Josep Pomar. | Teresa Ayuga

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Josep Pomar (Palma, 1956) es licenciado en medicina y cirugía por la Universidad Autónoma de Barcelona (1982). Fue nombrado gerente de Son Espases en marzo de 2017, aunque antes había sido director general del IB-Salut, gerente de Son Llàtzer o director de Salut Pública.

Lleva más de tres años al frente del hospital de referencia, ¿hacia dónde ha ido su gestión?

—En 2018 aprobamos un plan estratégico que de alguna manera es una guía de los próximos cuatro años, basado en proyectos. En él se recoge una adaptación de las infraestructuras, que tras 10 años necesitaban algún retoque. Hay obras en Urgencias, hemos creado una área de cuidado medios y estrenado un aula de simulación. El modelo concesional tiene una ventaja y es que el mantenimiento está asegurado los próximos 30 años.

Ha hecho una apuesta clara por la transformación digital.

—Hemos mejorado los sistemas de información de manera que sabemos si hay o no camas disponibles, cuánta gente espera en Urgencias o cuántos enfermos de COVID atendemos. Además hay algún proyecto más incipiente de aplicación de la inteligencia artificial en el diagnóstico. Tenemos en marcha un proyecto que permite revisar las miles de radiografías, TAC o placas de tórax que hay hechas y detectar casos de COVID. En un futuro esto servirá también para revisar cribados o mamografías, es capaz de descartar rápidamente entre miles de pruebas. Por otra parte, se ha puesto en marcha una unidad de impresión 3D para crear guías a los cirujanos que obtienen un modelo para mejorar la precisión. Y apostamos por la cirugía robótica cuyo uso ya está muy extendido en urología, ginecología, medicina general...

A mucha gente le cuesta entender el tiempo de espera para ser atendido en un hospital puntero.

—Nuestra principal prioridad es orientarnos al usuario. Quien necesita un proceso rápido está bien atendido pero las listas de espera son una mancha que debe abordarse. Tenemos que planificar los recursos humanos para mejorar la gestión. Además hay que ser más flexibles en la organización interna, ahora también se opera por las tardes. Respecto a las consultas externas el problema está mal resuelto: el interface entre primaria y hospital necesita cambios radicales porque se generan consultas que podrían resolverse en un centro de salud. Hay un campo de mejora muy grande y hay que hacer autocrítica. El paciente termina siendo un cartero de los médicos.

¿En qué es puntero el hospital?

—El centro se dotó tecnológicamente antes de la crisis y teníamos resonancias o TAC intraoperatorios antes que nadie. En Europa el hospital ya tiene buena prensa, el turista o extranjero sabe que aquí hay un buen hospital. Los resultados de cirugía cardiaca están en los ranking de los mejores del mundo.

¿Qué avanzará en un futuro a corto plazo?

—Esperamos que en un año puede estar el trasplante de hígado. Con el de riñón ya somos uno de los centros más activos, se han llegado a hacer 70 en un año.