os alumnos de la clase de Español A1.0 recibieron el jueves el diploma. | P. Pellicer

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Una de las formas para integrarse en una cultura es a través del lenguaje. Los flujos migratorios son cada vez más persistentes en todo el mundo, buscando mejores condiciones de vida o simplemente por cuestiones laborales. Uno de los mayores retos que aparece es adaptarse al territorio, las costumbres y las lenguas.

Existen cursos que, precisamente, cubren este problema. La mayoría son de pago, y ofertan diversos idiomas, aunque principalmente el castellano y el catalán. Sin embargo Servicio Municipal de Educación de Adultos arrancó en los noventa para facilitar cursos gratuitos a aquellos colectivos con dificultades para integrarse en la sociedad o en la inserción laboral.

Ana María Vega es profesora de Alfabetización y Español básico en la Oficina del distrito de la Platja de Palma. Este año, por estas aulas han asistido un total de 72 alumnos de diversas nacionalidades. La mayoría de ellos, proceden de países africanos, como Senegal, o de Marruecos, aunque destacan los inscritos de origen indio.

Ana María Vega, profesora de Alfabetización y Español básico.

Perfiles

«En los cursos podemos encontrar personas que no saben ni leer ni escribir o que solo tienen consolidada la escritura pero no la lectura», señala Ana María Vega. La gran mayoría de estos usuarios vienen derivados de servicios sociales, por lo que son colectivos considerados vulnerables y sin recursos. El porcentaje de mujeres es mayor que el de hombres, «aunque este curso ha habido un volumen de inscritos  (masculinos  ) superior a otros años», reconoce la profesora.

La oferta de cursos del Servicio Municipal, presencial, para adultos y en grupos reducidos, tiene en cuenta las necesidades formativas de la población. Están pensados para reforzar la alfabetización y consolidar, a largo plazo, la lengua castellana. En total, el Servicio tiene 60 cursos, desde alfabetización 0 a Español conversa A2-B1. En este curso 2020-21 han pasado por las aulas un total de 527 usuarios, de los cuales 175 son de origen marroquí y 83 senegaleses.

Los cursos no son anuales, sino que se dividen en semestres. En esta oficina, Español básico y Alfabetización se imparten los martes y jueves, dos horas. Una vez finalizan, consiguen unos diplomas. «Para acreditar el nivel, los usuarios tienen que asistir a un 80 % de las clases. Este año han tenido una asistencia muy buena. Son personas muy comprometidos y agradecen la ayuda», asegura Ana María Vega.

El jueves pasado, los alumnos de Alfabetización 0 y de Español A1.0 recibieron sus diplomas. Estas clases, asegura la mayoría de alumnos, es un primer paso para aprender el idioma y una entrada al mercado laboral, e incluso, en algunos casos, para conseguir la residencia en España.

Ameth Sougou o Papa Lamine, por ejemplo, están de forma irregular y pelean por conseguir los papeles y un oficio digno. «Sin papeles no podemos conseguir nada», lamenta Papa Lamine, de origen senegalés y en Mallorca desde hace dos años y cinco meses.

Desde 2016, el número de cursos se ha incrementado con la demanda. Los extranjeros buscan en estos servicios municipales una oportunidad para la inclusión social.

Paramjeet Kaur, India, 7 años en Mallorca: «Me apunté a español porque me ayudará a encontrar trabajo»

Paramjeet Kaur, de 38 años, nació y creció en Punjab, un estado situado en el norte de la India. Estudió en una universidad de su país la carrera de profesora de inglés. Ha pasado una historia de amor a distancia. A los tres meses de casarse, su marido voló a Mallorca por trabajo, mientras ella cuidaba del hijo en común. En esta situación estuvieron siete años, hasta que ya pudo mudarse a la Isla. Aunque ya lleva como residente siete años –su marido 14–, dice que «me apunté a español porque me ayudará a encontrar un trabajo. Mi hijo ahora tiene 13 años y estudia en un instituto. A mí me gustaría poder dar clases de inglés o dependienta de una tienda, busco cualquier empleo».

