El conseller Iago Negueruela ha agradecido en reiteradas ocasiones el esfuerzo realizado por los empresarios por mantener a los trabajadores en ERTE y evitar así su despido. La actividad turística testimonial que hubo en julio y agosto permitió rebajar la cifra de personas con el empleo suspendido.

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Los trabajadores temporales han sido los grandes perjudicados de los efectos de la pandemia, mientras que el empleo indefinido, por ahora, resiste a los efectos de la crisis más intensa jamás vivida en Baleares. A finales de septiembre de este año (último dato disponible), el número de personas afiliadas a la Seguridad Social con contrato indefinido era muy similar a la de un año antes. Por contra, había un 40 % menos de afiliados con contrato temporal.

De acuerdo con los datos del Institut Balear d’Estadística, el tercer trimestre de este año finalizó con 297.381 personas afiliadas con contrato indefindo. Un año antes eran 307.560. La variación es mínima si se compara con los afiliados con contrato temporal: 85.302 este año frente a los 137.570 del ejercicio anterior.

Las cifras demuestran, tal y como ha señalado el conseller Iago Negueruela en repetidas ocasiones, que los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) han funcionado. Balears ha sido una de las comunidades más beneficiadas por esta medida. Prácticamente desde el inicio de la pandemia es la que tiene a un mayor porcentaje de trabajadores suspendidos de empleo.

La fuerte dependencia turística del modelo económico balear conlleva que un elevado número de trabajadores dispongan solo de contrato durante la temporada. Con una actividad en mínimos, este años son miles los que se han quedado sin empleo. Una muestra de cómo funciona el mercado laboral balear: En mayo de este año se firmaron solo 8.999 contratos temporales, un 84 % menos que los 66.388 registrados en mayo de 2019.

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El hecho de que el inicio de la pandemia coincidiera prácticamente con el comienzo de la temporada turística balear ha constatado la vulnerabilidad de las Islas y ha dejado en el aire las debilidades de su modelo económico. No son pocas las voces que han vuelto a reclamar un cambio de modelo efectivo que no pase por una dependencia casi absoluta del turismo.

Llegue o no este cambio, que en ningún caso sería a corto plazo dada su inviabilidad, la fotografía actual es que a día de hoy cerca de 82.000 personas están en paro, más de 30.000 en ERTE, y muchas empresas y autónomos con el agua al cuello. La temporada de 2021 está llena de incertezas y muchos empresarios se verán obligados a cerrar antes. Entorno al 30 % de restaurantes y comercios ya han bajado la barrera y los letreros de ‘se traspasa’ proliferan día a día.

Por el momento, los ERTE y las prestaciones extraordinarias a 85.000 trabajadores fijos discontinuos garantizan cierta tranquilidad en materia laboral hasta el 31 de enero. A partir de febrero es una incógnita qué ocurrirá en este aspecto pese al reclamo balear de que se mantengan los ERTE. La decisión final es del Gobierno central.

Mientras tanto, sindicatos y patronales coinciden en que lo pero está por venir. Precisamente la doctora en Derecho y profesora titular de Mercatil de la UIB, Petra Thomàs, ya avanzó en un artículo de El Económico del pasado 31 de octubre que al finalizar los ERTE se espera una avalancha de concursos de acreedores.