El mallorquín Jaume Gelabert, fotografiado en Palma. | Angie Ramón

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Todo fue culpa de la Breve historia del País Vasco. Jaume Gelabert, de 49 años, recuerda que, cuando era muy pequeño, su padre le regaló este libro escrito en castellano y en euskera. Él no entendía nada pero, con los años, este idioma se convirtió en una afición hasta convertirse en su trabajo.

Estudió Veterinaria en la Universidad de Zaragoza. Y aunque pudo ejercer, cambió la vida animal por la vida educativa al cabo de diez años. Actualmente, imparte clases de vasco en la Escuela Oficial de Idiomas de Pamplona. Con todo ello, Gelabert corrobora que aprender euskera «no es imposible. Yo en cuestión de tres años me saqué un título alto».

Inicios

«Comencé con el vasco justo cuando me fui a Zaragoza a estudiar. Fue un estudio lúdico, es decir, entre compañeros de piso y con mi novia de por aquel entonces». Lo recuerda como un proceso muy «suave». Primero, con libros de aprendizaje. Después, con métodos gramaticales. Y finalmente, novelas, exámenes y títulos.

De hecho, Gelabert realizó un posgrado de Técnico de Euskera mientras trabajaba como veterinario. «Realmente no lo hacía por conseguir un objetivo laboral, sino por placer. Disfruto cada día del idioma», constata.

Una de las preguntas más comunes es que cómo es posible que un mallorquín –un no nativo– pueda aprender el euskera. Gelabert siempre responde lo mismo: «Simplemente es estudiar. Yo no soy muy listo y lo he conseguido». La idea de regresar a la Isla todavía no aparece en su lista de deseos. Su vida, cuenta, está muy integrada en Navarra, donde también colabora como columnista en el diario vasco Berria.

Por otra parte, recuerda que en Mallorca existe la Euskal Etxea (casa vasca), ubicada en Palma, que ofrece clases de vasco semanales. Gelabert rompe la teoría de que solo los nativos son capaces de hablar este idioma.