Álex Masmiquel junto a la tobera de uno de los cohetes españoles en los que se está trabajando. | Info PLD

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Hay industria aeroespacial española y en ella, un mallorquín, Álex Masmiquel, cuenta con un papel vital: ahora mismo está ensamblando las piezas de dos cohetes, el MIURA 1 y MIURA 5, de la empresa PLD Space, con sede en Elche y campo de pruebas en Teruel. Esta compañía, muestra del I+D español, es capaz de ‘democratizar’ el envío de satélites en sus pequeños cohetes. La industria aeroespacial ha sido noticia esta semana por el fallo del cohete europeo Ariadne, donde iba un satélite español. Y son muchos los que trabajan en este país para el impulso de esta pujante industria.

¿Cuál es su trabajo en PLD Space?

—Soy ingeniero mecánico y estoy en el departamento de estructuras, diseñando el esqueleto de dos lanzadores espaciales. Uno de ellos, el MIURA 1, está en una fase muy avanzada y estamos validando la estructura donde van el motor, los tanques de combustible y la electrónica para gobernar el vehículo. Todo pasa por mucho cálculo y muchos ensayos.

¿En qué se diferencian los dos cohetes que están desarrollando?

—El MIURA 1 tiene un solo motor, es de prueba, y ahí desarrollamos todas las tecnologías que desarrollaremos en el MIURA 5, que llegará a la órbita alrededor de la Tierra para inyectar satélites. Nuestros cohetes son recuperables como los de Space IX [de Elon Musk] o Blue Origin [de Jeff Bezos, dueño de Amazon]. Nosotros seguimos ese camino pero con cohetes pequeños.

¿Son ecológicos?

—No sé si ecológicos pero si son más optimizados y tienen un menor impacto. Cuando vuelven a la Tierra, tienen un paracaídas para caer en el mar y luego un barco lo recupera. El MIURA 1, de 12,5 metros de longitud y 70 centímetros de diámetro, pesa unos 2.500 kilos con combustible y carga. Esta carga es de pago y puede llevar experimentos científicos que pesen hasta 100 kilos. Cuando se ha vaciado el cohete, pesa menos que un coche. En cuanto al MIURA 5, en su depósito se puede colocar paquetes en órbita de hasta 300 kilos de peso.

¿Qué supone democratizar un lanzamiento de satélite?

—En los últimos años ha habido un gran interés en el espacio. Los satélites aportan mucha información, ya sean meteorológicos o para obtener imágenes de la Tierra. Hay muchos intereses en la telecomunicación, la investigación o la ciencia en general. De hecho, la Agencia Espacial Internacional acaba de celebrar el 20 aniversario de la presencia permanente del ser humano en el espacio. ¿Qué experimentos se pueden llevar a cabo? Tenemos clientes que quieren trabajar en entornos de gravedad cero y comprobar los comportamientos de la materia. Incluso la industria cosmética tiene interés, porque hay moléculas que solo se sintetizan en microgravedad.

Lanzar un satélite parece una empresa millonaria.

—Históricamente eran la NASA, la AESA y el programa espacial ruso los que copaban el negocio espacial de grandes cohetes. Hoy en día hay muchas pequeñas empresas y universidades que pueden tener acceso al espacio por un coste mucho menor. La tecnología se ha miniaturizado y hay satélites que apenas pesan dos kilos. Por eso empresas como PLD Space tienen bastante ventaja. Ahora mismo, con estos microlanzadores que hay en el mercado, lanzar un kilo al espacio cuesta 30.000 euros. Un pequeño experimento puede pesar dos kilos y pueden participar universidades.

¿Tienen fecha para el lanzamiento?

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—No está fijada aún. Los desafíos principales están superados y está validado. Contamos con inversiones públicas de España y Europa y avanzamos en función del capital disponible.

Los móviles de hoy tienen más capacidad que la nave Apolo que llevó al hombre a la Luna.

—En el programa Apolo de la NASA de los años 60 que llevó al hombre a la Luna, los cálculos se hacían a mano. Había treinta matemáticos que luego cotejaban los resultados con sus compañeros y se corregía la dirección del cohete porque no había capacidad computacional. Hoy es impensable. La capacidad de un ordenador de a bordo era muy limitada. Cualquier móvil de hoy tienen una capacidad de cómputo y de memoria muy superior a un ordenador de hace veinte años.

Esta semana se ha estrellado el cohete europeo Ariadne, en el que iba un satélite español. Ha habido comentarios o titulares en los que se resaltaba que era español. ¿Tenemos complejo de inferioridad?

—Hubo noticias y titulares desafortunados y la Ariadne Space, que desarrolló el cohete, es europeo. Hay cierto complejo pero en la industria espacial hay empresas muy potentes en Madrid y Barcelona, igual que la industria aeronáutica de Airbus, en Sevilla. En el sector tecnológico europeo estamos a un muy buen nivel. Nuestras expectativas no deberían ser menores.

¿Y qué ocurre con el I+D balear?

—Es verdad que la economía balear se sustenta en el turismo. Es importante diversificar la economía y la actividad empresarial. El I+D es una apuesta segura y es necesario diversificar. Aprecio muchísimo mi tierra, tiene un potencial muy importante pero hay margen de desarrollo tecnológico

Su perfil es el de alguien muy formado que tuvo que salir de la Isla.

—Es cierto que no hay industria espacial, pero conozco a mucha gente de sectores tecnológicos que no ha encontrado su lugar en Baleares.

¿Cree que con la pandemia la sociedad y las instituciones nos hemos dado cuenta de lo importante que es la ciencia?

—Esta situación ha evidenciado lo importante que es tener el apoyo científico, en este caso la investigación médica. Y se ha puesto sobre la mesa lo poco que se invierte en I+D y la necesidad de la ciencia para dar respuesta a situaciones que estamos viviendo ahora mismo.

El hecho de que Pedro Duque sea ministro, ¿es un impulso para la industria aeroespacial?

—Es cierto que su pasado como astronauta es un apoyo institucional y nos da a conocer dentro de lo público y lo privado.