La cónsul Nezha Attahar, en su despacho. | Pere Bota

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Nezha Attahar es la cónsul de Marruecos en las Balears desde 2018 y decana del cuerpo consular en las Islas. Cuenta con una larga carrera diplomática que le ha llevado a ocupar puestos relevantes en el Consulado de Verona (Italia) en los últimos años. Desde marzo de 2020, la institución se ha puesto al frente de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, y destaca la labor de las asociaciones marroquíes en Balears así como la ayuda del asesor del Consulado y presidente del Colegio de Gestores, Miguel García.

¿Cómo ha sido la gestión de la crisis sanitaria durante el estado de alarma?

—Ha sido un trabajo colaborativo. Al cerrar el Consulado, no dejamos de hacer asistencia para conocer la situación de nuestros compatriotas, cómo se encontraban y sus necesidades. Hemos estado en contacto con Marruecos, con Asuntos Exteriores y con todos los demás cónsules. Por otra parte, estoy muy orgullosa de cómo las asociaciones marroquíes de las Islas han trabajando en esta crisis sanitaria. Han ayudado a muchos ciudadanos, facilitándoles recursos, y han demostrado mucha solidaridad en momentos muy difíciles. Muchos jóvenes marroquíes han ofrecido su servicio y tiempo a los necesitados. Es un orgullo ver que todavía existe el espíritu colaborativo. También quiero destacar el trabajo que ha realizado una mezquita de Manacor, que contribuyó con 4.000 euros a la Cruz Roja.

¿Con qué dificultades se ha encontrado?

—Una de las mayores dificultades ha sido la gestión de las llamadas, de resolver dudas y explicarle que hay que respetar la ley que aplican las autoridades. Es una crisis que ha afectado a todos los países del mundo, y entendemos que haya habido mucha incertidumbre sobre qué tenían que hacer y cómo actuar. Recibíamos más de 80 llamadas al día, y la mayoría de las veces era para preguntar sobre el cierre de las fronteras, los entierros, la apertura del Consulado y sobre documentación que necesitaban.

¿Cuál es el papel del cónsul en situaciones extraordinarias?

—La función principal es proteger a sus ciudadanos y los intereses del país de origen de los mismos. Es el principal trabajo de todos los cónsules, en cualquier circunstancia. En una situación extraordinaria, el espíritu o el deber es el mismo, lo que cambia es el medio, como el teletrabajo o las llamadas telefónicas. Pero no se ha interrumpido la gestión. Siempre digo que donde hay marroquíes, hay un cónsul o agentes que les protege. Esta es la condición de la ley del país de residencia.

Los vuelos de ida y retorno a Mallorca desde Marruecos ha sido una de las mayores afectaciones por el cierre de fronteras.

—Sí. Sin duda ha sido una preocupación de muchos de nuestros ciudadanos. Por suerte, en Balears hemos tenido 65 bloqueados, sobre todo entre Mallorca e Ibiza. Nuestra obligación, durante estos meses, ha sido ayudarles con cobijo o alimentos a aquellas personas que se encontraban en vulnerabilidad durante esta situación. Al principio fue duro tras conocer que Marruecos cerraría sus fronteras, porque la gente no entendía qué debía hacer, pero luego la gestión ha sido muy positiva y se ha solventado sin problema.

Una vez se abrieron las fronteras, ¿con qué se ha enfrentado?

—Estas semanas han sido clave para nosotros porque han comenzado los vuelos especiales con conexiones Marruecos - Palma. El primer trayecto se inició el pasado día 15 julio. De momento, solo pilotan dos compañías aéreas, pero está previsto que el país alauí intensifique los viajes próximamente. En concreto, 151 marroquíes de las Islas pudieron salir ese fin de semana al país de origen, y unos diez de éstos eran extranjeros.

Ahora que hemos vuelto a una nueva normalidad, ¿en qué está trabajando el Consulado?

—Estamos inmersos en temas burocráticos, sobre todo en las renovaciones de pasaportes y DNIs. Podemos llegar a tener una media de 200 trámites al día. También hemos abordado nuevas fórmulas para hacer frente a esta nueva normalidad. Por ejemplo, anotamos todos los datos de los ciudadanos que acuden al Consulado por protocolo sanitario. Reconozco que han sido meses muy difíciles, pero hay algo positivo y es la unión social que esto ha provocado. La integración se da en los momentos más duros. En una crisis sanitaria mundial solo hay cabida para el valor humano. Sin duda, hay que aprender mucho de la pandemia.