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Instalado en su despacho, casi en el centro de la redacción, su mesa era el paradigma del caos. Papeles, revistas, periódicos y cajetillas (normalmente vacías) de Ricola formaban parte de aquella pequeña oficina acristalada. Allí vivía Pedro Comas -la oración es casi literal-, director de Ultima Hora durante 30 años. En ese escenario, bautizado por Juan Miguel Giménez como la "pecera", el trasiego de redactores y jefes de sección era constante.

A Comás le gustaba charlar un rato con sus periodistas, a los que entregaba notas en ocasiones ininteligibles. Podía tratarse de un encargo, alguna sugerencia o simplemente la fotocopia de algún artículo de la prensa nacional que le había gustado. Siempre tuvo predilección por La Vanguardia, aunque su debilidad era El Periódico de Catalunya de Antonio Franco.

Exponente de la vieja escuela, Comas se sentía orgulloso de haber formado parte de la plantilla con la que Pere A.Serra encumbró esta cabecera. Cuando dirigió el diario, su obsesión por llegar a todas partes resultaba agotadora, al igual que su lista de tareas. Siempre quiso que los personajes relevantes y periodísticamente más atractivos aparecieran en UH, pero también que lo hiciera la gente. Cualquiera. Su idea de diario era para todos. Cercano. Popular. Mallorquín. Un producto atomizado y de puertas abiertas. Como su despacho.

La vista siempre le traicionó. Sin sus gafas todo se nublaba. Educado y elegante (solía vestir traje y corbata), Pedro Comas era un tipo culto; un profundo conocedor de la sociedad balear y sus tradiciones. Amante de los cambios al filo de la navaja, una afición que normalmente retrasaba el cierre del periódico, sólo se ausentaba del periódico para viajar junto a su inseparable Ana Morro. Con ella recorrió el mundo.

Nunca le gustaron demasiado los deportes (un día me llamó al despacho para que le explicara como se aplicaba la norma del fuera de juego), pero sí las gestas de atletas y equipos. Vibraba con un ascenso, un título, una medalla... Con Rafael Nadal. Monárquico convencido, se le notaba incómodo ante la crispación política actual. Comas siempre fue un tipo moderado. Un conservador liberal. Te echaremos de menos. Adiós, director.