El edificio se ha vendido para afrontar las deudas. | Pilar Pellicer

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La Clínica Capistrano está en liquidación. El centro de rehabilitación no sobrevivirá a su segundo concurso de acreedores y ahora mismo, la administración designada por el juzgado vende activos para hacer frente a las deudas que arrastra la entidad.

El principal activo que se ha liquidado es el edificio en el que se encontraban sus instalaciones, en Cala Mayor, que se ha vendido recientemente por algo más de un millón de euros. Se trata de un edificio de seis plantas en la calle Miquel Rosselló Alemany, en el que, además de las instalaciones administrativas y médicas hay en torno a medio centenar de habitaciones en las que se alojaban las personas bajo tratamiento.

La clínica arrastraba problemas económicos desde hacía años. En 2018 consiguió renegociar su deuda tras un primer concurso de acreedores y pudo mantener la actividad. Ahora no ha sido así. Un año después volvió tener que acogerse a un concurso al no poder afrontar las nóminas de los trabajadores y los pagos a la Seguridad Social.

Disolución de la empresa

La administración concursal solicitó al juzgado el inicio de la fase de liquidación ante la imposibilidad de retomar la actividad: la clínica no encontró otras fuentes de financiación y se vio incapaz de renegociar las deudas con acreedores como el Estado, de manera que el juzgado dio luz verde a la venta de los activos el año pasado. De hecho, el pasado mes de enero se oficializó el cese del administrador y fundador de la sociedad, el doctor Vázquez Roel y la disolución de la mercantil.

La Clínica Capistrano abrió en 1988, como uno de los primeros centros especializados en el tratamiento de distintos tipos de adicciones, desde el alcohol a drogadicciones y otros trastornos como anorexia o bulimia o ludopatías. En cuatro décadas de existencia ha tratado a miles de pacientes y mantenía convenios con otras entidades.

Más de un año con las instalaciones sin actividad

La Clínica Capistrano dejó de funcionar poco después de la declaración del concurso de acreedores, situación a la que se sumaron problemas de salud de su fundador, el doctor Vázquez Roel. Así, se produjo el fin en la práctica de un centro con cuarenta años de trayectoria por el que habían pasado miles de personas para seguir programas contra distintos tipos de adicciones. La sociedad ya está disuelta.