Jesús Jurado cree que en las escuelas se debería explicar mejor lo que supuso el franquismo. | Teresa Ayuga

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Jesús Jurado (Palma, 1972) estudió Historia en Granada. Ha trabajado como bombero forestal o en el sector turístico. En 2014 se afilió a Podemos y del 2015 y 2019 fue el vicepresidente del Consell de Mallorca. Esta legislatura es el titular de la Secretaria Autonòmica de Memòria Democràtica.

Mientras el Govern trata de retirar los símbolos franquistas de la calle, una chica joven con la camisa azul falangista se manifestaba esta semana por Palma.

—Es la realidad en la que vivimos. Es una sociedad aún impregnada de franquismo hasta cierto punto. Hay que trabajar en ello y hacer pedagogía. Es importante retirar los símbolos franquistas, pero también lo es explicar en las escuelas lo que es y lo que significó el franquismo.

¿Se ha banalizado?

—Quizás banalizado no es la palabra, pero creo que sí se ha blanqueado. A veces se aplica el término fascista de forma indiscriminada, cuando se refiere a unas formas de pensar y actuar muy concretas. Que hoy en día se están dando. No todo es fascismo, pero hay que señalar lo que sí lo es.

Decía que hay que trabajar en las escuelas.

—Es imprescindible. No es de recibo que un alumno, al acabar la etapa escolar, tenga mucha formación sobre lo que significó el nazismo o el holocausto y apenas haya recibido formación sobre las consecuencias del franquismo y lo que supuso por ejemplo en Mallorca. No se entiende, no nos lo podemos permitir, porque luego se llega a la edad adulta sin una defensa efectiva contra el fascismo.

¿Puede que tenga relación con que España no ha acabado de romper con el franquismo?

—Es evidente. La catarsis que supuso romper en lugares países como Alemania o Italia no tuvo lugar en España, porque en Alemania los nazis perdieron y aquí ganaron. Ganaron la guerra, gobernaron 40 años y luego no se erradicó de la sociedad. La Transición fue un acuerdo con el régimen anterior que ha dado lugar a una democracia con unas pervivencias franquistas evidentes.

En los últimos años se ha dado un resurgimiento de la extrema derecha y han aparecido organizaciones –al margen de partidos políticos– que más desinhibidamente defienden estas ideas. Me refiero a los grupos ultra en los campos de fútbol, a entidades con ideas xenófobas (el gobierno francés ha prohibido una esta semana en Francia)... ¿Están pendientes?

—Entiendo que las fuerzas de seguridad son las encargadas de vigilarlo. Sin embargo, del mismo modo que en España hay leyes sobre la violencia en el deporte con artículos específicos sobre su simbología fascista, creo que a este país le falta una normativa más restrictiva en cuanto a simbología en la calle. Y esto, ahora mismo no está o si está no funciona, porque nos cansamos de ver simbología de raíz nazi en muchísimos lugares de nuestra sociedad. En numerosos países no se puede salir con una esvástica en la calle porque te meten en la cárcel, y esto aquí no pasa. Pero la Secretaria de Memòria Democràtica no tiene las herramientas, ni siquiera las jurídicas, para regularlo. Trabajamos con la simbología presente en la calle pero no entramos en aspectos de control de posibles grupos violentos.

Cambio de tema. Hace unas semanas se reabrió la fosa de Porreres. ¿Tienen previsto acabar la exhumación de esta fosa esta legislatura?

—En Baleares los mapas de fosas y las exhumaciones van muy avanzadas. En Porreres se empezó en 2016, luego se tuvo que parar y ahora se ha retomado. Seguiremos hasta acabar. Pensamos que en dos o tres años podríamos acabar las exhumaciones en todas las fosas conocidas. Pero podrían descubrirse nuevas fosas

En junio de 2019 el Govern publicó una lista con 95 símbolos franquistas en espacios públicos. ¿Cómo avanza su retirada?

—Este censo se va actualizando periódicamente al consignarse símbolos que no se habían incluido y al retirarse otros. En estos momentos estamos alrededor de los 120 y es posible que pronto se incremente. Es importante remarcar que la ley dice que deberá retirarlos el titular, que a veces es un ayuntamiento y otras un particular, como ocurre con las placas de las promociones de vivienda hechas durante el franquismo.

Creo que la avenida Joan March figuraba entre estos símbolos.

—Sinceramente, no recuerdo todos los nombres de calle porque hay algunos que son controvertidos, como Dalí, que expresó su adhesión al régimen. Habrá opiniones divergentes, y como Dalí, muchos otros. ¿Joan March? El golpe de estado no se habría desarrollado así como lo hizo sin él, fue una persona clave, y también durante la dictadura. Obviamente pensamos que su nombre debería desaparecer de las calles. La Comissió de Memòria Democràtica es quien debe decidirlo.

Hace unos meses Memòria de Mallorca les hizo donación de su archivo con las causas franquistas. Tenían que ponerlo al alcance de la ciudadanía.

—Están y siempre han estado a su alcance. De hecho, últimamente han aumentado bastante los accesos al archivo, tanto de familias como de investigadores. En este sentido, quiero anunciar que el Govern pondrá en marcha una oficina de atención a las víctimas de la guerra civil y el franquismo. Se trata de aglutinar todos estos servicios que se ofrecen a las familias: acceso al archivo de causas, a la gestión del ADN para hacer identificaciones, a los resultados de estas pruebas, la gestión y tramitación del certificado de víctima del franquismo... Es una reivindicación de toda la vida del movimiento memorialista que ya se presta en otras comunidades.

¿Para cuándo?

—Dentro de los próximos meses. Es sencillo, únicamente hay que darle una forma administrativa y ponerla en marcha.