Ana y sus hijos tuvieron que mudarse a otro piso debido a que no podían afrontar el gasto mensual. Ahora pagan 150 euros menos pero asegura que en 15 días se quedarán sin recursos.

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Ana Segura, de 51 años, es una víctima más del negocio de la okupación, que desde la ‘nueva normalidad’ se ha implantado con fuerza en el sistema.

Esta mallorquina narra su dramática situación por culpa de una inquilina morosa y de una trabajadora social de la Oficina Antidesahucios de Palma, que «aplazó» el lanzamiento «sin antes corroborar mi situación. Me veo sin casa y en la calle con mis dos hijos», dice. A la espera de que una nueva asistenta le solucione cuanto antes su situación, no descarta «tomar medidas» por la «equivocación».

Antecedentes

Esta mujer alquiló su piso de Son Cladera a una inquilina en octubre de 2019, quien le pagó el primer mes de noviembre y el depósito. «Puse mi vivienda a 900 euros mensuales, y me llamó la atención que esta chica quisiera pagarlo ella sola. Como conocía a su padre, al final le dije que sí». La pesadilla para ella y su familia empezaría en los siguientes meses.

Ana es auxiliar de enfermería desde hace años. Tiene un hijo de 27 años y con una discapacidad del 52 % y una hija de 14 años. El dinero que esperaba ingresar por el alquiler «iba a ir destinado a pagar el piso en el que estábamos alquilados nosotros y la hipoteca de la vivienda rentada de Son Cladera», cuenta.

La mujer empezó a contactar con abogados cuando los meses corrían y la inquilina hacía caso omiso a sus llamadas. También se puso en contacto con la Oficina Antidesahucios de Palma. «Dictaminaron el lanzamiento el 28 de julio, pero me enteré el día anterior de que se había propuesto paralizar el desahucio». Ana explica que la Oficina se dio cuenta, luego, de la equivocación que había cometido la trabajadora. «Ahora no tengo dinero para pagar la hipoteca, porque todos mis ahorros los he gastado pagando las facturas de la inquilina (agua, electricidad, ...) y mi banco me está avisando de que puedo perder el piso».

Enfrentamientos

Desde finales de julio, la familia lucha por conseguir vaciar el piso. Ana explica el último duro enfrentamiento con ella hace poco. Fue en la barriada de Son Cladera. Se topó con la chica y, tras una conversación, «en la que me llegó a decir que no me pagaba la mensualidad porque mi sofá estaba sucio», le dio tres puñetazos por detrás, por lo que ha presentado una denuncia a la Policía Nacional. «Mis hijos y yo tenemos miedo de que nos haga algo esta mujer y la pareja», lamenta.

La familia ha tenido que mudarse del piso en el que estaba de alquier y buscar otro más barato, ya que solo cuenta con un sueldo para afrontar las facturas, la hipoteca y un préstamo personal «que pedí para no perder mi piso. Ahora siguen esperando a que les agilicen la documentación «para conseguir pronto mi vivienda. En 15 días me veo con mi hijos en la calle».