Para muchos la decisión del gobierno británico carece de sustento y desafía toda lógica. | Efe

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Los contagios en Reino Unido han ido en aumento en las últimas tres semanas, y sin embargo las cifras no se traducen al menos por ahora en un incremento significativo del número de ingresos hospitalarios y fallecimientos. Por ello resulta más costoso si cabe entender algunas decisiones políticas. Pensamos en la que nos afecta más directa y brutalmente, el hecho que Baleares permanezca todo el mes de junio en el segmento rojo del semáforo COVID para los ingleses y el conjunto de británicos, o lo que es lo mismo, una enmienda a la totalidad de sus vacaciones en nuestras Islas durante una parte significativa de la temporada alta.

Hasta cuándo se enfrentarán los ciudadanos británicos a los actuales frenos para viajar este verano a Baleares. Cuesta aventurarse a decir qué pasará en las semanas próximas, y el tiempo vuela para aquellos que tenían sus esperanzas puestas en una progresiva recuperación del negocio turístico este mismo verano.

Quisieran pasar directamente a la pantalla de finales de mes, teniendo en cuenta que la nueva actualización del semáforo británico entra en vigor el próximo 28 de junio, y aunque la inseguridad y el desánimo se han matizado ligeramente con las esperanzas depositadas en los comentarios del embajador, que abría la puerta a flexibilizar los viajes a los archipiélagos españoles para entonces, un humilde consejo: no lancemos las campanas al vuelo.

Es una buena noticia; sin embargo conviene recordar los días de optimismo antes del varapalo que supuso saber que en Mallorca no veríamos a muchos británicos disfrutando y gastando entre nosotros en todo el mes. Nos recordará que nada es seguro al cien por cien y todo queda sujeto a cancelación en los tiempos del coronavirus.

Algo similar ocurre dentro de sus propias fronteras, donde las críticas al primer ministro Boris Johnson arrecian en las últimas horas. No en vano miles de puestos de trabajo están ahora mismo en un peligroso limbo, a expensas de lo que decida el Foreign Office.

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Quienes han tenido ocasión de pulsar el ánimo de los actores del negocio turístico británico hablan de que esa incertidumbre ha mudado con rapidez hacia un cabreo poco disimulado.

Nadie se explica por qué Baleares ha quedado vetada a los viajes desde los aeropuertos británicos si la incidencia ha caído en el archipiélago, incluso por debajo de los índices en los que se manejan los potenciales huéspedes, y avanza la vacunación. Es más. Cuentan que Portugal tiene muchos motivos para sentirse vilipendiado, después de su marcha atrás, de territorio abierto a la recepción de turistas ingleses al medio camino del ámbar, que en verdad imposibilita cualquier opción vacacional.

Dentro del mercado británico hay quien reclama ya ayudas directas y subvenciones del Estado al sector, mientras teme saber de carretilla el final de la película. En efecto, esta temporada 2021 se parece más de lo que desearían a la de 2020, y eso que el año pasado no contábamos con el efecto de la vacuna. Se extiende la tesis que varios países (o al menos sus territorios menos golpeados por la pandemia del coronavirus) deberían haber sido revisados en verde, como parece atendiendo a sus datos epidemiológicos.

Para muchos la decisión del gobierno británico de postergar las vacaciones en Baleares carece de sustento y desafía toda lógica. Le acusan de generar confusión de forma deliberada para beneficiar unos intereses poco transparentes; a saber la promoción del turismo interior en el país, y el aluvión de cambios por las obligadas reformas del control de fronteras y aduanas que ha propiciado el Brexit. Desde luego no los que se pusieron sobre la mesa al hablar de incidencia acumulada y nuevas variantes del virus.

Entre tanto al verano que podría ser lo están triturando los reparos de Londres. El mismo gobierno que establece que en estos momentos solo se puede viajar sin necesidad de cuarentena a la vuelta a ocho destinos de todo el mundo: Australia, Brunei, Islas Falkland, Islas Feroe, Gibraltar, Islandia, Israel y Nueva Zelanda. Juzguen ustedes mismos.