Juan Pedro Yllanes (Podemos), con el portavoz de Més, Miquel Ensenyat. | Teresa Ayuga

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Un miembro del Govern señalaba en privado esta semana que una de las virtudes de Francina Armengol, a diferencia de su antecesor en el cargo, José Ramón Bauzá, es no empecinarse en un camino y saber cambiar el rumbo de la barca cuando detecta que las cosas no están yendo bien. Es lo que ha pasada en las últimas semanas, con la percepción de que el Govern había perdido el rumbo e iba dando tumbos superado por los acontecimientos del día a día.

Armengol ha dado un golpe sobre la mesa para despertar a un Govern que parecía desnortado. Todo lo ha propiciado la salida de Marc Pons en dirección a Madrid, una extraordinaria noticia para la presidenta, que coloca a uno de sus peones de máxima confianza en un Ministerio clave con rango de Vicepresidencia como es el de Teresa Ribera.

Armengol cambia sus áreas y refuerza el poder del PSIB en el Govern, visibilizado al máximo con ese ascenso del conseller Iago Negueruela –nada menos–, al altar de la portavocía, un gol a sus socios en propia puerta. Así que la remodelación ha servido a la presidenta para levantar un Govern que estaba cercado por sus aliados, con otro añadido relevante: sigue Patricia Gómez, la consellera de Salut, cuestionada por Més y Podemos a raíz de las vacunaciones de los altos cargos de Salut.

La presidenta ha hecho un movimiento que no esperaban sus socios. Sabían que iba a haber una reorganización del Govern, pero no una remodelación de caras, pero la jugada les señala el camino. Més tiene a dos representantes en el Govern, Fina Santiago y Miquel Mir, que no son el futuro del partido. Tampoco lo será el líder de la formación, Antoni Noguera, que se ha autoexcluido de cualquier pugna por ser el candidato en las elecciones o por entrar en el Govern. En otoño se elige al candidato y, en función del elegido, lo lógico sería una remodelación para que el líder entre en el Govern. El problema radica en que, para que alguien entre, uno de los dos que ya está tiene que salir, y eso sí que son palabras mayores. Puede que todo quede igual, con dos consellers que no son líderes y un líder que no está en el Govern.

Con Podemos sucede lo contrario. Su líder, Mae de la Concha, está en el Govern pero en otoño dejará de ser la líder de Podemos, así que o deja el Govern y entra su sucesor o el partido estará como Més, con consellers que no son los líderes. ¿Habrá una nueva remodelación en otoño? Está por verse.