Pablo Ávila y Xisco Ramis, de la hamburguesería Buco. | Gemma Marchena

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Quedan cuatro días para que las terrazas salgan de nuevo a la calle y las ansias de volver a bares y restaurantes ya se perciben en las reservas. Los establecimientos ya están empezando a recibir reservas para las mesas, que prometen ser muy disputadas una vez que se ‘abra de nuevo la veda’, gracias al leve levantamiento de las restricciones del Govern por la mejora de las condiciones sanitarias.

Así lo confirman en el restaurante Ola de Mar, en el Portitxol. «Estamos cogiendo reservas para el martes 2 y tenemos ya mesas pedidas para todos los días, incluido el martes 9 de marzo», señala Rosa Cabot, responsable del establecimiento. Confirma que desde hace una semana los clientes ya estaban reservando plazas y calcula que «debemos tener reservadas ya la mitad de las plazas que nos permite la legislación ahora mismo».

Algo similar ocurre en la hamburguesería Buco, en las inmediaciones del Passeig de Mallorca. Precisamente este establecimiento cuenta con una gran tarima fija que hizo a medida ocupando plazas de aparcamiento, que ha mantenido después de que el Ajuntament de Palma permitiera su permanencia por su dificultad para retirarlas.

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Xisco Ramis, propietario del establecimiento, advierte que «mucha gente está pidiendo mesa ya para el próximo martes». Precisamente su establecimiento ha sido de los que ha podido amoldarse con éxito a la modalidad del take away, la única posibilidad hasta el próximo martes de funcionar después de la clausura del interior de los establecimientos y sus terrazas.

«En un día podemos llegar a tener 150 pedidos, aunque esto está muerto de lunes a miércoles», se lamenta Ramis, junto a una pila de cajas que en las próximas horas albergarán una de sus hamburguesas para llevar a domicilio.

Santiago Llompart, de Es Bon Arròs, renuncia a la terraza.

Exhaustos

Sin embargo, no todos los establecimientos serán capaces de adaptarse a las nuevas aperturas y se muestran exhaustos tras un año de cierres parciales o totales. Es el caso de Es Bon Arròs, en la calle 31 de Desembre. Su propietario, Santiago Llompart, está capeando el temporal sirviendo sopas mallorquinas, paella y tapas para llevar pero ya advierte que renuncia a la terraza. «Si solo podemos montar el 30 o el 50 por ciento del aforo hasta la tarde y sin fines de semana, es imposible contratar a nadie. Yo no puedo solo. Si me ayuda Francina Armengol, abro», se queja, mientras advierte que «ya me han cortado el teléfono por impago».