Un propietario lleva atado a su perro en una playa durante el invierno.

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En las últimas semanas, por la situación generada por la COVID-19, el número de personas que han decidido pasar su tiempo de ocio en los espacios naturales protegidos (ENP) de las Islas se ha incrementado notablemente. Cabe decir que, aunque este incremento no se ha materializado de manera proporcional en un número equivalente de conductas impropias, sí preocupa actualmente la cantidad de personas que van las áreas naturales protegidas con sus perros, muchas veces sin atar.

En este sentido, y sin imponer nuevas prohibiciones, la Conselleria de Medi Ambient realiza un esfuerzo de sensibilización a través de las redes sociales. Los Agents de Medi Ambient han iniciado, además, una campaña de seguimiento de esta cuestión. En el pasado enero, se han levantado tres actas por incumplimiento de la normativa relativa a la presencia de perros en ENP, las mismas que en todo 2020. Los agentes aseguran que se está dando prioridad a que el ciudadano reciba información y corrija su incumplimiento, por encima de imponer multas.

Las restricciones en la entrada de perros en determinados ENP se deben a la consideración de que su presencia altera los hábitats y podría poner en peligro la conservación de los valores naturales.

Así, en Mallorca no se permite la entrada de perros en los parques naturales de s’Albufera y de Llevant, ni en la Reserva Natural de s’Albufereta, con excepción de los perros guía. Por su parte, en el Paratge Natural de la Serra de Tramuntana, en el Parc Natural de Mondragó, en el Parc Natural des Trenc-Salobrar de Campos y en la finca pública de Son Real sí pueden entrar, siempre que vayan atados y no salgan de los itinerarios establecidos.

Señalización de prohibición de llevar perros sin atar.

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De cualquier modo, en los dos parques naturales donde sí pueden entrar perros, en ningún caso pueden ir a las dunas. En Mondragó, tampoco pueden estar en la playa. Y en es Trenc, la normativa, en este caso municipal, permite los perros en la playa sólo de noviembre a febrero.

Aunque son animales domésticos, los perros son depredadores naturales, por lo que, cuando las especies que habitan los ENP los identifican, tienden a huir de sus hábitats, alterando sus condiciones de vida. En cuanto a los lugares con rebaño, los perros pueden hacer que huyan o incluso atacarlos.

En las dunas, los perros pueden desestructurarlas al rascarlas y no hay que olvidar que, en estos hábitats, aves y otras especies, como las tortugas marinas, suelen poner huevos. La presencia de perros no sólo asusta a las madres, sino que también puede poner en peligro las puestas.

Además de los propietarios incívicos que no recogen los excrementos de sus canes, cabe destacar también que la composición de las heces y de la orina provoca alteraciones en la nitrificación de la tierra, lo que puede dar lugar a desequilibrios en la convivencia de diferentes especies de plantas.

la parte inferior de una tortuga en su estado normal. A la derecha, el efecto del ataque y las mordeduras de un perro. Fotos: AMA