La regidora Sonia Vivas, con su segundo libro. | ROBERTO LEÓN

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La regidora Sonia Vivas saca este martes a la calle el libro Cuando vinieron a por mí (Ed. Península), donde narra su ingreso en la Policía Local de Palma, el proceso de acoso y después, su salto a la política. Cuenta que la editorial se puso en contacto con ella y escribir le ha servido de catarsis personal.

¿Es una voz contra el acoso?

—Cada día recibo una veintena de mensajes en las redes que me cuentan casos de acoso, violencia machista, agresiones sexuales... Me escriben de Argentina y México. Me he convertido en una voz dentro del feminismo.

¿Por qué publica este libro ahora?

—Ha sido una catarsis. Quería vomitar todo lo que no había sido capaz de digerir. Necesitaba poner las ideas en orden y el libro me ha ayudado: he sido acosada durante nueve años por unos policías que se creían impunes, por que lo eran. Había muchos policías que lo veían y no decían nada. Después de pedir ayuda a la justicia he seguido siendo acosada.

¿Cómo llegaron a ese punto?

—Han buscado argumentos para hacerme ver como una persona mala y complicada, que era mi culpa. Y hay una sentencia que dice que fui perseguida dentro de la policía por mi condición de mujer lesbiana y eso es inapelable.

¿Este libro ayuda a las víctimas de acoso?

—Es un libro importante porque explica cómo lo hicieron y cómo los demás colaboraron. Y la gente que ha pasado por un acoso laboral necesita una referencia para entender cómo funciona. Y eso se lo hacen a alguien que es un peligro para el acosador.

¿Y usted era un peligro?

—En 2007 llegué a la policía local motorizada pesada diciendo que una mujer podía hacer lo mismo que un hombre. Eso sigue enquistado hoy, no nos hemos liberado.

Del acoso al Ajuntament. ¿Su historia tiene final feliz?

—Yo he salido y he sufrido un acoso a un nivel muy bestia. Me pusieron una denuncia falsa para meterme en la cárcel. Y están condenados por eso. Mi familia me pedía que me callara. Me fui a las teles y a las radios a decir que eso era mentira. Me puse en la puerta del Ajuntament con una pancarta porque era injusto. En esa contestación se ha fraguado mi carrera en política y mi segundo libro. Al acoso se le puede dar la vuelta.

¿Qué piensa de sus acosadores?

—No les deseo nada malo. No siento odio ni rabia. Desde el principio el agresor quiere que te vuelvas una mala persona. Hubo mucha gente que se creyó su versión, eso me generó mucho daño, y hablo de ese desequilibrio que es la bulimia. He querido convertir todo ese dolor en cosas buenas.

Si Podemos le ofreciera un cargo en Madrid, ¿se iría? ¿Se lo han ofrecido ya?

—Tendría que ver qué puesto y con quién. Ha habido algún ofrecimiento pero nada firme.