Las casas de espiritualidad son una opción para reflexionar, pero de las cuatro que hay solo el Santuari de Lluc mantiene abiertas sus puertas.

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La Mare de Déu pidió una casa para que sus hijos pudiesen descansar. Se refería a los peregrinos que subían al Santuari de Lluc, ubicado en el municipio de Escorca desde el siglo XIII, que es un símbolo religioso de la cultura mallorquina. Con los años, el deseo de la Virgen de Lluc, o La Moreneta, patrona de la Isla, se cumplió y a día de hoy sigue contemplando, desde la Basílica, cómo se hospedan, diariamente, los fieles en la llamada Casa de Espiritualidad. En Mallorca hay cuatro casas de espiritualidad que ofrecen ejercicios, actividades, jornadas de retiro, espacios para meditar y una hospedería. Aunque lo más importante, cuentan los responsables de estas casas, es «el silencio». Hablamos del Santuari de Lluc, el Santuari de Santa Llúcia (Mancor de la Vall), la Casa de Espiritualidad S. Alonso Rodríguez - Son Bono (Palma) y la Casa de Espiritualidad de Son Fe (Alcúdia). Todas, menos Lluc, han decidido paralizar sus ejercicios debido a la situación de la pandemia.

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La Casa

Ponemos el foco ahora en el Santuari de Lluc como actual templo que mantiene abierto este servicio para los residentes y turistas. Como curiosidad, la palabra ‘Lluc’ en latín significa ‘santuario sagrado’ y su templo es el primero mariano que surgió en Balears. Hace poco que los misioneros del Sagrat Cor dejaron Lluc después de 128 años custodiándolo. El nuevo equipo lo forman dos sacerdotes y el prior, Marià Gastalver, que desde hace un año trabajan en un nuevo proyecto para aproximar la espiritualidad a la sociedad a través de la «fe, la cultura y la naturaleza».

Entre los modestos rincones de este área, la zona espiritual se emplaza en uno de los edificios del patio Bisbe Campins, en honor a este obispo, cuya escultura se encuentra fijada mirando hacia la Basílica. Aquí comienza el primer paso de un retiro inmerso en la espiritualidad. El prior explica la importancia del papel de este obispo, quien fue, entre otras cosas, promotor de la restauración del Santuari bajo las instrucciones del arquitecto Antoni Gaudí. «Pere Joan Campins (1859 - 1915) quería que la liturgia fuera más próxima al pueblo mallorquín». Y así sucedió.

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La Casa está formada por tres plantas y alrededor de veinte dormitorios. La diferencia con las otras unidades que ofrece el Santuari es la sencillez y simpleza que se instala entre las cuatro paredes; segundo, porque todas las ventanas están orientadas hacia la montaña. Esto último se debe a que «ayuda a la persona a conectar con su interior y a descubrir lo que la envuelve». El prior reflexiona sobre la fe durante el recorrido hacia el jardín privado. Opina que está aumentado en Europa porque «nos estamos dando cuenta del tipo de ritmo que llevamos, junto al estrés y el consumo. Ahora el coronavirus nos ha ayudado a frenar. Hay que aprender a escuchar, a respirar y a observar. Esto, precisamente, es lo que quiere ofrecer el Santuari».

Jardín privado

Un bosque de encinas y chivos lo rodean. Un redondel de sillas vacías y una pequeña cueva para orar. Es la parte más íntima del recorrido de la Casa de Espiritualidad, un sector totalmente vetado para el resto de turistas o transeúntes. Se trata de un enclave independiente al Jardín Botánico. El espacio, según Marià Gastalver, conecta con uno mismo, con el resto y con Dios a través de lo más virgen: «La naturaleza es el medio a través del cual descubrimos la presencia del Señor. Cuando abrazo a un árbol, Dios me habla a través de él».

La Casa, así, es el puente entre la realidad y el alma de uno mismo «a través de una experiencia de interiorización». El retiro cuenta con una opción individual y otra grupal. La novedad radica en la tutela de este servicio, es decir, ahora está la posibilidad, si se solicita, de que un acompañante guíe la experiencia. En este caso son los propios curas quienes la dirigen. «El Papa dice que un santuario es un lugar donde se experimenta el encuentro con uno mismo, con los otros y con Dios».

Ocupación

Pese a las cancelaciones y bajada de visitas turísticas en los últimos meses, la ocupación en el Santuari ha sido del 35 % entre julio y agosto, destacando en un 68 % la proporción de residentes. La Casa de Espiritualidad, según la dirección comercial, ha notado picos «elevados» desde la desescalada y esperan que septiembre sean un mes donde la fe prevalezca ante todo «porque son tiempos de contemplar, pensar y decidir». El prior del santuario cree, además, que es hora de dar un giro a la vida y conectar con uno mismo.