Una imagen de una mujer embarazada sin todavía conocer el sexo del bebé. | Efe

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El anuncio de que una sentencia de la Audiencia Provincial de Palma permitió inscribir a una niña nacida por gestación subrogada –un método que no está legalizado en España– ha dado de qué hablar entre las familias que apoyan este tipo de técnicas pero sin esperanza por que sea, algún día, una práctica aprobada en este país.

Y es que desde que el Ministerio de Justicia incluyera en 2019 una instrucción que dificulta las inscripciones de bebés nacidos en Ucrania por gestación subrogada, las solicitudes han ido disminuyendo poco a poco. Algunas familias tildan de «incongruencia» que en territorios como Estados Unidos o Canadá muchos padres y madres salgan con el menor «con una simple sentencia judicial», mientras que en Ucrania, Rusia o Georgia «haya piedras por el camino», como destaca Oscar Chacón, un mallorquín y padre de una menor gestada en Ucrania.

Los segundos

La mallorquina Margarita y su pareja fueron los segundos españoles en solicitar una gestación subrogada en el extranjero, con tan solo diez días de diferencia con el matrimonio pionero. Esto sucedió en 2010 y desde entonces esta práctica se ha puesto en el punto de mira y ha sido muy criticada.

Margarita, residente en la comarca es Raiguer, inició los trámites para tener a su primer hijo por maternidad subrogada a través de una agencia de la ciudad ucraniana Járkov. «La ley de este país te da garantías de que la gestante no se pueda quedar al bebé porque no hay relación genética, pero esto sí puede suceder en países como Rusia».

Margarita y su marido pusieron ambos carga genética para gestar a un bebé biológico. Recuerda que todo el proceso fue rápido y que incluso consiguieron el pasaporte de su hijo recién nacido en noviembre de 2011. «Demostramos que era hijo nuestro con una prueba de ADN en el consulado. Pusieron a mi hijo los apellidos del padre y salimos hacia España».

En ese momento era obligatorio acreditar la genética del padre para inscribir al menor en España y la otra parte, en este caso la madre, procedería luego a adoptar a su hijo biológico. Este matrimonio mallorquín accedió ocho años más tarde a solicitar otra gestación subrogada.

«Esta vez el proceso se realizó en Kiev y mi hija nació el 16 de julio de 2020». La familia, entonces, pasó por momentos complicados debido a la instrucción que dificulta aun más la situación de estas familias. «Mi marido y mi hija tuvieron que empadronarse en Kiev, estuvieron meses allí para lograr el pasaporte ucraniano con los dos apellidos de su padre y volar a España».

La mujer y su familia ahora tendrán que pasar por un proceso paterno-filial para reconocer al padre como padre y luego Margarita deberá de nuevo solicitar adoptar a su hija biológica. «Mientras espero, puedo seguir criándola, inscribiéndola en cualquier servicio y cuenta con empadronamiento. Pero a mí, con esta instrucción, me han quitado el derecho de estar cuatro meses de baja maternal», lamenta.

A Oscar Chacón no le sorprende la pionera sentencia. «El caso de la mujer de Eivissa es especial y el derecho del menor es primordial en cualquier caso». Asegura que tras «esta caza de brujas», son cada vez menos las familias que recurren a la gestación subrogada.

Muchas familias quedaron atrapadas en Kiev con sus bebés

Entre marzo y julio de 2019, varias decenas de familias quedaron atrapadas en Kiev (Ucrania) después de anular una instrucción que permitía inscribir a los menores solamente a partir de una prueba de ADN. Este cambio de guion, promovido por el Ministerio de Justicia, supuso sendas manifestaciones frente al consulado español en Kiev para conseguir una salida de un laberinto del que no conseguían salir. Según explica el mallorquín Oscar Chacón, las familias se quedaron desamparadas. Desde entonces, la opción a la que recurren los padres y madres es mediante la inscripción del menor con nacionalidad ucraniana, con los apellidos del padre. Algo que, como recuerda Margarita, «veta los derechos de las madres a reclamar bajas por maternidad».