Un hombre pasea por la playa de Son Bou con mascarilla en Baleares. | Josep Bagur Gomila

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El bajo porcentaje de población inmunizada contra la COVID-19 en Baleares aún hace inviable librarse de la mascarilla. EEUU anunció una relajación del uso de las mascarillas al aire libre para las personas que ya han recibido la vacuna. En las Islas, los expertos consultados creen que el momento ahora «no es adecuado». «Habría que tener un mayor porcentaje de personas vacunadas», opina el especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública Joan Carles March. De la misma opinión es Claudio Triay, delegado en Menorca del Sindicato Médico de Baleares, quien añade: «Tenemos que ir progresivamente adaptándonos a la situación, pero para llegar a este punto lo ideal es que ya hubiéramos avanzado más en la vacunación. Nos faltan vacunas».

Triay valora que, «al aire libre y con distancia entre las personas, se podría empezar a plantear esa posibilidad de no usar mascarilla por parte de los inmunizados, pero el riesgo es cómo saber quién lo está y quién no».

Los estadounidenses completamente vacunados contra el coronavirus no tendrán que llevar la mascarilla al aire libre. No obstante, continuará siendo obligatoria para ellos si se encuentran en espacios concurridos o con personas que no son de su núcleo de convivencia más cercano. El pasado martes, los Centros de Prevención y Control de la Enfermedades (CDC) realizaron esta propuesta, lo que sin duda aproxima a EEUU a la ansiada normalidad.

En estos momentos, el 52% de la población adulta ha recibido en Norteamérica al menos una dosis de la vacuna contra la COVID-19. En Baleares ese porcentaje de inmunidad queda aún muy lejos. Con datos oficiales de este 1 de mayo, y tras cuatro meses del inicio de la campaña, la cifra de vacunados en Baleares con la pauta completa es de 92.058, el 9,3 por ciento de la población diana. El dato se dispara al 24,2 % si se tiene en cuenta a la población vacunada al menos con una dosis. Ese porcentaje es en torno a la mitad del que ha alcanzado ya EEUU para empezar a plantearse este alivio en la normativa del uso de los protectores faciales. En el caso de Mallorca, las cifras son similares. El 20,4 por ciento de la población diana ya cuenta con al menos una de las dosis y el 8,4 % con la pauta completa.

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Joan Carles March opina que, con la situación actual, «se podrían relajar algunas medidas pero no tengo claras las que se plantean en EEUU». En este sentido opta por la cautela y advierte: «No nos debería pasar lo de Chile, que tienen un número alto de personas vacunadas y en cambio la IA es elevada». Por su parte, Claudio Triay entiende que «la población está agotada de la situación, y también los profesionales lo estamos. Todos queremos hacer una vida normal, pero no podrá ser hasta que tengamos más inmunidad. Hay que sacar vacunas de dónde sea y vacunar».

El delegado de Simebal valora que «en estos momentos hay que seguir apostando por potenciar las actividades al aire libre, aunque es cierto que algunas son difíciles. La actividad interior en estos momentos sigue teniendo mucho riesgo con este porcentaje tan bajo de inmunidad».

Los dos expertos consultados concluyen en el mismo sentido. «Yo esperaría a incrementar el número de personas vacunadas, sobre todo las de riesgo como son los mayores de 60 y los pacientes crónicos, y a partir de ahí quitar la mascarilla sólo en exteriores y si mantenemos la distancia de seguridad».

Las mascarillas pueden no llevarse cuando se realice un «esfuerzo físico intenso», de carácter no deportivo, al aire libre y de forma individual, siempre y cuando se mantenga 1,5 metros de distancia. La última directriz en Baleares, y en España, sobre el uso de la mascarilla contempla que no será obligatorio su uso en los periodos de descanso antes o después del baño en la playa o la práctica de deporte en el medio acuático, en el entorno del mismo, durante el baño y durante la práctica de deporte.

La mascarilla sí será obligatoria en el paseo por los accesos a playas y otros entornos naturales; en el paseo a la orilla del mar y de los demás entornos acuáticos; en los vestuarios de piscinas públicas o comunitarias, salvo en las duchas; y cuando se permanezca en el exterior o interior de establecimientos de hostelería fuera de los periodos necesarios para comer o beber.