conferencias e instruyó a pobres y a obreros, pero también a arquitectos e ingenieros, para que adoptaran medidas en este sentido.

He leído que Riera se ocupó también de la infancia.

—Sí. La mortalidad infantil era entonces muy elevada y Mallorca no era una excepción. Trajo de París la vacuna antidiftérica, que previene lo que conocemos como garrotillo. ¿Sabe a qué me refiero?

La verdad, no.

—Pues yo no soy tan viejo y aun lo he vivido. Al saber que existía esta vacuna se preocupó y la introdujo en Mallorca. El primero en recibirla fue un niño de 10 años que ya estaba muy mal y que desgraciadamente falleció. Pero a la segunda fue bien. Y los médicos de aquí supieron que cuando aparecía dolor y una placa en la garganta, que es el garrotillo, había que vacunar. La mortalidad se redujo drásticamente. Hizo una gran obra. También se ocupó de las parturientas, que a menudo fallecían al dar a luz por culpa de las infecciones. Ahora se sabe, pero antes se ignoraba que era imprescindible limpiarse las manos para intervenir. Ni los médicos lo sabían.

En resumen, que introdujo aquí los avances médicos de la época.

—Divulgó muchísimos conocimientos a través de la Revista balear de ciencias médicas, que fue una publicación extraordinaria. Todo lo que salía en París o en Alemania se publicaba en esta revista. Se formó en Valencia y Barcelona y siempre mantuvo el contacto con sus compañeros que se habían quedado en estas universidades. Luego, difundía los avances en Mallorca.

En la biografía también habla de su regionalismo.

—Me ha llamado mucho la atención su sentimiento regionalista. Defendía abiertamente el mallorquín. Incluso pronunció una conferencia donde cargaba contra la idea de que el mallorquín era una lengua de segunda clase, que solo servía para hablarlo con la familia, y argumentaba que era un idioma válido para cualquier cosa, también para divulgar conocimientos científicos. Esto para mi es importantísimo, y de una gran belleza.

Así es.

—Además, Riera estuvo interesado en el turismo y promovió un congreso internacional sobre meteorología para que los extranjeros conocieran las horas de sol que tenemos en Mallorca, y para que vinieran a dejar su dinero.

¿Cree que el general Riera es suficientemente conocido?

—No, pero ahora se sabrá quién es. De hecho, también he propuesto que se ponga una placa en las cases de la possessió de Son Cladera, que fue de su propiedad y que aun siguen en pie, para que se sepa quien es. Como fue un general... Pero no fue un militar ni franquista ni comunista, sencillamente fue un mallorquinista de pro.

Presentación ‘on line’ a las 19 horas

El historiador Antoni Marimon y el escritor Gabriel Janer Manila presentan este jueves a las 19 horas Bernat Riera Alemany (1864-1926). Convocado por la Reial Acadèmia de Medicina, el Col·legi de Metges y la Comandancia General, el acto (a puerta cerrada) podrá seguirse a través del canal de Youtube de la Reial Acadèmia.