Paula Morlanes, Tomás Ripoll, Jordi Álvarez y Catalina Melià. | P. Pellicer

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El 25 de agosto de 2007, en el transcurso del primer partido de Liga entre el Sevilla y el Getafe, el jugador Antonio Puerta se desplomó en medio del campo. Tres días después fallecía por no superar un paro cardiorrespiratorio. Su caso fue una muerte súbita y marcó un antes y un después en la prevención de este tipo de patologías con antecedentes genéticos entre los deportistas de élite.

De hecho ese mismo año 2007 nacía en Son Llàtzer la Unidad de Cardiopatías Familiares, bajo la coordinación del doctor Tomás Ripoll que, junto al doctor Jorge Álvarez, conducen la unidad. Una de sus principales funciones es investigar, cada año, a una media de 40 fallecidos menores de 50 años, por muerte súbita, de los que un 30 % son turistas.

«Antes moría una persona por esta causa y después otra de la misma familia pero ahora puede haber prevención», explica el doctor Ripoll. «Vamos más allá del ámbito judicial con un estudio profundo de las causas de la muerte, investigando el corazón, la genética y a sus familias porque es la única manera de detectarlo. Los resultados son muy buenos», añade. Es lo que se conoce como programa MUSIB y pese a su eficacia todavía no está muy extendido por el resto de España, con lo que esta unidad de Son Llàtzer puede presumir de ser pionera.

Forman parte del servicio de Cardiología, como una especialización para las enfermedades hereditarias y es multidisciplinar porque también cuenta con el apoyo de genetistas, pediatras o médicos del deporte, entre otros.

Se creó porque en su día «teníamos un interés personal por este tipo de enfermedades pero es que además había un problema de diagnóstico», explica el cardiólogo que señala, además, la evolución en investigación genética de los últimos años.

En su día fueron de los primeros en España y en los 14 años que llevan en activo han estudiado a más de 1.000 familias, lo que comporta más de 4.000 pacientes evaluados. Además han implantado hasta cinco desfibriladores entre familiares de fallecidos por muerte súbita.

«Llegamos hasta donde podemos de los árboles familiares», explica el experto, «pero a medida que detectas puedes ir más lejos». La herencia de estas enfermedades es del 50 % por lo que todos los familiares de primer grado tiene un porcentaje muy alto de padecer lo mismo.

La pandemia actual y el confinamiento del año pasado también les ha afectado y reconocen que se han espaciado las visitas, «evidentemente la COVID ha traído más listas de espera».