Estación de ensayo de los primeros modelos, en Alfàbia (Mallorca).

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Un grupo de ingenieros dedicado a la energía eólica de Endesa, a principios de los años ochenta, fue capaz de preparar el prototipo de lo que hoy son los aerogeneradores; esos molinos de viento altos, blancos, finos y con tres palas que tanto llaman la atención en la Península. Fue en Sant Joan de Déu donde se instaló el primer modelo, una especie de torre comprada en Dinamarca de la marca Windmatic. El equipo de ingenieros vigilaba su funcionamiento y cómo respondía al viento. Se trataba de una torre reticular de 24 kilovatios (kW). El siguiente gran paso fue crear la primera estación de ensayo, en 1983, en Alfàbia, emplazada en la Serra de Tramuntana. Un primer gran logro que daría paso a los centenares de aerogeneradores que funcionan por toda España.

Molinos eólicos de 30 kW en La Muela (Zaragoza). Foto: PEP PASCUAL

Detrás de estos pioneros aparece Pep Pascual, doctor en ingeniería industrial. Fue uno de los mallorquines que formó parte del grupo de investigación creado por Endesa. Junto a él, Felicià Fuster –presidente de la entidad–, Joan Perchés, Sebastià March y José Luis Cardona –éste último más adelante ya no estaría en el equipo–. Pascual, además, destacaría, con los años, por ser uno de los precursores del proyecto del parque eólico de es Milà, en Menorca.

Primeros parques

«La estación de ensayo de Alfàbia sirvió para inspirar lo que son los modernos aerogeneradores. Con este primer prototipo de molino hice mis primeros trabajos en torno a la eólica y luego, con el grupo de profesionales, creamos los primeros parques a nivel nacional», recuerda Pep Pascual, quien además es amante de la historia de los molinos y presidente de los Amigos de Molinos de Mallorca, trabajó durante los primeros años de los ochenta en el Plan Eólico del grupo Endesa, que preveía la creación de un parque en el Ampurdà (Catalunya) y más tarde en Granadilla (Tenerife), La Muela (Zaragoza) y Estaca de Bares (La Coruña), con aerogene- radores más innovadores.

«En un año montamos hasta tres parques eólicos», dice. Se trataba de torres de 12 metros de altura con una potencia de 30 kW. Estos prototipos, desarrollados hasta 1987, mejorarían con el tiempo, consiguiendo pasar a 75 kW y hasta 110 kW. «El siguiente planteamiento importante fue el diseño de una torre más moderna, las que conocemos hoy día. ¿Por qué? Porque la fabricación y resistencia eran superiores y el montaje mucho más rápido. Desde Mallorca fuimos pioneros en estas construcciones, y lo curioso es que se hizo desde una empresa eléctrica, Endesa, gracias a Felicià Fuster, que fue un adelantado en su tiempo».

Pascual ve pasar todos estos años con sorpresa. De un prototipo de un joven licenciado a parques eólicos en España que representan aproximadamente un 20 % del consumo eléctrico. Son los gigantes del siglo XXI.