María Ramos es voluntaria-paciente de la AECC en Balears. En la foto posa con una mascarilla rosa en alusión a su enfermedad. | Pere Bota

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«Mi vida contra el cáncer». Este jueves se celebra el Día Mundial Contra el Cáncer y tres mujeres de Mallorca han contado su lucha diaria contra esta enfermedad.

Margalida Cerdó, María García y María Ramos cómo cambiaron sus vidas desde que se les diagnóstico que tenían un cáncer y como le hicieron frente.

«Mi enfermedad me ha enseñado a vivir y a ver la muerte de otra manera»

María Ramos se autodenomina flor de loto porque dice que es una planta que cuando está totalmente hundida es capaz de nacer del barro. Su lucha contra el cáncer todavía sigue, aunque con menos intensidad. En febrero de 2018 su máquina no funcionaba bien –de esta manera se lo explicaron, recuerda–. Tenía dos tumores en el pecho izquierdo y en abril de ese mismo año se los extirparon. «Todo pasó tan rápido pero a la vez muy lento», sostiene.

Pasó por dos intervenciones porque en la primera vieron que algunos márgenes extirpados estaban tocados por la enfermedad. De la primera a la segunda operación pasaron unos diez días. «En ese momento sentí rabia, me enfadé con el médico pero luego supe que estas cosas pasan a menudo». María cuenta todo este proceso en su blog de cocina Mamala. Tuvo la suerte, asegura, de que sus cinco ganglios extraídos estaban limpios. Sin embargo, no se libró de la radioterapia, exactamente 15 sesiones.

Todo este periodo, el dolor que imperó durante un tiempo, ha hecho reflexionar a María, que además es voluntaria-paciente de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). «Empecé a cuidarme y a pensar en mí misma. Me he pasado la vida preocupándome por los demás y cuando te toca pasar por esto te paras».

Sigue en tratamiento con unas pastillas que evitan que aparezca algo malo. Sin embargo, sus resultados son muy buenos. No comprende los retrasos que hay en oncología y recuerda que «no todo es COVID-19», en alusión a que hay más enfermedades que mata a gente. ¿Y qué te ha enseñado el cáncer? «Me ha enseñado a vivir, a disfrutar de los pequeños momentos y a ver la muerte de otra manera».

margarida cerdó .

El cáncer de Margalida Cerdó se llama HER2 positivo.

«El cáncer no es sinónimo de muerte, no hay que rendirse»

Margalida Cerdó tiene tatuada la palabra vida en su muñeca derecha. Se lo hizo tras su segunda intervención de un cáncer de mama con nombre y apellido: HER2 positivo, uno de los más agresivos. Acaba de cumplir 47 años y su mantra es su pequeño tatuaje.

Su lucha comenzó en septiembre de 2018. No hizo falta decir nada cuando le hicieron la mamografía y ecografía. «Vi el resultado en la cara del radiólogo». La llamada que vendría después para corroborar lo que ya ella imaginaba inició la batalla que todavía persiste. «Lo recuerdo como el momento más duro. En ese momento le dije a mi marido que no dejara solo a los niños».

Margalida volvió a nacer este pasado mes de julio después de dos intervenciones, una de ellas «muy difícil», diez meses infernales de quimioterapia y sesiones de radioterapia. Lo que ha aprendido de esta enfermedad es sacar «la esencia de la vida. Le damos mucha importancia a cosas que no la tienen. Lo importante es levantarte cada día pero levantarte sano. Sin salud, no tenemos nada», reflexiona.

Ha pasado de llevar una vida ajetreada, rápida a respirar y a disfrutar ahora de los pequeños momentos. Se permite quererse y no hacer planes a largo plazo. «La vida son 24 horas, no es mañana. Creo que vamos siempre muy rápido. Yo les digo a mis hijos que no se preocupen de las cosas».

En abril se volverá a citar en el quirófano para la reconstrucción de su mama izquierda. Esta operación estaba prevista para el pasado mes de octubre, pero la pandemia cambió los planes, algo que critica y no comprende que haya hecho revisiones con el oncólogo por vía telefónica. Margalida Cerdó es madre de familia, acaba de empezar a trabajar después de dos años de intensa batalla y es voluntaria de la AECC. Hoy es el Día Mundial Contra el Cáncer y lanza un mensaje de esperanza para las personas que están o van a empezar a pelear con esta enfermedad: «Luchad y vivid cada día. El cáncer no es sinónimo de muerte; hay vida. No os rindáis nunca».

María García.

«No me di cuenta de lo que significaba la palabra cáncer hasta que fui mayor»

Cuando a María García le diagnosticaron cáncer de tiroides, su única preocupación era acabar la carrera de Economía y que tras la operación no engordara. Ya han pasado 20 años desde que le dieron la noticia, en medio de una vorágine de preocupaciones de la juventud que ahora María las observa con ternura.

María dice que de joven no fue consciente de lo que tenía: «Yo me decía que esto no me iba a impedir nada. No, yo iba a seguir con vida. Nunca me veía reflejada ni pensaba que esta enfermedad iba conmigo, hasta que me hice más mayor y ahí me di cuenta de lo que significaba la palabra cáncer».

Era enero de 2001 y todo sucedió como un relámpago. «Fui clara con mi patólogo. Le dije que no era una niña y que me dijera las opciones que había». María detalla que tenía un tercio de posibilidad de que fuera maligno. Pero fue maligno y enseguida le intervinieron.

No consiguió salvar parte de la tiroides para la producción de hormonas pero la pastilla que suple esta función no le ha impedido cumplir los sueños de la María de 20 años. Todo ello, después de superar un cáncer y algunas secuela psicológica tras asimilar todo lo que había pasado. Lo cuenta así: «Como todo fue tan rápido, tuve un efecto rebote psicológico. Por qué a mí, pensé, si todo lo había hecho bien. Realmente noté que estaba enferma cuando empecé el tratamiento de yodo radioactivo, que me dejó 15 días ingresada en el hospital».

María García entró como voluntaria en la Asociación Española Contra el Cáncer en Valencia cuando acabó la carrera. Ahora ha vuelto a asumir ese papel pero ya en Balears. No entiende los retrasos en el diagnóstico y en las intervenciones debido al coronavirus. De hecho, «los pacientes deben sentir mucha rabia, es horrible que ya de por sí ponga nombre y apellido a tu enfermedad y que esto dependa que tenga un fácil o difícil tratamiento. Los pacientes oncológicos deberían estar aislados totalmente», lamenta.

Su caso no ha sido grave pero su experiencia le ha servido a otras personas con el mismo diagnóstico a que sigan hacia adelante.