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Latifa Senni, Argelia, 15 años en Mallorca: «Fue difícil dejar a mi familia en mi país, pero no me gustaría regresar»

Latifa Senni tiene 44 años de edad y hace quince años que llegó a Balears porque su marido encontró antes trabajo en un hotel de s’Arenal. Originaria de Argelia, viajó en avión con su primer niño. Desde que está en Palma, este matrimonio ha tenido tres hijos. «Fue difícil dejar a mi familia allí, pero ahora que mis hijos están criados en Mallorca no me gustaría regresar», explica. Hace unos años que no visita a sus padres y hermanos debido a la pandemia. Habla español con fluidez, pues asegura que «en estos cursos me inscribí por primera vez en 2015. He aprendido mucho en este tiempo porque, cuando te gusta la profesora, coges mejor las clases y con más ganas».

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Papa Lamine Diouf, Senegal, 2 años en Mallorca: «Me gustaría mucho formarme en cocina o arreglar barcos»

Papa Lamine Diouf, 32 años y de Senegal, tiene marcado el día en que decidió cruzar el mar para buscar una vida mejor. Era enero de 2019. En grupo, salieron con un barco tipo patera desde la costa de Marruecos hasta Almería. Allí el centro que atiende a los inmigrantes le tendió la mano y, arropado con esta ayuda humanitaria, pasó diez días en Madrid, luego Bilbao y finalmente se emplazó en Mallorca. Está luchando por conseguir los papeles para vivir en situación regular. Mientras, sobrevive como vendedor ambulante. «Es dura mi situación y sé que, de conseguir papeles, buscaría trabajo de lo que sea, aunque me gustaría mucho formarme de cocinero o arreglar barcos».

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Adama Dieng, Senegal, 10 años en Palma: «No trabajo por la pandemia y es una situación complicada»

Adama Dieng tiene 44 años y es originaria de Senegal. Lleva en Mallorca diez años y trabaja desde hace tiempo en mercadillos vendiendo productos africanos. Es alumna del curso de Alfabetización y le cuesta hablar castellano, aunque confiesa que «he aprendido mucho estos meses, me gusta la clase de español». Es su primer año en la Oficina de la Platja de Palma y reconoce que en octubre hará el segundo curso. «En Senegal están mis padres y mis dos hermanos. Aquí llegué con mi marido y mi hijo. Ahora no trabajo por la pandemia y no tengo mucho dinero. Es una situación difícil», lamenta, aunque se muestra optimista porque pronto podrá volver a vender en mercadillos.

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Ameth Sougou, Senegal, 1 año en Mallorca: «Vine a España a buscar trabajo y fue difícil dejar a mi hijo»

«Yo vine a buscar trabajo, fue difícil dejar allí mi vida porque tengo a mi mujer y un hijo menor». Ameth Sougou, de 30 años y de Senegal, decidió en febrero de 2020 emprender un arriesgado camino. Salió en una embarcación, con 21 personas a bordo, de la costa marroquí a las Islas Canarias. De ahí, con ayuda humanitaria, voló a Mallorca, donde ahora lleva un año y dos meses. «Fue muy duro el viaje, el mar estaba revuelto y hacía frío. Fue una travesía de tres días», cuenta con un español muy básico. Se dedica a la venta ambulante pero el curso de español le ayuda a mejorar la lengua. Tiene la esperanza de tener la residencia para encontrar un trabajo.

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Mame Fall, Senegal, 21 años en Palma: «Hace cinco años que no voy a Senegal a ver a mi familia»

Mame Fall, de 51 años, es senegalesa y lleva en Mallorca 21 años. Lleva muchos años dedicándose a la venta de pañuelos y sábanas en los mercadillos de la Isla. En su caso, ha pasado el nivel 0 de Alfabetización, por lo que su castellano ha mejorado un poco más. Sin embargo, se expresa con claridad, aunque todavía no controla según qué palabras. «El año que viene continuaré con las clases. Llevo muchos años trabajando en los mercadillos pero si encontrara algo mejor, lo cogería», confiesa. Vive en s’Arenal junto a su marido y sus tres hijos, mayores. «Hace cinco años que no voy a Senegal a ver a mi madre y mis hermanos. Me gustaría verlos pronto», señala.

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