Amando Trujillo posa en una de las dependencias de La Porciúncula. | Pere Bota

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Amando Trujillo (Ciudad de México, 1962) es desde 2019 el ministro general de la Tercera Orden Regular (TOR) de San Francisco, es decir, la máxima autoridad mundial de esta orden, quien ha estado estos días en Mallorca en el marco de una visita a España.

Está visitando España, pero la llamada provincia española de la orden es más extensa, ¿no es así?

—Sí, la provincia española abarca la propia España, Perú y New Jersey, en Estados Unidos. En todo el mundo hay 9 provincias que abarcan 15 países.

¿Cuántos frailes hay en la orden actualmente a nivel mundial?

—Unos 800 frailes, de los que unos 56 pertenecen a la provincia española y poco más de la mitad de éstos se encuentra en Mallorca.

Entonces, ¿es Mallorca un núcleo importante en la orden?

—Sí, por supuesto. Aquí se restauró la TOR en España en 1893 tras décadas de inactividad desde la desamortización de Mendizábal en 1836. Fue Antoni Ripoll quien la restauró, concretamente en Llucmajor. En el conjunto de la provincia, ahora estamos en el proceso de elección de un nuevo ministro provincial y de sus consejeros. Todo ello se enmarca en el llamado capítulo provincial, que tiene lugar cada cuatro años y en el que se evalúa la actividad realizada en ese período y se plantean las necesidades y prioridades para el próximo cuatrienio.

Supongo que uno de los principales problemas que sufre la orden es la falta de vocaciones.

—En efecto. No ha habido muchas vocaciones en las últimas décadas en España y Europa. Las causas serían la secularización de la sociedad y el bajo índice de natalidad.

¿Y qué soluciones se proponen?

—No hay que perder la fe en que el Señor sigue llamando, pero, por nuestra parte, debemos proponer esta forma de vida a los jóvenes y promover una cultura vocacional en iglesias, parroquias y colegios. Promoviendo el conocimiento de Dios, podemos hacer ver a niños y jóvenes que Dios también les llama. También están la experiencia de la oración, la Biblia, la meditación, el servicio a los pobres, la fraternidad y la evangelización. Debemos renovar nuestra vida religiosa, hacerla más significativa y cercana a la gente, siendo testigos de la esperanza de Jesús. Se trata de que la gente nos vea como a personas que contribuyen al bienestar de la sociedad.

No debe ser fácil hacer llegar ese mensaje a los jóvenes.

—No, no es fácil. Se imponen el consumismo insaciable, la improvisación, la superficialidad. Es la cultura de lo inmediato, del deseo momentáneo. No hay pasado ni futuro. En definitiva, una vida vacía, pero la vida de San Francisco también fue así hasta que cambió.

Pero los frailes se hacen mayores...

—Sí, la media de edad en la provincia española se acerca a los 70 años. A veces se plantea como solución la movilidad de frailes jóvenes de otras provincias. Puede haber colaboración y movilidad entre provincias, pero no se pueden desmantelar otros lugares para cubrir huecos. Ésa no debe ser la estrategia.

¿Qué actividades destacaría de la orden?

—La educación, que abarca escuelas y universidades; las obras de misericordia para personas con dificultades económicas o psicológicas; los dispensarios; y los servicios sociales según las necesidades de cada lugar.