La periodista catalana Silvia Cobo. | Ferran Nadeu

TW
0

Silvia Cobo (Barcelona, 1979) es periodista y responsable de redes en El Periódico de Catalunya desde 2016. En 2007 abrió un blog de medios e internet que mantuvo activo durante diez años. En 2012 publicó el libro Internet para periodistas: kit de supervivencia para la era digital, en el que ofrece una visión integral al trabajo periodístico en la red. Ha sido formadora en habilidades digitales para periodistas en medios nacionales e internacionales y es cofundadora del colectivo BcnMediaLab.

¿Qué consejos daría a un periodista que decida tener una presencia profesional en redes sociales? ¿Es fácil crear tu marca personal?

—Primero que se plantee qué pretende. Si quiere ser visible profesionalmente para que le contacten o buscar trabajo, o si prefiere estar presente para rastrear fuentes e investigar temas. Son dos planteamientos diferentes pero compatibles. Elegir en qué redes quiere estar y por qué, pero siempre desde una mirada profesional. Hay que ser consciente que casi todo lo que hagas en la red es información pública.

¿Puede un reportero usar las redes sociales como cualquier otro ciudadano o divulgar sus opiniones traiciona la distancia periodística?

—Algunos profesionales se olvidan de que las redes no son la barra de un bar. Son espacios públicos en los que no sabes quién te leerá, no solo en el presente, sino en el futuro. De todas formas, considero que la opinión está sobrevalorada, cuando en realidad, lo que tiene más valor en nuestro trabajo es la información, los hechos, los datos... Nuestra opinión no es tan importante, nuestro trabajo informativo sí.

¿Las analíticas pueden evaluar la labor de los periodistas? ¿Deben influir en el periodismo?

—La analítica no es más que el reflejo del comportamiento del usuario. Es fundamental saber qué leen y cómo utilizan nuestro contenido. También si algo no ha interesado, preguntarnos por qué. Las búsquedas nos iluminan sobre qué preocupa a la gente. Es como tener un CIS diario. Durante los primeros meses de la pandemia los medios se vieron obligados a volcarse por completo a los intereses de los lectores. Todos estaban en casa y tenían muchas necesidades: informativas, económicas, emocionales y de ocio. La analítica te informa, los periodistas deciden qué publicar. Sin datos, damos palos de ciego.

¿El modelo de suscripción en los medios ha llegado para quedarse? ¿Es la forma más eficaz de monetizar su actividad?

—Que la suscripción se queda, parece obvio, no solo por los medios. Pero no es el único modelo. Los medios que aspiran a tener contenido de calidad necesitan el apoyo de los lectores. Hay otros modelos, el de la membresía con contenidos abiertos, las fundaciones que sostienen medios especializados, además de diversificar fuentes de ingresos más allá del modelo publicitario tradicional. No parece que haya un modelo hegemónico para todos los medios del mundo, sino más bien, un mix de fórmulas según el tipo de empresa.

¿Esta fórmula no amenaza uno de los principales valores que los medios proporcionan a los usuarios: la capacidad de difundir y debatir noticias?

—Sí. Mucha gente se pregunta eso. ¿La información solo es para quien puede pagarla? Lo ideal sería tener un ecosistema de medios que nos ofrezcan cosas diferentes. Nadie podrá darnos toda la información que necesitamos.

Si la moda es cerrar contenidos, ¿quién se queda el pastel en abierto?

—No, no es una moda. Es una necesidad económica. Pero no todas las empresas de comunicación están adoptando los mismos modelos de suscripción. Más que muros duros, lo que vemos en muchos medios españoles son modelos de muros porosos (con límite en el número de artículos al mes) o modelos freemium (que permite leer gratis los contenidos generales, pero sólo los que se han suscrito pueden acceder a los artículos propios de mayor relevancia, análisis, entrevistas en profundidad y otros servicios). Es decir, siguen teniendo contenidos en abierto, que a su vez son necesarios para atraer a nuevos lectores y futuros suscriptores. Pero tampoco hay duda de que algunos medios nunca cerrarán.