Una señora recibe la vacuna contra la COVID-19.

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Mi idea de las prioridades de vacunación las defiendo en todos mis artículos e intervenciones públicas: es necesario que la vacunación tenga en cuenta no sólo el criterio de edad o ser profesional sanitario o sociosanitario, sino ser persona con enfermedades crónicas o pertenecer a poblaciones vulnerables por la situación socioeconómica, junto al de profesiones esenciales.

Los criterios de equidad son fundamentales y deben ponerse encima de la mesa a la hora de tener en cuenta estrategias de vacunación de éxito.

Junto a ello, otras campañas que afectan a población adulta, como la de la gripe, sí se observa una brecha similar. Los datos del Ministerio de Sanidad reflejan que la población desfavorecida, con menos de 18.000 euros anuales de media, se inmuniza contra el virus de la gripe en torno a un 40%, mientras que el resto supera el 50% (a excepción de los muy ricos, que bajan del 40%). También hay diferencias entre autóctonos y extranjeros.

Además, la falta de competencias digitales de una parte de la población es causa de estas diferencias.

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Asimismo, los mensajes confusos acerca de las vacunas, cómo el debate sobre AstraZeneca y su segunda dosis, están generando un mayor recelo entre personas con menos capital social y cultural.

Si miramos EEUU, vemos que la distancia entre grupos sociales muy y poco vulnerables es de siete puntos (25,8 % y 32,5 %, respectivamente) entre grupos menos y más vacunados.

Si nos vamos a Cataluña, la cobertura con primera dosis de la población de entre 60 y 65 años en Ciutat Vella, el distrito más desfavorecido, era del 72%. En Sarrià-Sant Gervasi, el más acaudalado, del 85%. Además, la brecha es mayor entre las franjas más jóvenes que se están vacunando, como los de 50 a 55 años. A partir de los 70 y sobre todo 80 años, las diferencias entre barrios se reducen. La mayoría de distritos se mueven en porcentajes en torno al 80%, pero Nou Barris, de renta baja, queda en 78%, mientras que Les Corts, de renta alta, en un 82%. Por áreas básicas de salud, que alcanzan perímetros más pequeños, se observa lo mismo: desde un 76% de vacunados en centros como Les Hortes del Poble-sec hasta un 85% en Les Corts-Pedralbes. En los de 50 a 55 años la distancia entre Nou Barris y Sarrià-Sant Gervasi es del 24% al 41%. Pero entre los mayores de 80, los distritos están ya mucho más pegados entre ellos y estos dos, de renta muy baja y muy alta, se sitúan en un 92% y un 97%, respectivamente.

Si miramos en Palma, barrios como Son Cladera, Son Canals Corea y Son Gotleu frente a Sant Jaume, Montision o Sa Taulera, podemos encontrar diferencias en el porcentaje de vacunación. Son Gotleu como Corea forman parte del 1% de los barrios más pobres de España, lo que muestra la debilidad económica de muchas de las familias residentes en estos espacios, por lo que es necesario tener estos barrios en cuenta a la hora de poner en marcha el proceso de vacunación.

Sería necesario tener en cuenta en Baleares a la hora de vacunar las personas con trabajos precarios, las personas que viven en viviendas precarias, las personas que viven en viviendas colectivas, las personas sin hogar o las personas con situaciones económicas precarias y/o que viven en barrios menos favorecidos. Imprescindible.