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Las variantes del virus han estado presentes desde el principio de la pandemia y son producto del proceso natural por el cual los virus se desarrollan y adaptan a su huésped a medida que se replican. La mayoría de estas mutaciones no tienen efecto en el comportamiento del virus, pero muy ocasionalmente pueden mejorar su habilidad para infectar y/o volverse más resistentes a la respuesta inmune del cuerpo.

El virus originario de Wuhan se fue transformando en algunas variantes ligeramente diferentes que hoy colonizan el planeta. Los virus mutan con frecuencia y el coronavirus en particular sufre una media de 1-2 mutaciones al mes. Es importante conocer que gran parte de las mutaciones que ocurren en los virus no suelen tener ninguna consecuencia. En ocasiones, sin embargo, pueden ser perjudiciales para el propio virus o, por el contrario, beneficiosas permitiendo su mayor transmisión a través de los hospedadores.

Toda Europa se vio convulsionada a final de año por la notificación por parte de las autoridades británicas de una nueva variante del SARS-CoV-2. El Reino Unido es capaz de identificar de forma temprana las diferentes variantes que van surgiendo del virus SARS-CoV-2. Aún no se sabe con certeza si esta variante se originó en un paciente en Inglaterra o si se importó de otro país con una capacidad limitada para identificar sus propias variantes. Lo que si se sabe es que se va secuenciando cada día en más países, entre ellos España.

La nueva variante de coronavirus se identificó en Inglaterra el pasado octubre en una muestra que se recogió en septiembre y se ha expandido de forma significativa sobre otras variantes durante los últimos meses en dicho país. Esta variante británica destaca por poseer, de un total de 23 mutaciones, 17 en su ARN con un papel relevante que permite al coronavirus invadir las células humanas con mayor facilidad. La variante identificada en el sureste de Inglaterra ya ha llegado por lo menos a 45 países; la de Sudáfrica, a 27.

¿Más contagiosa?

La nueva variante del coronavirus detectada en Reino Unido, en principio, no es más mortal ni causa síntomas más graves. Los indicios apuntan a que ello está favoreciendo una mayor transmisión de la enfermedad en algunas zonas del Reino Unido y que podría ser más infecciosa. Según un estudio del Imperial College de Londres, la nueva cepa es cerca del 50 % más transmisible que otras. En Irlanda, esta variante ha disparado los casos y la nueva variante es responsable del mayor número de casos nuevos per cápita a nivel mundial.

De todas formas, aún no se dispone de información definitiva para asegurar que la nueva variante se ha extendido debido a una mayor capacidad de contagio o, por el contrario, si se debe a las dinámicas de la población que hayan hecho que esta variante se extienda más en determinadas áreas. La realidad es que no se puede determinar cuánto de este rápido incremento de casos, se debe a la relajación de la población por las fiestas navideñas y cuánto a una supuesta mayor capacidad infectiva de la nueva variante. Lo que sabemos es que su presencia en España no es marginal y que seguramente irá incrementándose progresivamente en todo el país.

La variante británica y la carga viral

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Otra hipótesis que se baraja para explicar el alto número de contagios que provoca la nueva cepa se centra en la carga viral. Según estudios preliminares realizados por el Laboratorio de Salud Pública de Birmingham, el 35% de las muestras de pacientes infectados con la cepa B117 tenían altos niveles de virus, en comparación con solo un 10% de los pacientes infectados con otra variante.

Por otro lado, la cepa ha demostrado ser más prevalente en niños y jóvenes. No se sabe si esto se debe a que la variante es más eficiente infectando a estos grupos, o este aumento se debe a que en estos últimos meses en Reino Unido las escuelas permanecieron abiertas, mientras que las actividades de los adultos se vieron reducidas por distintas medidas de confinamiento.

La nueva variante y las vacunas

Una de las preguntas frente al surgimiento de esta variante es si las vacunas tendrán el mismo grado de efectividad que para la variante original. Parece improbable que esta variante del coronavirus afecte de forma significativa a la eficacia de las vacunas. Aunque ocho de las mutaciones están en la proteína S, que es precisamente la proteína que se produce en el cuerpo humano tras la vacunación para activar al sistema inmunitario, las células inmunitarias y los anticuerpos suelen responder a múltiples y diferentes "dianas" de esta molécula. Sería muy poco probable que estas 8 mutaciones alterasen todas las dianas.

En cualquier caso, si esta nueva variante o cualquier otra que apareciera en el futuro lograse esquivar la inmunidad generada por las actuales vacunas, sería posible modificar algunas de ellas en cuestión de semanas para que volvieran a ser eficaces.

Con la información de la que se dispone hasta el momento parece indicar que las vacunas serán efectivas contra la nueva forma del virus. Aunque debemos estar seguros de que las vacunas estimulan una amplia respuesta de anticuerpos a toda la proteína de la espícula, se prevé que su eficacia no se verá afectada significativamente por mutaciones. Sin embargo, existe una creciente evidencia de que otras especies de coronavirus estacionales exhiben cierta capacidad para escapar de la inmunidad durante períodos de tiempo más largos.

Por lo tanto, es factible que podamos llegar a un punto en el que se nos exija actualizar nuestras vacunas para la COVID-19, como lo hacemos para la gripe, para reflejar las variantes en circulación en ese momento. Es demasiado pronto para decir si este será el caso, pero la secuenciación extensa del genoma, el intercambio de datos y la notificación estandarizada de variantes serán vitales para obtener respuestas.

Hay aún un gran margen de incertidumbre en las estimaciones. Aún no se sabe qué medidas serán necesarias para contener las nuevas variantes del virus.