No hay opciones en Helsinki. La dificultad de volar a Palma ha sido la mayor complicación para Ramón Crespí y su familia, que han decidido no visitar a la familia de él porque no hay facilidades para volar y los test de PCR son muy caros. Además, dice, consideran un «riesgo» volar ya que la mujer tiene a un familiar muy delicado.

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Esas mesas decoradas y repletas de comida, que solo se preparan en días especiales, no reunirán a tantos comensales como suele ocurrir. La pandemia tiene otros planes: no venir a casa por Navidad o ponerlo complicado.

Eduardo Ruiz es un mallorquín que trabaja en Lodz (Polonia) como profesor de inglés. Tiene previsto viajar a Palma el día 24, pero asegura que «cada vez parece que hay menos opciones para volar». Con todo el «engorro» que resulta, a Eduardo se le están quitando hasta las ganas por todas las restricciones a nivel mundial.

Desde Polonia. Eduardo Ruiz podrá venir a Mallorca en Nochebuena, pero insiste en que cada vez hay menos opciones para viajar desde Polonia a Balears.

PCR 72 horas antes, 150 euros de media por cada prueba y cuarentena obligatoria de diez días a la vuelta. Estas son algunas de las pautas que los mallorquines que viven en el extranjero deben realizar si desean regresar a casa.

«No vamos»

Bàrbara Sureda, de 29 años, lleva siete años en Ámsterdam y ha decidido no venir estas Navidades a Mallorca. «Holanda está evitando que la gente se mueva mucho estas fiestas. Ya solo con las dos pruebas son 300 euros y una vez que regresas, tenemos que hacer cuarentena». Sureda lamenta esta situación –«creo que deberían hacerse las cosas de otra manera»–, y más cuando hace unas semanas nació su ahijada.

Se quedan en Ámsterdam. Bàrbara Sureda tendrá que echar mano de las videollamadas después de optar por no viajar a Mallorca por las nuevas restricciones en Holanda. Alejandro Palmer no podrá pasar las Navidades en la Isla porque trabaja y las medidas de prevención en Ámsterdam hacen que sea difícil escaparse.

Holanda entra en confinamiento total hasta el 19 de enero. Sin embargo, la dificultad de movilidad la tienen sobre todo los que trabajan, como Bàrbara o Alejandro Palmer, otro mallorquín, de 27 años, que vive en Ámsterdam desde el 2017. Trabaja en una cadena hotelera que continuará abierta pese a las restricciones. «La empresa no me permite viajar porque es mucho tiempo y el problema es la cuarentena». Palmer reconoce que también le da «miedo» viajar ahora mismo porque «al no haber ahora líneas directas, tenemos que hacer escala en Madrid y te juntas con mucha gente. Si me contagio, el tiempo que estuviese enfermo no me lo pagarían». Asimismo, Alejandro considera que no es buen momento para moverse de su ciudad. «Es un riesgo ir a España, que cambien las normas y me quede encerrado en Palma», sostiene. El norte de Europa también ha dificultado los movimientos aéreos. Lo sabe bien Ramón Crespí, de 33 años, fundador de Nordinen Experience, que lleva un año viviendo en Helsinki (Finlandia) junto a su mujer y su hijo. «Desde mi experiencia, las dificultades para venir a Mallorca han sido mayores, ya que muchas aerolíneas han aprovechado la ocasión para aumentar los precios», asegura. Hasta tres veces le cancelaron vuelos y ahora, en vísperas de Navidad, tendrían que asumir 600 euros solo de PCR. Otra situación personal dentro del entorno familiar de su mujer, Laura, ha sido el detonante definitivo para tomar la decisión de no volar hasta más adelante. Sin embargo, Crespí confiesa que «lo que más me duele es que mis padres hayan estado un año sin ver a mi hijo».

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El precio de venir

«Un vuelo que cuesta 25 libras, lo he pagado por 170 por los 150 euros de la PCR. También me han cancelado el vuelo de vuelta hasta dos veces». David Sànchez, de Llucmajor, lleva un par de años en Doncaster (Reino Unido) y trabaja en el mundo de la fotografía y videografía. Llegará a Mallorca el día 26 pero narra la odisea que resulta ver a la familia si vives en el extranjero. En su caso, tiene a dos abuelos enfermos y para él este viaje es importante. «Entiendo que es un año muy difícil para todos, pero cada día cambian las normas. La gente no sabe qué hacer», defiende.

Otros optaron por llegar a la Isla con antelación. Es el caso de Víctor Sánchez, que vive desde hace cinco años en San Francisco (Estados Unidos). Llegó a Son Sant Joan en octubre, después de una escala de 40 horas. Una vez en tierra, se marchó a un hotel en el Port d’Andratx para hacer él solo la cuarentena «ya que no me atrevía después de tantos viajes a meterme en casa de mis padres». Su situación de teletrabajo le permitirá estar en las navidades con la familia, pero quizá el 29 de diciembre regrese al estado de California. La mallorquina Irene Ríos, de 25 años y en Berlín (Alemania) desde hace unos meses, llegó a la Isla el jueves 10 de diciembre. «Tuve que hacer escala en Madrid porque cancelaron todos los vuelos directos a Mallorca». Además, relata, «la prueba de COVID-19 es obligatoria 72 horas antes». En Alemania, la vida social estaba paralizada debido a la última normativa para doblegar la curva de contagios, que durará hasta enero. Ríos, así, ha decidido permanecer en la Isla con su familia hasta que mejore la situación.

El retorno al hogar se complica para muchos mallorquines por el mundo. Pasar las fiestas navideñas sin los más íntimos será «difícil», consideran, pero confían en la tecnología para sentir el calor de la familia.

La UIB retomará los ‘erasmus’ en 2021

Si la situación de la COVID-19 mejora, la Universitat de les Illes Balears (UIB) retomará los ‘erasmus’ en el segundo semestre de 2021. Desde el departamento del Servicio de Relaciones Internacionales de la Universitat prevén, en caso de activar los intercambios entre universidades extranjeras, un centenar de alumnos ‘erasmus’ de la UIB y otro centenar de llegadas desde otros países. En todo caso, el erasmus 2020-21 solo duraría un único semestre.