Rudolf Roth, enfermo de COVID explica cómo vivió la enfermedad y las secuelas que presenta hoy en día. | Jaume Morey

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Rudolf Roht entró con 40 años en el hospital y salió con 41, le intubaron a causa de la COVID-19 el 13 de agosto, «el día de mi cumpleaños». Su vida, desde entonces, ya no es la misma. «Estabámos disfrutando de una verano estupendo en la playa, con todas las medidas de prevención, y de repente nuestra vida cambió. Empecé a tener síntomas, al principio leves, sin pensar que en pocos días podría complicarse».

Sucedió el pasado mes de agosto. Curiosamente, su test PCR fue el único que salió negativo en su familia, aunque estaban todos contagiados, su mujer y sus dos hijos. «Durante días tuve fiebre, sudaba muchísimo, estaba destemplado y de repente sentí que empeoraba y llamamos a una ambulancia», explica. En el hospital la PCR seguía dando negativo pero vieron que la saturación de oxígeno en sangre estaba muy baja. Días después, con una broncoscopia, confirmaron finalmente una neumonía a causa del coronavirus SARS-CoV-2. Entonces «yo tampoco me notaba muy mal, pero las analíticas decían otra cosa».

A la semana, Rudolf Roth ingresaba en la UCI de Son Espases donde le intubaron. «El impacto emocional es bastante potente, porque sabía que mi familia preparaba alguna sorpresa para mi cumpleaños, quería hablar con ellos pero mi mundo cambiaba», se emociona. «Quiero dar las gracias a los profesionales que, por mi aniversario me regalaron la vida otra vez porque en este laberinto de UCI entramos muchos pero no salimos todos».

Este paciente no presentó nunca una patología previa. Era deportista. Hace once años dejó el periodismo para meterse en el ejército, con el mantenimiento físico que conlleva.

En la UCI, donde estuvo más de un mes, «estaba en un estado de semiconsciencia, como en un mundo paralelo y mi vida dependía de unos indicadores a los que miraba esperando un milagro», relata. «No te puedes creer que una persona sana experimente presente de repente, este tipo de discapacidad».

De todo lo vivido con la COVID-19 el paciente recuerda, como su momento más impactante, «cuando te despiertas». El tiempo en que ha estado en coma no ha existido para él y el cerebro debe procesarlo, «te das cuenta de que no eres el mismo».

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Asegura que la primera intención es la de hablar pero al estar intubado resulta imposible, «no te puedes ni oir la voz». Había perdido el 75 % de su masa muscular. Tuvo que aprender a sostenerse en pie, a caminar, a sujetar un bolígrafo para volver a escribir… A luchar, en definitiva, contra sus nuevas limitaciones.

Empezó entonces la vida post UCI y subió a planta con la emotiva banda sonora de los aplausos de los sanitarios que hasta entonces le habían cuidado.

Ya en hospitalización, donde pasó otras cuatro semanas, tomó conciencia del sufrimiento de su familia. «Mi mujer había perdido 20 kilos», explica. «Al verla me sentí culpable por lo que sufrieron por mí».

Rudolf salió finalmente del hospital pero todavía hoy presenta secuelas de un tromboembolismo en el pulmón. Debe seguir haciéndose pruebas de coagulación en sangre de forma periódica en su centro de salud y seguir un tratamiento. No sabe si recuperará al 100 % aunque lo cierto es que ha mejorado mucho.

A día de hoy, Rudolf Roth todavía no sabe ni dónde ni cómo pudo contagiarse su familia.

«Cuando salí era otra persona»

Al salir de la UCI, Rudolf Roth estuvo un mes tratando de normalizar su vida. Había perdido 25 kilos, «cuando me miré en el espejo no me reconocía, era otra persona, no es sencillo». Desde entonces a diario ha tratado de superar sus limitaciones, «cada pequeña mejoría era una gran victoria», relata. Roth lanza un mensaje a la población y dice que «es mejor limitarse ahora para volver antes a la normalidad, hay que estar junto en esto».