'Rugulopteryx okamurae' coloniza las costas andaluzas.

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Es una de las consecuencias del cambio climático. Un alga exótica invasora amenaza desde hace años de forma rápida y silenciosa el mar Mediterráneo. No tiene nombre en castellano todavía, pero la Rugulopteryx okamurae (Dictyotales, Ochrophyta) ya es conocida entre los expertos marinos que temen que esta especie procedente de las costas de Japón, Corea y China, se expanda por todas las playas. El alga se ha adueñado de buena parte del estrecho de Gibraltar y la costa andaluza. De momento, Baleares la tiene en su punto de mira.

La invasión biológica fue detectada por primera vez en las costas de Ceuta en el año 2015. Aunque al principio parecía un alga común, la bióloga de la Universidad de Málaga María Altamirano, que lideraba ya entonces un grupo de trabajo sobre macroalgas invasoras, envió muestras a un colaborador de Japón, que confirmó el hallazgo. Los arribazones masivos en las playas ceutíes correspondían al alga Rugulopteryx okamurae, una especie originaria del Pacífico noroccidental. Entonces ya era tarde para actuar. Los expertos avisan: no es un problema solo de Andalucía, también lo puede ser para la Comunitat Valenciana y Baleares. «El alga todavía no ha llegado a Balears», confirma Fiona Tomas Nash, científica del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA-UIB) y responsable del proyecto Observadores del Mar, una plataforma de ciencia ciudadana marina de referencia en el Mediterráneo.

La llegada del alga invasora es imparable. En noviembre de 2020, casi cinco años después del hallazgo de Altamirano, el Ministerio de Transición Ecológica la declaró como una especie invasora. Sin embargo, no existe aún un plan de gestión y control. Científicos, pescadores y el sector turístico se afanan por documentar y encontrar soluciones al problema de la invasión de esta especie exótica. Se ha expandido por las costas andaluzas produciendo importantes impactos sobre la biodiversidad y la integridad de los ecosistemas marinos. «En las zonas en las que ha llegado no hay nada que hacer, la erradicación hoy por hoy se considera inviable. Hay que actuar antes», señala la ciéntifica.

La colonización de la Rugulopteryx okamurae está afectando muy gravemente a la parte de Cádiz, Málaga y Granada, donde diversos sectores económicos, como el pesquero y el turístico, están sufriendo sus consecuencias directas. Raquel Vaquer, coordinadora del Informe Mar Balear de la Fundació Marilles, asegura que esta alga invasora es «realmente preocupante» por varias cuestiones que pueden afectar al ecosistema de Baleares. «Su invasión es silenciosa. Por su gran parecido con otras especies nativas suele pasar desapercibida y su presencia se detecta cuando es demasiado tarde como ha pasado en el Estrecho. Creo que esto es lo más preocupante. Una detección a tiempo podría ayudar a hacer una correcta gestión para evitar su expansión», explica la experta en el fondo marino.

En la misma línea, la técnica del IMEDEA también explica que la detección precoz de esta especie es «muy difícil» y por ello están poniendo todos los esfuerzos en evitar su colonización en las Islas. «No ha llegado pero vista la velocidad con la que se está propagando y el impacto que está teniendo es muy preocupante», insiste. Por su parte, la Conselleria d’Agricultura i Pesca reconoce que se encuentran «vigilantes» ante este tipo de especies invasoras, aunque por el momento aseguran que «no tienen constancia» de que esté cercana a la costa balear.

SOS del fondo marino

Las hipótesis de los expertos apuntan a que el alga invasora llegó en barco, en un uno de los cientos de cargueros con mercancía asiática que llegan a diario. Estos buques portan agua de lastre que procuran estabilidad, especialmente durante las labores de carga y descarga. Otra de la pruebas que sustentan la teoría es que los estudios realizados demuestran que esta especie puede sobrevivir tres semanas en oscuridad, el tiempo que utilizan los mercantes para llegar desde el Pacífico hasta el Mediterráneo. «Es la peor alga invasora», asegura Tomas.

Lo que más preocupa a los investigadores es la influencia en los ecosistemas. «El alga desplaza a otras especies tanto para crecer sobre ellas como por efectos de sustancias que sintetiza que ahuyentan a los herbívoros (peces, erizos…). Crece sobre otras algas y corales y los mata porque los deja sin luz», asegura Vaquer. Según un informe del Ministerio para la Transición Ecológica, ya se están produciendo «alteraciones del hábitat marino, pérdidas de biodiversidad, afectación a especies y espacios protegidos incluidos en la Red Natura 2000».

Los pescadores serían uno de los principales damnificados con la llegadas de estas especies invasoras. «Los capturadores podrían tener graves pérdidas debido a que pescan mucha cantidad de alga y los peces, moluscos y crustáceos han sido desplazados por la presencia del alga», asegura la bióloga mallorquina. Por el momento, los expertos han creado el Foro Alga Invasora, coordinado por Félix López, para intentar controlar al máximo el alga y su expansión por todo el mar Mediterráneo.

Economía y turismo

La llegada de este gigante a las costas de Baleares podrían afectar al turismo y a su economía. La imagen de playas cubiertas de alga y el mal olor que dejan los enormes arribazones son factores negativos que podrían ser un mazazo para el motor económico de las Islas. Este alga es capaz de clonarse rápidamente, además de aferrarse a todo tipo de animales y plásticos para colonizar. Cuando muere genera todavía muchos más problemas. Su degradación consume oxígeno afectando a otras especies marinas y, finalmente genera arribazones que cubren por completo las playas. «En Baleares se vive en gran parte del turismo su llegada sería muy preocupante. Dejan mal olor y las costas están cubiertas de una alfombra marrón», asegura la científica del IMEDEA.

«A parte de las pérdidas económicas derivadas de las consecuencias sobre la pesca, el turismo y las plantas desalinizadoras; la retirada y su posterior gestión de los arribazones de las playas supone un elevado coste económico para los ayuntamientos», advierte Vaquer. Retirar todo el residuo de las playas supondría un gran esfuerzo para los municipios turísticos. «Incluso, en muchas ocasiones, podría ser un trabajo en balde», añade la científica mallorquina.

«Esperemos que la invasión no llegue a Baleares. En zonas como el Estrecho, invasiones anteriores habían aplanado el camino a la invasión al haber eliminado o debilitado las poblaciones nativas», sentencia la bióloga.

Aplicaciones en alimentación y cosmética

La Rugulopterix, especie oriunda de Corea y Japón, posee fotoprotectores con aplicaciones cosmecéuticas. Y también se está analizando su uso como bioestimulante agrícola. Es lo que hace la firma almeriense Biorizon Biotech, donde se están fabricando extractos acuosos de esta alga para probarla en diferentes cultivos. Desde la Asociación Algas del Estrecho piden Ministerio de Transición Ecológica la anulación de la prohibición genérica sobre su comercialización para poder hacer una explotación sostenible.